Caracas (AFP) – El opositor Juan Guaidó busca este miércoles elevar la presión en las calles contra el presidente venezolano, Nicolás Maduro, tras fracasar un alzamiento militar contra el mandatario que aumenta la posibilidad de que sea detenido.
Guaidó había planteado la marcha del 1° de mayo como «la más grande en la historia» de Venezuela; pero está por verse cómo responderán sus seguidores luego de la fallida sublevación del martes para deponer a Maduro.
«A lo largo y ancho de Venezuela estaremos en las calles», dijo el jefe parlamentario, reconocido como presidente interino por medio centenar de países, al renovar la noche del martes su llamado a protestar «de forma sostenida» hasta que caiga el gobierno socialista.
La rebelión encabezada por Guaidó no logró quebrar el apoyo de la cúpula militar a Maduro, quien también convocó a su militancia a marchar este miércoles hacia el palacio presidencial de Miraflores, en Caracas, con motivo del Día del Trabajador.
El movimiento se desinfló a medida que el alto mando reiteró lealtad al líder chavista. Veinticinco insurrectos pidieron asilo en la embajada de Brasil en Caracas, mientras Leopoldo López, liberado por los rebeldes de su prisión domiciliaria y con quien Guaidó lideró el levantamiento, se refugió con su familia en la legación de España.
Al proclamar la derrota de sus adversarios, Maduro advirtió que no quedará impune la «escaramuza golpista», sin mencionar directamente a su oponente.
Guaidó ya se encuentra en la mira de la justicia tras haber sido despojado de su inmunidad parlamentaria por la oficialista Asamblea Constituyente, que lo acusa de «usurpar» las funciones presidenciales.
Miles de personas acudieron para acompañar al dirigente en la base aérea de La Carlota, en la capital, donde Guaidó anunció el levantamiento junto a un pequeño grupo de uniformados.
Disturbios se registraron en varias ciudades, con saldo de un muerto y decenas de heridos, según organizaciones de derechos humanos.
– «Último error» –
Luego de la fallida sublevación, Estados Unidos advirtió al ministro de Defensa, general Vladimir Padrino, que está ante la «última oportunidad» de romper con Maduro.
Según John Bolton, asesor de seguridad del gobierno estadounidense, Padrino se había comprometido a apoyar el «derrocamiento» del mandatario.
Maduro «tenía un avión en la pista, estaba listo para irse (…) y los rusos le dijeron que debería quedarse», dijo en tanto el secretario de Estado, Mike Pompeo, a CNN, indicando que el gobernante planeaba huir a La Habana.
Guaidó reafirmó esa versión, pero Maduro la desmintió: «Hasta dónde llega la falta de seriedad, la insensatez, la locura, la mentira».
La Casa Blanca, que no descarta una acción armada, reiteró que todas las opciones están sobre la mesa. En repetidas ocasiones ha alertado que encarcelar a Guaidó sería el «último error de la dictadura».
El politólogo Luis Salamanca considera que la insurrección buscaba «desencadenar otras acciones militares», pero que el escenario ahora es de mayor incertidumbre. «No sabe uno a quién creerle», dijo a la AFP.
– Pulso por militares –
Guaidó reivindica que las fisuras abiertas por el alzamiento demuestran que Maduro ya no controla a la Fuerza Armada. «Hay soldados dispuestos a defender la Constitución, y quedan muchos más», sostuvo.
Salamanca estima que Maduro y Guaidó entraron de lleno en una disputa por el respaldo de los militares, pilares del mandatario, a quienes según expertos éste les ha otorgado amplia participación en el manejo de la renta petrolera.
«La lucha ahora es para ganarse a los militares. Algunos han sido ganados por Guaidó, pero los jerarcas siguen del lado del gobierno», expresó el analista.
El empeoramiento de la crisis económica, con la entrada en vigor de un embargo estadounidense al crudo venezolano, provocará un desgaste en las filas castrenses que entrará a jugar en esa pugna, observa Salamanca.
Guaidó, ingeniero de 35 años, se proclamó presidente encargado el 23 de enero, luego de que el Legislativo, de mayoría opositora, declarara que Maduro usurpa el cargo por haber asumido un segundo mandato, el 10 de enero, fruto de «elecciones fraudulentas».