Tegucigalpa (AFP) – Honduras se hunde en una grave crisis, con un presidente acosado por protestas callejeras, 10 años después del golpe de Estado que depuso al presidente Manuel Zelaya, advierten líderes políticos y analistas consultados por la AFP.
El país centroamericano ha vivido en el último mes una ola de manifestaciones violentas contra el mandatario Juan Orlando Hernández, después de que el gobierno presentara reformas de los sectores de la educación y la salud.
Unas duras intervenciones policiales han atizado la tensión en los últimos días, mientras se acercaba el décimo aniversario del golpe militar contra Zelaya, actualmente líder de la oposición izquierdista de Honduras.
El 28 de junio de 2009, militares irrumpieron a tiros en casa del expresidente, lo sacaron a la calle en ropa de dormir y lo subieron a un avión rumbo a Costa Rica. Los promotores del golpe lo acusaban de intentar establecer en Honduras el ‘socialismo del Siglo XXI’ del fallecido exmandatario venezolano Hugo Chávez.
En medio de violentas protestas callejeras contra el golpe, el presidente del Congreso, Roberto Micheletti, asumió interinamente el poder y convocó elecciones para noviembre de ese año. El candidato del opositor Partido Nacional (PN, derecha), Porfirio Lobo, ganó aquellos comicios.
– Fuera JOH –
Diez años después, Lobo dice a la AFP que Honduras está en una peor crisis que entonces con un presidente «odiado» al que recomienda renunciar.
Los gremios de médicos y docentes, con el apoyo de estudiantes y otros habitantes, mantienen desde hace más de un mes manifestaciones y bloqueos de calles contra los dos decretos gubernamentales que, en su criterio, privatizan la salud y la educación.
Tres personas han muerto y decenas han resultado heridas por la represión policial y militar.
En las protestas incorporaron la consigna «Fuera JOH», las iniciales del presidente Hernández, una frase acuñada por la oposición política, que acusa al gobernante de fraude electoral en su elección de 2013 y su reelección de 2017.
«Hay un ingrediente nuevo (en la crisis): hay odio en la gente. En la revisión que hemos hecho nosotros, ocho de cada 10 jóvenes, no es que no apoyan al presidente, es que lo odian, así como siete de cada 10 adultos», asegura Lobo, miembro del partido de Hernández.
El exmandatario considera que el gobierno ha sido incapaz de atender los problemas económicos y el desempleo que han impulsado a miles de hondureños a emigrar en caravanas.
En el foro Frente a Frente del canal Televicentro, Hernández rechazó el martes las demandas de su renuncia. El trabajo «lo voy a hacer hasta el ultimo día de este mandato» de cuatro años, que termina el 27 de enero 2022, afirmó.
En declaraciones a la AFP, Zelaya considera por su parte que, 10 años después del golpe, la situación en Honduras se ha deteriorado. «Desde 2009, Estados Unidos está apoyando aquí a un gobierno (…) militarizado que reprime la protesta», explicó.
– Protetas, huelgas y sublevaciones –
«Después de diez años, el pueblo está en las calles, (hay) huelgas de empresarios del transporte, sublevaciones hasta de la policía», argumenta Zelaya.
El expresidente recuerda que Naciones Unidas documentó 22 asesinatos durante las protestas contra el supuesto fraude en las elecciones de 2017 y llamó a los militares y policías a «abstenerse de usar la fuerza contra la protesta».
«La dictadura tiene que salir más temprano que tarde, hay una protesta masiva en el país», asegura.
El director de la ONG Centro de Documentación de Honduras (Cedoh), Víctor Meza, afirma que hace unos meses era impensable una declaración como la que hizo la Conferencia Episcopal de la influyente Iglesia Católica contra el gobierno.
Los religiosos dijeron «basta ya» a los abusos del ejecutivo y señalaron que «la gravedad que adquieren muchos conflictos» se debe a la forma incorrecta con que gobiernan los poderes del Estado. «En algunos casos [estos] son los causantes del problema», afirmó la Iglesia.
En otros casos, por no saber resolver los problemas con los recursos propios de una democracia participativa, dejan que se resuelvan con el paso del tiempo y con «eso sólo se agudiza su conflictividad», sentenció la Conferencia Episcopal.
Meza advierte que Hernández es «cada vez más débil dentro de su propio partido y cuanto mayor es el debilitamiento, mayor es la dependencia de los actores que lo sostienen: Estados Unidos y las Fuerzas Armadas».
Según él, «la ingobernabilidad que se mide por los niveles de conflictividad social van en ascenso como lo demuestran las masivas manifestaciones de protesta» sometidas a una violenta represión.