Cuando el pequeño Hernán Pérez falleció inesperadamente a la edad de seis años, fue un impacto muy grande para su familia. Sin embargo, decidieron que su partida repentina sirviera para dar oportunidades de vida a otras personas.
“Nuestro hijo le dio una oportunidad de vida para otros”, dijo Arnold Pérez, padre del pequeño. “Allí se ve el milagro que Dios puso en cada una de las personas que todavía viven. Es un orgullo para nosotros saber que hay otras personas que están viviendo”.
Esa decisión la tomaron hace 17 años. En aquella época los esposos Pérez no habían pensado en la donación de órganos, porque no se hablaba mucho del tema.
“Hemos trabajado mucho para ello, participando en ferias de salud y vamos a donde sea para dar información y para que la gente sepa”, dijo Eva Pérez. “No solo de la importancia sino también la belleza de saber que una parte de su ser querido sigue viviendo en otra persona”.
Su trabajo, destacó Arnold Pérez, ha conseguido que mucha gente responda en forma favorable a los trasplantes, especialmente entre la comunidad latina.
Los Pérez han logrado conocer a dos de los recipientes de los órganos de su hijo. Uno de ellos, Mauro Lupián pudo vivir 12 años más antes de fallecer por otras complicaciones. Lupian ya había pasado por un trasplante de riñón siete años antes pero tuvo que volver a la diálisis. Sus familiares se sienten agradecidos por este “regalo”.
“Para nosotros fue como un milagro. “Él ya estaba bien desilusionado porque ya había pasado por un trasplante pero había vuelto otra vez a la diálisis después de siete años”, dijo María Lupián, viuda de Mauro, resaltando que la familia no tenía idea que el donante era un niño de seis años. “Nunca pensamos que el riñón de un niño de seis, siete años, podría servirle a un adulto de 50”.
La joven Megan Corfve, actualmente de 26 años, recibió el hígado de Hernán cuando tenía 9.
“Me siento agradecida con ellos [los Pérez] por darme otra oportunidad para vivir”, dijo Megan. Al igual que a muchos familiares de recipientes, el haber recibido un órgano cambió la manera de pensar de su madre y su hermano sobre convertirse en donantes.
Una caminata por la donación de órganos
Las tres familias se reunieron recientemente en la Caminata por la Donación de Órganos, que se realizó en los predios de la Universidad de California en Fullerton.
Los participantes, tanto familiares de donantes como recipientes, eligen correr o caminar 5 kilómetros en honor a esa persona que decidió dar una segunda oportunidad de vida. El evento sirvió de cierre a la celebración del Mes Nacional de la Donación de Órganos.
La caminata nació hace catorce años de la idea de Craig Hostert y su esposa Kathleen, para crear conciencia sobre la donación de órganos.
Craig Hostert había pasado por la experiencia de someterse a diálisis y luego a un trasplante de riñón y se dieron cuenta de la cantidad de personas que había en lista de espera para recibir un ese órgano.
“Básicamente lo comenzamos para reunir a la gente y hablarles sobre el tema pero ha crecido con los años”, dijo Kathleen Hostert, resaltando que este año se les rindió homenaje a 251 personas que habían sido donantes.
Sus fotografías con mensajes de sus familiares fueron colocados en el jardín “Círculo de la Vida” elaborado temporalmente en el lugar de reunión.
“Es una experiencia agridulce. Se sienten tristes pero tienen la oportunidad de celebrar la vida de sus seres queridos y lo que han hecho a través de la donación de órganos y tejidos”.
La edición de este año atrajo a más de doce mil personas entre donantes, recipientes, además de sus familiares y amigos. También se implementó un récord mundial de más recipientes de órganos reunidos en un solo lugar, con más de 350 recipientes de corazón, hígado, pulmones y riñones en un solo grupo.
Educación de la comunidad como una causa
De acuerdo con las últimas estadísticas del registro de donantes Done Vida, más de 121 mil personas en todo el país se encuentran en la lista de espera de los cuales unos 22 mil de ellos residen en California. El 40 por ciento de quienes esperan un órgano en California son de origen latino.
Michael Madrigal estuvo en la lista de espera durante una semana por un hígado que le salvara la vida pero falleció antes de obtenerlo, hace cinco años.
Su familia, consciente de la necesidad de la importancia de la donación de órganos para salvar las vidas de las personas, decidió enfocar su tristeza en educar a la comunidad, especialmente la latina. Es una misión que toda la familia ha asumido.
“Quisimos crear conciencia para que la comunidad hispana se conviertan en grandes donadores y no haya más personas que mueran esperando un órgano”, dijo Yvonne Madrigal, viuda de Michael Madrigal, con quien estuvo casado 30 años. “La comunidad hispana no se siente a veces muy cómoda hablando de este tema. Corremos la voz para educar porque no queremos que otra familia pase por esto. Podemos hacer un cambio”.
Por amor a su ser querido
Una donante de órganos puede salvar hasta ocho vidas al donar su corazón, pulmones, riñones, páncreas, hígado e intestinos delgados. Pero también puede dar una segunda oportunidad hasta 50 personas con la donación de sus córneas, piel, huesos, válvulas coronarias, entre otros.
La hija de Cookie Torres tomó la decisión de donar los órganos de su esposo, excepto sus córneas, cuando éste falleció repentinamente hace cuatro años. En su honor, Torres participó en la caminata, aunque fue el único miembro de la familia que lo hizo este año.
“Vine para recordarlo y caminar en su honor porque dio vida a muchas personas”, dijo Torres, quien participaba por primera vez y pensaba invitar a su hija y toda la familia para el siguiente año.