Buenos Aires (AFP) – Vender un automóvil en Argentina es más difícil que fabricarlo. Los vendedores de una concesionaria en Buenos Aires toman café o exploran sus teléfonos móviles para matar el tiempo hasta que entra un cliente y lo reciben como si fuera papá Noel.
La última estadística de la cámara de concesionarios revela que las ventas se desplomaron 54,5% interanual en marzo y acumulan una caída en el primer trimestre de 49,5%.
«Cada uno de nosotros vendíamos entre 25 y 30 vehículos por mes, en promedio. Ahora si llegamos a 10 es una fiesta. Yo llevo seis y me faltan dos para cumplir el mínimo que exigen», comenta a la AFP Matías Conde, dentro del negocio de una marca francesa.
La crisis se refleja en la producción. La industria automotriz argentina es la más castigada por la recesión desde hace un año. Sólo se usa el 15,7% de capacidad instalada, el menor nivel desde 2003, según el instituto oficial de estadísticas Indec.
«La ausencia de financiación razonable y el acoso impositivo completan un panorama alarmante», declara Dante Álvarez, presidente de la cámara de concesionarios.
El poder adquisitivo de los salarios se ha hecho polvo con una inflación interanual de 54,7%, según el Indec. Los sueldos corren de atrás a las remarcaciones de precios y nunca las alcanzan. La gente compra alimentos y remedios. Deja los bienes durables para tiempos mejores.
«Unos 7.000 de los casi 25.000 operarios de la industria están suspendidos», revela a la AFP un delegado del Sindicato de Mecánicos. Los suspendidos cobran 70% del sueldo.
– Clase media sin paraíso –
La clase media está contra las cuerdas de la recesión. «Cada día cierran 25 compañías pequeñas y medianas», indica a la AFP el dirigente empresario del sector Pyme Eduardo Fernández. Junto con los profesionales, son clientes históricos de vehículos y están en retirada.
¿Qué pasaría ante una hipotética reactivación? «Se retrae la producción local y se elige la importación», afirma a la AFP el especialista Hernán Letcher, del Centro de Economía Política.
El peso de los importados es de hecho muy fuerte en Argentina, pues representa el 69% de los vehículos patentados, según la cámara, porque el mercado está articulado en escala con Brasil en el Mercosur.
«Un ejemplo paradigmático es la fábrica de motos Corven (de Rosario, norte) que ante la paralización de ventas echó empleados y ahora importa de China», señala Letcher.
La industria automotriz argentina nace en 1954 con la radicación de la alemana Kaiser. A finales de la década de 1960, Argentina salta al 15º lugar del mundo entre los productores, según la Fundación Mediterránea. Luego retrocede pero se mantiene con vida.
Se instalaron Ford, Volkswagen, Toyota, Honda, Peugeot y Citroën, Renault, Nissan, Chevrolet, Mercedes-Benz, Scania y Fiat, entre otras. La mayoría de los componentes son importados pero hay mano de obra calificada.
Hubo épocas de vacas flacas, fusiones y resurreciones. En 2011 se alcanza el récord histórico con 828.771 unidades producidas.
«Se llegaron a vender 233.335 autos por mes, 7.671 por día y cinco por minuto», subraya Letcher. La economía se hunde en 2016 pero una tibia recuperación en 2017 lleva a producir 466.649 unidades en 2018.
El presidente Mauricio Macri, ex director ejecutivo de la alianza Sevel (Peugeot-Fiat), disuelta en 1996, lanza en 2017 un ambicioso plan para llegar a «un millón de vehículos». Hoy es una utopía.
– Sin consuelo –
«Para encontrar un primer trimestre preocupante como este, con matriculaciones que no superan las 140.000 unidades, debemos remitirnos a 2006», precisa Álvarez.
Ni siquiera hay consuelo con las exportaciones. Brasil concentra el 65%. En el primer trimestre, se exportaron en total 47.919 vehículos, con una baja 16,4% interanual, según la cámara.
«Las altas tasas de interés le pegan a las empresas en la línea de flotación. Metalpar, líder en carrocerías de buses, dejó a 600 trabajadores en la calle», ilustra Letcher.
El auto mediano más barato en Argentina cuesta el equivalente a unos 15.000 dólares. El salario promedio, según Indec, es de unos 465 dólares. La tasa de interés de referencia orilla el 67%, la más alta del mundo. Los empleados siguen tomando café.