Maní (Yucatán).- Un descubrimiento arqueológico en el centro de Maní, Yucatán, ha sacado a la luz la devastadora historia del auto de fe celebrado el 12 de julio de 1562, considerado uno de los eventos más destructivos para la cultura maya.
La denuncia original, hecha ante Fray Pedro de Ciudad Rodrigo, sobre la existencia de ídolos y calaveras en una cueva cercana, culminó en la quema masiva de ídolos, códices y otros objetos sagrados.
En 2015, un equipo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) recuperó 548 fragmentos cerámicos en cinco zanjas abiertas para obras de remozamiento del centro de Maní frente al palacio municipal.
Estos fragmentos, en su mayoría de vasijas e incensarios con representaciones antropomorfas, proporcionan una mirada profunda a los objetos destruidos durante el auto de fe.
Tomás Gallareta Negrón, arqueólogo encargado, indicó que el 97 por ciento del material corresponde a vasijas del periodo posclásico tardío (1200-1400 d.C.).
«La mayoría de los restos tenía huellas de exposición al fuego, lo que sugiere que corresponden a ídolos y objetos sagrados destruidos en el auto de fe», explicó Gallareta Negrón.
Este descubrimiento coincide con el análisis de Sylviane Boucher Le Landais y Yoly Palomo Carrillo, quienes identificaron los fragmentos como pertenecientes a tipos cerámicos Chen Mul Modelado y Cehac Hunactí.
La evidencia arqueológica se presentó en la exposición «Ídolos. Persistencias/ Resistencias», en 2023, en el Museo Regional de Antropología de Yucatán. La muestra incluyó una recreación virtual interactiva del auto de fe, realizada por un equipo transdisciplinario coordinado por John F. Chuchiak IV, profesor de la Universidad del Estado de Missouri.
«El auto de fe en Maní fue impulsado por una disputa entre autoridades seculares y la orden franciscana sobre la persecución de la religión maya», comentó Chuchiak.
Durante el evento en 1562, el propio fray Diego de Landa dirigió la destrucción de más de 5.000 ídolos y 27 códices mayas. Maní, una próspera población maya, nunca se recuperó del impacto de este brutal acto, que también incluyó la quema de restos óseos de indígenas considerados idólatras.
«Maní era una de las poblaciones más grandes y económicamente fuertes de la península», recordó Gallareta Negrón. «La destrucción de sus objetos sagrados fue un golpe devastador para la comunidad»
La recreación virtual del auto de fe permitió al público moderno experimentar el horror de ese día, cuando cientos de prisioneros mayas fueron forzados a presenciar la quema de sus objetos más sagrados.
«Más de 6,300 personas fueron investigadas, y 4.549 tenían procesos formales», añadió Chuchiak. «Durante la procesión, 350 nobles indígenas fueron exhibidos, y 64 personas fallecidas fueron quemadas en efigie».
El evento no solo destruyó físicamente los objetos, sino que también buscó erradicar la cultura y la religión maya.
«El proceso de auto de fe de Maní está ampliamente documentado», explicó Chuchiak. «Sabemos las dimensiones de los tablados, el número de intérpretes y cómo fue la procesión y la quema, lo que coincide con los hallazgos arqueológicos».
La exposición «Ídolos. Persistencias/ Resistencias» fue más que una muestra; fue un acto de reconciliación histórica, presentando piezas cerámicas y deidades mayas inmoladas en el auto de fe de Maní, mediante realidades aumentadas y virtuales.
«Esta exposición permitió una comprensión más profunda del impacto cultural del auto de fe y rindió homenaje a las víctimas mayas», concluyó Chuchiak.