Tumaco (Colombia) (AFP) – En Tumaco las balas entran silbando a las humildes casas. Los tablones perforados con proyectiles recuerdan a los desplazados del conflicto que la violencia y el terror no terminan de pasar, no al menos en este puerto sobre el Pacífico colombiano.
Una vez más, los que huyeron para salvar sus vidas están entre el fuego cruzado. Las bandas del narcotráfico se disputan el territorio que antes copaba la guerrilla comunista FARC, que hace un año firmó la paz con el gobierno y ahora es un movimiento político.
«Nos tiramos al piso, el bebé gritaba de terror», recuerda Marcia Perea, de 47 años. Las balas destrozaron las sillas de plástico y algunas se incrustaron en el marco de la puerta que separa la sala de la habitación.
Como los demás residentes de Ciudad 2000, esta abuela de 50 años balbucea sobre los tiroteos que están sembrando el pánico en varios sectores de Tumaco, un municipio de 208.000 habitantes azotado por el desempleo.
La mayoría de vecinos encontró refugio en este barrio, tras huir del enfrentamiento que por medio siglo ha desangrado a Colombia y que deja unos siete millones de desplazados.
Conectadas a través de un enjambre de puentes igualmente precarios, sus casas se levantan sobre aguas putrefactas de la ciénaga.
«Tumaco es uno de los epicentros del conflicto que persiste en Colombia», declara a la AFP Christian Visnes, director del Centro Noruego para los Refugiados (NRC), una ONG que trabaja en Colombia desde 1991.
Fronterizo con Ecuador, este puerto del departamento de Nariño es una de las rutas más apetecidas por el narcotráfico. De allí salen los cargamentos de droga hacia Centroamérica y Estados Unidos en lanchas rápidas o sumergibles artesanales.
La tupida selva y los manglares dificultan el control de las autoridades, que a finales de octubre anunciaron un despliegue de 9.000 efectivos militares y policiales para combatir a disidentes de las FARC, entre otros grupos.
– Muertos al alza –
Tumaco no es solo corredor estratégico de las mafias, sino que además concentra la mayor superficie de hectáreas cultivadas con la hoja materia prima de la cocaína, de la que Colombia es el mayor proveedor mundial. En este punto se encadena todo el negocio del narcotráfico.
La paz con las FARC significó una «disminución de los ataques con granada», característicos de la época en que esa guerrilla actuaba en la zona, reconoce Jenny López, representante de la Defensoría del Pueblo, entidad que vela por los derechos humanos.
Sin embargo, la tranquilidad duró menos de lo esperado. Ahora «lo que nos preocupa mucho es el aumento de homicidios», enfatiza. Tras la salida de los rebeldes, llegaron otras organizaciones ilegales que están generando violencia.
El director de la ONG noruega estima que al día de hoy operan «hasta 15 grupos».
Entre otras atrocidades, López recuerda el reciente asesinato de un hombre en Tumaco. «Le cortaron la cabeza, los brazos, prácticamente lo desmembraron y lo dejaron tirado».
En este litoral y sus dos pequeñas islas existen «fronteras invisibles», territorios demarcados por los grupos en armas. Después de cierta hora nadie se atreve a circular por ciertos barrios.
En Ciudad 2000, por ejemplo, estalló en octubre un enfrentamiento entre dos bandas que duró todo un fin de semana y desplazó a 320 familias, según la defensora.
En la pared exterior de otra casa, próxima al sitio polvoriento donde los niños juegan, quedó el rastro del intercambio de disparos.
– Detonante trágico –
Entre enero y octubre al menos 2.665 personas fueron forzadas a huir de sus hogares en Tumaco, según informó la ONG noruega.
Sin un refugio adecuado, estos desplazados, algunos de zonas rurales y otros de un barrio a otro, llegan a «sectores de invasión, donde también hay actores armados», comenta la defensora local del pueblo. El miedo no los abandona.
Arnulfo Mina, vicario de la diócesis a la que pertenece Tumaco, denuncia decenas de muertos en lo corrido del año. Solo el año pasado el número de homicidios en Tumaco triplicó el promedio nacional: 152 víctimas, que representan una tasa de 74,5 por 100.000 habitantes.
«La coca es el detonante de toda esta problemática», sostiene el religioso, y remarca que el Pacífico históricamente ha sido una «región marginada» del resto del país.
Y anticipa «nuevas dificultades si el gobierno no tiene un plan agresivo de inversión social» en Tumaco, donde casi la mitad de la población está en la pobreza, y muchos ni siquiera cuentan con agua potable.
Conocida como la «perla del Pacífico» por sus playas de arena oscura y deslumbrantes paisajes costeros, Tumaco parece un paraíso a las puertas del infierno. O quizá sea al revés.