Lima (AFP) – Bolivia, Perú y Chile conmemoran este jueves el 140º aniversario de un episodio que condujo al estallido de la Guerra del Pacífico, un conflicto que alteró los mapas y todavía tensiona las relaciones entre estos países.
Bolivia perdió su mar el 14 de febrero de 1879, cuando las tropas chilenas ocuparon el puerto de Antofagasta, cabecera de una región rica en minerales.
La ocupación abrió luego un conflicto bélico que culminó en 1884 con la derrota de los aliados peruano-bolivianos, que tuvieron que cederle 185.000 km² de territorio al enemigo, lo que convirtió a Chile en una potencia minera.
Antofagasta, que ahora es la capital de la minería chilena, celebrará el aniversario de la ocupación con un festival musical para 50.000 espectadores.
«Son 140 años y coincide con el Día de los Enamorados, así que es una fecha importante para celebrar», dice a la AFP la alcaldesa de Antofagasta, Karen Rojo.
Bolivia suele hacer los 14 de febrero un acto público con desfile militar.
– «Resucitan fantasmas» –
La guerra no sólo forma parte de la historia. Marca también el presente y el futuro de los antiguos enemigos.
«Las batallas se libran ahora en la Corte de La Haya», dice a la AFP el escritor chileno Carlos Tromben, autor que de novelas sobre la guerra.
El 1 de octubre la CIJ dictaminó que Chile no tenía obligación de negociar un acceso soberano al Pacífico para Bolivia, un revés para el presidente Evo Morales, quien aseguró que seguirá peleando por una salida al mar.
En 2014, la Corte falló a favor de Perú en una demanda contra Chile, entregándole 20.000 km² de mar, y todavía debe resolver una demanda chilena contra Bolivia por las aguas de un cauce andino.
– Ocupación de Lima –
La guerra fue resultado de pugnas entre Chile y Bolivia por el salitre del Desierto de Atacama, muy cotizado como fertilizante agrícola y materia prima para la pólvora.
Intereses de empresas privadas y una diplomacia británica no necesariamente interesada en promover la paz desempeñaron también su papel, según historiadores bolivianos.
El impuesto de 10 centavos por quintal de salitre que impuso Bolivia en 1878 a la minera chilena de Antofagasta, infringiendo el tratado de límites suscrito cuatro años antes, fue el detonante.
Como la minera se negó a pagar, Bolivia confiscó sus bienes. El día que los iba a subastar, la escuadra chilena ocupó Antofagasta sin disparar un tiro. Santiago dijo que recuperaba un territorio al que había renunciado antes, pese a que el 95% era chilena, porque La Paz había violado el tratado de límites.
Perú se ofreció a mediar, pero terminó envuelto en esta guerra que dejó unos 23.000 muertos, pues tenía desde 1873 un tratado secreto de alianza militar con Bolivia.
«Nos metimos en una guerra para la cual no estabamos para nada preparados», dice a la AFP el historiador peruano Fernando Ayllón, director del Museo del Congreso de Perú.
Las primeras batallas se libraron en el mar entre Perú y Chile. Bolivia no tenía marina ni buques de guerra, aunque poseía 400 km de costa.
Chile consiguió en seis meses el dominio del mar y luego invadió el sur de Perú, donde ganó varias batallas y tomó posesión del salitre peruano, asfixiando a sus enemigos militar y financieramente.
En junio de 1880, los chilenos capturaron el puerto de Arica, último bastión aliado en el sur de Perú. Los bolivianos se replegaron a La Paz para proteger su ciudad, dejando a los golpeados peruanos solos ante el avance invasor, que ocupó Lima en enero de 1881.
– Alto precio de la paz –
La ocupación duró tres años, mientras remanentes peruanos hostigaban a los chilenos en la sierra usando tácticas guerrilleras, hasta que en 1883 un nuevo gobierno de Lima firmó la paz con Chile.
Perú, que quedó sumido en una de las peores crisis de su historia, pagó un alto precio por una guerra que no provocó: tuvo que ceder Arica y la región de Tarapacá, rica en minerales. Ganar territorio en el campo de batalla era usual en esos días: Estados Unidos lo hizo con México en 1846-1848 y Alemania con Francia en 1870-1871.
Bolivia y Chile firmaron en 1884 un «Pacto de Tregua» que puso fin a la guerra y en 1904 un «Tratado de Paz y Amistad» que dio a Santiago el «dominio absoluto y perpetuo» de Antofagasta, sellando el enclaustramiento consumado el Día de San Valentín de 1879.