Buenos Aires (AFP) – La histórica final de la Copa Libertadores de América 2018 entre River Plate y Boca Juniors, centenarios archienemigos argentinos, quedó empañada por incidentes que obligó a postergar el partido por una hora, hasta al menos las 21H00 GMT.
El autobus que transportaba al plantel auriazul al estadio Monumental, en el barrio de Núñez, en el norte de Buenos Aires, fue atacado con piedras, palos y gas pimienta por cientos de hinchas de River que esperaban en una curva de una calle cercana al escenario.
Varios jugadores xeneizes, entre ellos el capitán Pablo Pérez, resultaron con laceraciones en los rostros y los brazos producto de los vidrios rotos y los artefactos peligrosos que ingresaron al micro.
Según las imágenes de televisión de varias cadenas deportivas, el vehículo ingresó al estadio con varios vidrios laterales rotos y los jugadores, una vez descendieron, iban tosiendo y con los ojos llorosos por efecto de los gases.
Óscar Moscariello, vicepresidente de Boca, aseguró que «tenemos jugadores heridos, no estamos aptos para jugar. La posición de Boca es que el partido no se puede jugar».
El desplazamiento del automotor se hizo con una fuerte custodia de policía desde el exclusivo sector de Puerto Madero, en el centro de Buenos Aires, hasta el Monumental.
«Fue un descontrol en las últimas calles cerca al Monumental. La policía se vio desbordada ante tanto vandalismo y tuvo que dispersar a los hinchas de River con gases lacrimógenos, que también por efecto del viento y las ventanas rotas ingresaron al micro», anotó, a su turno, Juan Carlos Crespi, exdirigente boquense.
«Esta es una final increíble, fantástica, espectacular. Esto es como una final del mundo», había dicho el viernes en Buenos Aires el presidente de la FIFA, Gianni Infantino.
Ni el más atrevido optimista imaginó que la edición 59 de la Libertadores, tendría como epílogo uno de los grandes clásicos del planeta fútbol, considerado el más pasional por el fervor de sus hinchadas.
El fervor de las hinchadas es el condimento de esta centenaria rivalidad entre Boca y River, uno de los clásicos más vistos y el más popular en el mundo.
Desde 2013 rige en Argentina una prohibición para que las hinchadas visitantes acompañen a sus equipos debidos a recurrentes hechos de violencia.
Boca ha hecho de esta Copa una obsesión, pues persigue el séptimo título para igualar al también argentino Independiente como los máximos ganadores de la Libertadores, mientras que River, que ganó la última hace tres años, busca su cuarta corona.
– La final del honor –
River y Boca son los clubes más populares del país y representan juntos a un 70% de los hinchas, en un país con 44 millones de habitantes donde el fútbol es una obsesión sin distingo de sexo o edades.
Nada más importa en Argentina en estos momentos que el River-Boca.
Ni siquiera la cumbre del G-20, que sesionará en Buenos Aires los próximos viernes y sábado con los líderes de las principales potencias, ha logrado opacar el que será el duelo más recordado entre antiguos vecinos de La Boca.
«Hay que inventar palabras nuevas para este partido. Ya no es un superclásico, es un megasuperclásico», añadió Infantino, entusiasmado por el duelo.
Para los jugadores de ambos clubes es el partido de los sueños, el que tiene mayor repercusión mediática en el país, y del que habla el mundo del fútbol.
«¡Hoy es el cielo o el infierno!», dijo a la AFP Diego Ledesma, de 37 años, un operario textil que lleva a su hijo de 3 años sobre los hombros, y a sus costados una hija de 9 y otro hijo de 14. Todos con los colores millonarios de pies a cabeza a la espera de la apertura de las puertas del Monumental.
«Hice mil locuras por esta camiseta. Con frío o con lluvia gane o pierda vengo a alentar. Esto que vivo hoy no tiene precio», remarcó.
– ¿Cómo se resuelve? –
Sin valor doble para el gol visitante, el 2-2 en la ida dejó abierto el panorama para la vuelta en Núñez, y la localía de River podría ser una ventaja para los de Gallardo. Pero en el fútbol nada está escrito, y nada es tan cierto hasta cuando suena el pitazo final.
La Conmebol recordó que en caso de persistir un empate al término de los 90 minutos se jugará un tiempo extra de 30 minutos (dos tiempos de 15), y si la paridad continúa, se recurrirá a lanzamientos desde el punto penal.
Asimismo, el reglamento les permitirá a los técnicos realizar un cuarto cambio si el partido llega a la prórroga.
Además de contar con el VAR (video asistente arbitral) durante el desarrollo del juego, el sistema también se utilizará por primera vez en la definición por penales, si ésta llegara a sucederse.
El árbitro uruguayo Andrés Cunha podrá consultar el video para verificar y anular algún cobro en caso de que así lo considere.