Ciudad de Guatemala (AFP) – Guatemala conmemoró este miércoles 25 años del fin de la guerra civil que en más de 36 años dejó decenas de miles de muertos y desaparecidos, pero sin que ese desenlace lograra traer la paz y el desarrollo al país centroamericano, denunciaron indígenas locales víctimas de la violencia.
«Lo que vino hace 25 años fue el silencio de las armas, no la paz, porque la paz se construye a partir de (el cumplimiento de) los compromisos suscritos», dijo a la AFP Miguel Itzep, líder indígena durante una protesta frente al Palacio Nacional, en la capital Ciudad de Guatemala.
Itzep, de la etnia maya-k’iche’ y de 71 años, lamentó que un cuarto de siglo después de la firma de los acuerdos de paz los sucesivos gobiernos no hayan dado seguimiento a los pactos que suponían cambios sustanciales para el país.
«La paz para nosotros es posible si se combaten las causas que originaron el conflicto armado interno que es la pobreza, la exclusión social, el racismo y discriminación a los pueblos indígenas», consideró el anciano, quien aseguró fue secuestrado por soldados en 1977 por su trabajo cooperativista en comunidades mayas del oeste del país.
Sin cambios –
La guerra civil en Guatemala estalló en 1960 y se prolongó hasta 1996, año en el que el gobierno y cuatro facciones guerrilleras reunidas en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) firmaron la paz.
El conflicto armado dejó en total más de 200.000 muertos y desaparecidos, según una Comisión de la Verdad auspiciada por Naciones Unidas que en 1999 publicó un informe en el que atribuyó a las fuerzas estatales, sobre todo el Ejército, la mayoría de las masacres y violaciones a los derechos humanos, muchas cometidas en comunidades indígenas.
«Cuando se hablaba de los acuerdos de paz teníamos muchas esperanzas de que la situación iba a cambiar y que íbamos a tener una vida diferente, una vida digna, pero no es así, no ha cambiado mayor cosa», agregó Feliciana Macario, de 52 años, también sobreviviente de la guerra.
La población indígena constituye el 40% de los casi 17 millones habitantes del país, según datos oficiales, aunque líderes de los pueblos originarios consideran que representan el 60%.
La pobreza, que afecta a más de la mitad de la población, suele llegar hasta el 80% en comunidades indígenas.
Antes de la protesta, un grupo de sacerdotes mayas realizó una ceremonia en el sitio arqueológico Kaminal Juyu, en el oeste de Ciudad de Guatemala, también para denunciar el incumplimiento de los acuerdos.
«Realmente la paz que estamos viviendo es una falsa paz porque hay más violencia (criminal y doméstica)», señaló Marcelo Vicente, guía espiritual mam de 36 años.