Rui Vaz (Cabo verde).- Los frijoles se caen de la vaina cuando Elisabeth Da Conceição los pone a secar. Está terminando la época de cosecha. Este año hubo suficiente lluvia como para que la agricultora pudiera conservar algunos de los frijoles, las batatas y el maíz para consumo familiar, pero también para vender una parte. Todo depende de la lluvia.
Si bien el clima en Rui Vaz en las altas montañas de Santiago —la isla capitalina de Cabo Verde— es húmedo y recibe mayores precipitaciones que el resto del árido país, en esta región también ha habido grandes cambios.
«Recientemente, la lluvia ha sido uno de los principales desafíos, porque, como sabemos, el clima ha cambiado. Llueve menos. Gastamos mucho dinero para producir, y cuando no llueve, se pierde todo», señala Elisabeth.
Debido a los cambios en el clima, Cabo Verde, al igual que muchos otros países, ha registrado no solo una disminución de las lluvias, sino también un aumento de las plagas agrícolas. En 2017, el gusano cogollero del maíz llegó al país y diezmó gran parte de la cosecha de maíz y de otros cultivos. Pero también se ha observado el aumento de muchas otras plagas.
«El principal desafío al que nos hemos enfrentado desde 2016 hasta ahora han sido las plagas, como el gusano de la cápsula del maíz, la chinche hedionda verde, los insectos… Es preocupante, porque en Rui Vaz, la agricultura es una fuente de ingresos, un sustento para las familias», explica Elisabeth.
Son estas preocupaciones las que se abordan en una capacitación que ofrece la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), como parte del programa de cooperación Sur-Sur de la FAO y China.
Un grupo de expertos de China está transmitiendo conocimientos especializados para hacer frente a estos desafíos. Mediante capacitaciones prácticas, Zhiqi Li, experto en producción ganadera, y Yanhua Zeng, experto en horticultura, están mostrando formas de abordar distintas cuestiones, como el ahorro de agua por medio de técnicas de riego apropiadas o la producción de fertilizante orgánico a partir de estiércol y otros materiales disponibles.
Asimismo, están mostrando a los agricultores cómo aplicar mejor el control de plagas utilizando trampas de feromonas y otras soluciones innovadoras no químicas. Gracias a consejos como estos, Elisabeth y otros agricultores de Cabo Verde están registrando un aumento de la producción, a pesar de las precipitaciones irregulares y las invasiones de plagas.
Sin duda, Cabo Verde no es el único lugar que se enfrenta a estos desafíos climáticos, pero es un país único, integrado por 10 islas, de las cuales nueve están habitadas. Forma parte del árido cinturón saheliano del África continental, pese a estar situado a unos 500 km de la costa, en el Océano Atlántico. Cabo Verde es uno de los países conocidos como pequeños Estados insulares en desarrollo (PEID), que afrontan un conjunto de desafíos adicionales a los que afectan a otros países en desarrollo y que los diferencian de los países continentales.
«La exposición a la erosión [del suelo] es algo que realmente define a un PEID… estamos en el mar abierto en el medio del Océano Atlántico. Se puede observar que las condiciones del viento son más fuertes que en otros lugares», dice la Sra. Ana Laura Touza, Representante de la FAO en Cabo Verde. «Pero hay otros problemas no relacionados con el clima que también definen a los PEID. Se trata de cuestiones vinculadas a la dependencia de la importación de alimentos, en particular en el contexto del aumento de los precios de los alimentos básicos, que en los últimos años se han duplicado con creces», añade.
Las asociaciones son muy importantes en estos contextos. «Lo que necesitamos es adaptar el sistema de producción a estas dificultades y crear una agricultura inteligente. Para ello se necesita financiación, fomento de la capacidad, innovación, y lo que también precisamos es una cooperación muy sólida con nuestros asociados», afirma el Excmo. Sr. Gilberto Silva, Ministro de Agricultura y Medio Ambiente de Cabo Verde.
Elisabeth termina de recoger los frijoles y se dirige a su casa para ver a su hija antes de que se vaya a la escuela. Su madre, su hermana y su hija están en la cocina, sacando el pastel de maíz de cuscús, una especialidad casera de Cabo Verde. Este denso pastel servido con huevos o frijoles aporta a Elisabeth y su hermana la energía necesaria para la tarde, cuando deberán ocuparse de cuidar el ganado y preparar la tierra, aplicando las nuevas técnicas que aprendieron en las sesiones de capacitación sobre producción hortícola, gestión de suelos y control de plagas.
«La agricultura es importante para mí porque la considero una cuna. Es donde crecí, y enseño a mi hija que es importante. Quiero que entienda la importancia de la agricultura… Pero en los últimos años, se ha vuelto muy incierta a causa de las sequías graves, las numerosas plagas, y no es algo en lo que se pueda tener confianza. Es una cuestión de suerte», comenta Elisabeth.
Sus palabras resultan válidas para muchos agricultores de Cabo Verde y de otros países, y explican en gran parte la migración de los jóvenes a las ciudades y su alejamiento de la agricultura. Pero es una percepción que la FAO, especialmente a través del proyecto de cooperación Sur-Sur, está tratando de disipar. Si bien la naturaleza no se puede controlar, la agricultura no tiene por qué depender de la suerte.
Las soluciones que China ha utilizado con éxito en sus propios paisajes rurales se están adaptando y aplicando en el contexto de este PEID.
Ahora Elisabeth tiene un mejor conocimiento del suelo y cómo aportarle nutrientes con abono orgánico. Espera poder asistir a otros cursos de formación, especialmente sobre el cultivo en invernadero, donde la suerte no es tan importante.
Al aprender que existen soluciones fáciles incluso a desafíos complejos, Elisabeth y otros agricultores también sienten una nueva motivación y confianza en este sector.
«Respecto a la agricultura, también quiero tener la oportunidad de mostrarle al mundo su importancia, sus ventajas… Porque no hay nada mejor que producir, tener y cosechar para uno mismo», concluye Elisabeth.
El programa de cooperación Sur-Sur de la FAO y China está trabajando en 19 países para transmitir innovaciones, conocimientos comunes y prácticas reproducibles. Dado que todos los países hacen frente al cambio climático de distintas maneras, es fundamental que compartan las experiencias y soluciones mediante alianzas como la cooperación entre FAO, Cabo Verde y China.
El programa de cooperación Sur-Sur de la FAO ha ejecutado satisfactoriamente numerosos proyectos en países de África, América Latina, el Caribe y Asia, contribuyendo a la transformación de los sistemas agroalimentarios a través del aumento de la productividad y rentabilidad de la agricultura y mediante la mejora de las cadenas de valor y las inversiones.