Kabo (República del Congo).- En la aldea de Kabo, en la cuenca del río Congo, un grupo de hombres, sentados en círculo, están jugando. Por turnos, cada uno saca unos frijoles de una pequeña bolsa de tela. Se observan entre ellos y sonríen, pero nadie habla, porque va contra las reglas. A medida que el juego avanza, los frijoles de la bolsa se agotan rápidamente y los jugadores recuentan su botín.
En una partida normal, el que más frijoles tenga al final será el ganador. En esta ocasión, sin embargo, todos los jugadores van perdiendo.
Esto es así porque los frijoles representan animales silvestres, la bolsa es el bosque y los jugadores son los cazadores. En cuanto la bolsa se queda vacía, puede que cada uno tenga un buen montón de frijoles (que representan carne para comer y vender), pero su medio de ganarse la vida y de alimentar a sus familias ha desaparecido: el bosque se quedó vacío.
Este sencillo juego está pensado para que se entienda mejor lo que podría suponer practicar la caza no sostenible a gran escala para la alimentación y los ingresos de las generaciones futuras.
Los Pueblos Indígenas bantú y baaka de Kabo y otras aldeas cercanas del Congo dependen desde hace mucho tiempo de la carne de caza como principal fuente de proteínas y una de las pocas formas fiables de ganarse la vida en esta remota región. Para algunas comunidades de la cuenca del Congo, se calcula que el consumo de carne de caza cubre entre el 60 y el 80 % de las necesidades proteínicas diarias.
La creciente población de las ciudades del Congo ha hecho aumentar rápidamente la demanda de carne de caza. Al mismo tiempo, la porosidad de las fronteras con los países vecinos ha allanado el camino al tráfico ilegal de especies animales.
La caza excesiva resultante —combinada con la deforestación, la contaminación, las enfermedades y el cambio climático—, ha reducido la población de especies de animales silvestres en la cuenca del Congo, el segundo bosque tropical más grande del mundo después del Amazonas.
«Antes encontraba fácilmente en la selva animales pequeños como cefalofos y cerdos fluviales. Ahora es más difícil», asegura Jean-Louis Pollo, cazador local y jugador del juego del frijol. «Doy de comer a mi familia y financio los estudios de mis hijos con la caza».
Cómo los juegos pueden ayudar a resolver problemas
El «juego de caza» colaborativo —denominado localmente Kuwinda Nyama—, es solo un elemento innovador del Programa de gestión sostenible de la fauna silvestre, coordinado por la FAO, el Centro de Investigación Forestal Internacional – Centro Mundial de Agrosilvicultura (CIFOR-ICRAF), el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agrícola para el Desarrollo y la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre. El Programa de gestión sostenible trabaja para restablecer el equilibrio entre la seguridad alimentaria y la conservación de la fauna silvestre.
En rondas posteriores, el juego se vuelve progresivamente más complejo, con múltiples bolsas o cuencos que representan en diferentes secciones del bosque y frijoles de colores que representan diversas especies locales, tanto machos como hembras. Se añaden nuevos frijoles cuando a las especies se les deja tiempo para reproducirse. A los jugadores se les presentan varios escenarios. Primero se les pide que trabajen por su cuenta; luego se les anima a elaborar estrategias juntos.
«¿Deberíamos limitarnos a cazar roedores (que se reproducen rápido) y hacer una moratoria con los primates (que tardan en reproducirse)?», se preguntan.
Si encuentran la manera de seguir cazando mientras se aseguran de que las bolsas se llenan de nuevo, el juego es un éxito.
«Todos se enfrascan en el debate sobre la solución a sus problemas de caza y sobre cómo ganar la partida», explica Gracia Dorielle Ngohouani, responsable de caza sostenible de la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre. «Pero, al mismo tiempo, se enfrentan al grave problema de salvaguardar los recursos de fauna silvestre para las generaciones futuras».
La unión hace la fuerza
Tras haber cazado siempre por su cuenta, 94 cazadores toman ahora conjuntamente decisiones de ordenación cinegética como asociación, con el apoyo del Programa de gestión sostenible de la fauna silvestre.
Dirigida por Jean-Louis, la asociación de cazadores está aprendiendo a crear inventarios, controlar el número de animales cazados y acordar normas de caza, cuotas y zonas vedadas, que se rotan para permitir la recuperación de las poblaciones de fauna silvestre.
La asociación está ensayando ahora sistemas de seguimiento. Por ejemplo, los miembros pueden indicar dónde y qué han cazado colocando cerillas en grandes cajas repartidas por todo el pueblo.
Líderes en la gestión sostenible de la fauna silvestre
En un país donde el Estado es el propietario de los bosques y sus recursos naturales, el objetivo a largo plazo para la asociación es obtener derechos formales sobre la fauna silvestre de su zona y controlar la ordenación sostenible de estos animales.
«El Programa de gestión sostenible de la fauna silvestre refuerza las capacidades de ordenación de las comunidades rurales y asociaciones de cazadores en el norte del Congo para el uso sostenible y legal de la fauna silvestre y los ecosistemas, al tiempo que les ofrece mejores alternativas de seguridad alimentaria y nutricional para que se conviertan en los mejores aliados del Estado en materia de conservación de la naturaleza y desarrollo rural», afirma Yannick Rasoarimanana, Representante de la FAO en el Congo.
El Programa de gestión, financiado por la Unión Europea, con cofinanciación del Fondo Francés para el Medio Ambiente Mundial y la Agencia Francesa de Desarrollo, ha estado trabajando en estrecha colaboración con la asociación de cazadores, las autoridades gubernamentales y las empresas madereras comerciales para garantizar que se tengan en cuenta las normas de los cazadores y las necesidades de la comunidad.
Al mismo tiempo, la FAO también trabaja con el gobierno en la reforma de una ley sobre fauna silvestre y zonas protegidas para equilibrar el crecimiento económico, la toma en consideración de las comunidades locales y la conservación del medio ambiente.
«Este enfoque de asociación para la conservación y el uso sostenible de la fauna silvestre ayudará a lograr una cohabitación sana y sostenible entre los seres humanos, el medio ambiente y la fauna silvestre», asegura a su vez Giacomo Durazzo, Embajador de la Unión Europea en la República del Congo.
El Programa de gestión sostenible de la fauna silvestre también apoya a las poblaciones rurales para que desarrollen fuentes alternativas de nutrición mediante la cría de aves de corral y pequeños rumiantes y el fomento de su consumo en las zonas urbanas.
Mientras tanto, el juego de la caza ha dejado una huella duradera.
«Donde antes solíamos cazar de forma abusiva, ahora estamos conscientes de que hay que aplicar unas normas, y las aplicaremos”, afirma Jean-Louis. «Creo que si lo conseguimos, siempre habrá animales de caza silvestre en Kabo».