Como todos los años, la comunidad de Cypress Park se reunio este sabado para rendir tributo a quienes fallecieron en las conflictos bélicos defendiendo la libertad de este país.
La ceremonia se llevó a cabo en el Monumento a la Memoria de los Veteranos de Cypress Park, ubicado en la intersección de las avenidas Cypress y 28 y la Calle Pepper, con la presencia de residentes de la comunidad y representantes del gobierno local. El monumento fue inaugurado en mayo de 2003.
Durante el acto se destacó el sacrificio hecho por quienes estuvieron en los diferentes conflictos en los que ha participado Estados Unidos y su importancia para la seguridad de sus ciudadanos. La ceremonia fue presidida por Bob Archuleta, designado presencial para la Academia de Militar West Point.
Hilda Solís, miembro de la Junta de Supervisores del Condado de Los Ángeles, señaló el sacrificio que hacen, no solo quienes sirven a su país, sino tambien las familias de los veteranos.
“Hay muchas familias en el condado de Los Ángeles, en Cypress Park y en todo el país que han ofrecido sus servicios una y otra vez y esos sacrificios necesitan ser recordados”, dijo Hilda Solís,
Solís también resaltó la necesidad de ayudar a los veteranos que han vuelto de las guerras pero que han terminado viviendo en las calles.
“Muchos de ellos son hombres y mujeres jóvenes que acaban de regresar , de Irak y Afganistán, que también necesitan nuestro amor y aprecio”, dijo Solís. “No olvidemos a todos esos soldados que han hecho demasiado con dignidad y respeto para servir a nuestro país”.
Junto con el reconocimiento a los caídos, también se presentó la Mesa de los Prisioneros de Guerra y Perdidos en Acción, como representación simbólica de los que tardaron en volver a casa y el sufrimiento de sus familias que esperaban su llegada.
“No están aquí con nosotros esta mañana, pero los recordamos por su encarcelamiento en tierras lejanas”, dijo Archuleta, quien describió los objetos colocados en ella.
La mesa, explicó Archuleta, es más pequeña porque simboliza la fragilidad del soldado al enfrentar a sus opresores, con una silla vacía en recordatorio de su ausencia y cubierta con un mantel blanco, como simbolo del llamado a las armas al que ellos respondieron.
Una rosa roja, en representación de sus familias, un lazo rojo para simbolizar el amor a su país, un pedazo de limón sobre un plato de pan como representación de su destino amargo y sal como simbolo de las lagrimas de sus familias. Una copa invertida para recordar que ellos no pueden brindar con sus seres queridos en épocas como estas.