Montevideo (AFP) – Al compás del bandoneón, Olga repiquetea los dedos sobre el brazo del sillón, en el que pasa largas horas cada semana. Cuando meses atrás supo que sus riñones fallaban, vio venir un futuro desolador. Pero escuchar tango y milonga en vivo mientras recibe tratamiento le devuelve las «ganas de vivir».
Son las nueve de la mañana y esta mujer de mirada dulce, activa pese a sus 85 años, comparte con una veintena de personas la sala de hemodiálisis de una clínica en Montevideo.
Los pitidos de los aparatos médicos que depuran su sangre y las conversaciones de las enfermeras desaparecen bajo los acordes de «Naranjo en flor».
La función apenas empieza y en los rostros somnolientos se dibujan las primeras sonrisas.
«Esto es más que medicina», dice Olga Díaz, quien debe someterse a estas sesiones tres veces por semana en el centro renal Diaverum, adonde acuden pacientes de toda la ciudad y sus alrededores.
«Yo había caído en una rutina. Hacía las cosas, pero no con el entusiasmo de siempre», cuenta. «La música me volvió a dar vida al alma y ganas de vivir, alegría, entusiasmo, esas cosas que se estaban apagando».
A unos metros de ella, Rafael Gutiérrez (46) agradece que con estos pequeños espectáculos «los tiempos se acortan muchísimo» y estar aquí «anclado» se hace «mucho más llevadero».
Otros pacientes crónicos también dan fe de que esta experiencia ha mejorado su calidad de vida.
Dicen que el efecto perdura tras los cuarenta minutos que dura presentación, de la que todos disfrutan en primera fila.
Cambiar el escenario –
Escuchar música disminuye la ansiedad y el estrés y estabiliza las constantes vitales, según múltiples estudios. Además actúa en las áreas del cerebro relacionadas con el placer, generando dopamina.
Su beneficio terapéutico está «ampliamente demostrado», sostiene el nefrólogo Gerardo Pérez (68), que recuerda que la Organización Mundial de la Salud recomienda incorporar arte y cultura a los sistemas sanitarios «desde hace años».
Aferrado a esta premisa, este médico que toca el bandoneón desde pequeño lleva dos décadas ofreciendo música a sus pacientes.
Pero su iniciativa personal se ha ido transformando hasta convertirse el año pasado en Hospital Tangó, un proyecto que busca llevar conciertos en pequeño formato a espacios sanitarios y residencias de mayores.
La intención es «sacar a las personas del escenario en el que se encuentran, que es de preocupación, de enfermedad, de incertidumbre, de sufrimiento, muchas veces de no saber cuál es el diagnóstico o qué va a pasar en su vida posterior», dice.
En los hospitales, «tienen mucho tiempo para estar solos y muchas veces angustiados».
A su propuesta ha sumado más bandoneonistas, cantantes y guitarristas. En tríos, han actuado para pacientes con múltiples afecciones en diversos centros de salud, incluyendo algunos de los principales de Uruguay, como el Hospital de Clínicas.
Ahora esperan consolidarse como una ONG, inspirados en experiencias similares como la española Músicos por la Salud, para hacer un trabajo más sistemático y lograr llegar a todo Uruguay.
Y aunque el proyecto se centra por el momento en el tango, podría incluir folklore, salsa, candombe… o teatro, «cualquier expresión artística o cultural», asevera Pérez.
Recompensa –
En un pequeño salón los bandoneonistas Abril Farolini (22) y Ramiro Hernández (35) y la cantante Paola Larrama (37) se ponen batas sanitarias y tapabocas, algo a lo que como músicos no estaban acostumbrados. Tampoco a tocar tan temprano, como harán este viernes, y frente a personas con catéteres que llevan y traen sangre.
No obstante, adaptarse a este nuevo formato tiene una gran recompensa: la satisfacción de dar «mucho más que alivio», asegura Hernández. «También genera alegría y buen humor».
Para Larrama es una experiencia «muy movilizante», en especial por la «disposición para conectar» de los pacientes.
Y desafiante: «No es lo mismo que vos vayas a tocar a un lugar al que la gente te fue a ver», reflexiona. «Acá estamos trayendo una propuesta mientras las personas están pasando por otra experiencia, que atraviesa todas sus vidas».
Una vez en la sala de diálisis, el trío interpreta un repertorio de tangos populares como «La cumparsita», «El corazón al sur», «Volver», «Libertango».
La milonga «Se dice de mí» y el candombe «Amándote» terminan de animar la mañana: muchos corean los estribillos y, entre los sillones, las enfermeras se han puesto a bailar.