Ginebra (Suiza).- El cambio climático continúa mostrando su impacto devastador en el planeta, esta vez poniendo en jaque a uno de los recursos más vitales para la vida: el agua.
Según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el año 2023 se ha catalogado como el más seco en los últimos 33 años para los ríos a nivel mundial, un dato que resalta la creciente vulnerabilidad de nuestros ecosistemas y sociedades ante fenómenos climáticos extremos.
Este informe, titulado «Estado de los Recursos Hídricos Mundiales», no solo señala una disminución alarmante en la disponibilidad de agua sino también una pérdida sin precedentes en la masa de los glaciares, los cuales han sufrido el mayor declive observado en los últimos cincuenta años.
Este año también marcó el segundo consecutivo en que todas las regiones del mundo con glaciares reportaron pérdidas significativas de hielo, exacerbadas por las altas temperaturas y sequías prolongadas a nivel global.
Celeste Saulo, secretaria general de la OMM, enfatizó la gravedad de la situación durante una conferencia en Ginebra.
«Los recursos hídricos son un indicador de peligro del cambio climático. Estamos recibiendo llamadas de socorro en forma de precipitaciones extremas, crecidas y sequías que no solo están cobrando vidas sino también perjudicando gravemente a los ecosistemas y a las economías»
El informe también destaca cómo el cambio climático ha acelerado y desestabilizado el ciclo hidrológico.
«Una atmósfera más cálida retiene más humedad, lo que intensifica las precipitaciones. Sin embargo, la evaporación más rápida y la desecación de los suelos agravan las condiciones de sequía, creando un ciclo de excesos y deficiencias que desafía nuestras capacidades de gestión y respuesta», añadió Saulo.
A nivel mundial, los fenómenos hidrológicos extremos han mostrado una tendencia preocupante. En 2023, eventos como la transición de La Niña a El Niño y la fase positiva del Dipolo del Océano Índico influyeron en las condiciones meteorológicas, llevando a crecidas devastadoras en África y sequías severas en América del Sur.
El desmoronamiento de dos presas en Libia, por ejemplo, resultó en la pérdida de 11.000 vidas y afectó a más del 20% de la población local.
Por otro lado, la sequía en el sur de los Estados Unidos y en regiones de América Latina provocó pérdidas económicas significativas, destacando una vez más la interconexión entre la salud ambiental y la prosperidad económica.
En América del Norte, las cuencas de los ríos Misisipi y Amazonas experimentaron niveles récord de estiaje, mientras que en Asia y Oceanía, grandes cuencas como las del Ganges y el Mekong también mostraron condiciones preocupantes.
Además de los desafíos inmediatos, el informe advierte sobre las proyecciones futuras. Para 2050, se espera que más de 5.000 millones de personas enfrenten escasez de agua al menos un mes al año, una situación que podría empeorar si no se toman medidas contundentes y coordinadas a nivel global.
Este compendio de datos y análisis busca no solo informar sino también impulsar acciones concretas.
«No podemos gestionar lo que no medimos. Es vital mejorar el monitoreo y el intercambio de datos para anticipar y mitigar los riesgos asociados con el agua», concluyó Saulo, subrayando la necesidad de una respuesta global coordinada y proactiva para enfrentar estos desafíos sin precedentes.
A medida que el mundo se adentra en una era de incertidumbre climática, el informe de la OMM sirve como un recordatorio crítico de la urgencia de adoptar medidas de adaptación y mitigación. Solo así podremos esperar proteger no solo nuestros recursos hídricos sino también las comunidades que dependen de ellos en todo el mundo.