Ciudad de Panamá (AFP) – El papa Francisco salió el viernes en defensa de los migrantes ante los brotes de xenofobia y criticó que sean vistos como «mal social», en una intensa jornada en la que rondó de nuevo el escándalo de los abusos sexuales en la Iglesia.
Durante su tercer día de visita a Panamá, donde encabeza la Jornada Mundial de la Juventud, el pontífice también reprochó los «muros invisibles» que dividen a la sociedad entre «buenos y malos».
Su mensaje resuena fuerte en una América Latina, la región con más católicos, enfrentada a un movimiento migratorio sin antecedentes.
Caravanas de centroamericanos desafían el empeño del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de levantar un muro en la frontera con México para frenar la inmigración ilegal.
Francisco fue enfático en un encuentro de masas con los jóvenes: «Queremos ser la Iglesia (…) que no estigmatice y menos generalice en la más absurda e irresponsable condena de identificar a todo emigrante como portador de mal social».
El líder de los católicos reiteró su compromiso de «acoger, proteger (…) e integrar» a las personas que son forzadas a huir por la violencia y la falta de oportunidades como en el caso de Centroamérica, o por el colapso económico y la pugna por el poder como sucede en Venezuela.
Francisco hizo emocionar a la multitud de jóvenes que soportaron varias horas de sol en el paseo marítimo de Ciudad de Panamá. Los organizadores calcularon unos 400.000 asistentes.
Uno de ellos, el salvadoreño Herberth Cruz, evocó con las palabras del papa el temor en su barrio.
«A mis vecinos les tocó emigrar por las pandillas porque solo con pasar de una calle a otra a uno lo podían matar. Yo no podía ir a misa en mi parroquia, porque era territorio de otra banda», contó a la AFP este universitario de 29 años.
– «Medidas concretas» –
En el marco de una intensa jornada en la que el papa se dio el tiempo hasta de cantarle el cumpleaños a una «viejita», reflotó el escándalo por los abusos sexuales y su encubrimiento en la iglesia católica.
Aunque esta vez no ha hecho ninguna referencia al bochornoso expediente de agresiones, es una cuestión que está «en el corazón y en la mente de Francisco», manifestó el director de prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti.
Por lo tanto quiere que se adopten «medidas concretas» para combatir esta «terrible plaga» en la reunión de obispos que se llevará a cabo del 21 al 24 de febrero, agregó.
El escándalo ha minado la credibilidad de la institución milenaria, que el año pasado fue nuevamente sacudida por escándalos en Chile, Estados Unidos y Alemania.
– ¿Un milagro de Francisco? –
Tras denunciar en las jornadas previas la corrupción política, la violencia y la «plaga» de los feminicidios, Francisco dedicó su día a llevar un mensaje de aliento a los menores presos en una cárcel de las afueras de Ciudad de Panamá.
Conmovido, escuchó temprano el testimonio de Luis, quien le compartió su sueño de ser un chef internacional una vez termine de pagar su pena.
En un gesto hacia el papa, el gobierno anunció luego la liberación de Luis y la de otros ocho menores.
«No hay palabras para describir la libertad que siento en este momento», le dijo el muchacho, condenado desde 2016 por un delito mantenido en reserva por los organizadores.
Antes de salir del Centro de Cumplimiento de Menores Las Garzas de Pacora, en las afueras de Ciudad de Panamá, el pontífice recibió en confesión a cinco jóvenes reclusos.
Allí, Francisco cuestionó en su mensaje los «rótulos y estigmas» y la «cultura del adjetivo» que descalifica de una «vez para siempre».
Son «rótulos que, en definitiva, lo único que logran es dividir: acá están los buenos y allá están los malos», sostuvo.
Esa actitud -enfatizó el papa- «contamina todo porque levanta un muro invisible que hace creer que marginando, separando o aislando se resuelven mágicamente todos los problemas».
En medio del mensaje papal contra los estigmas, un pequeño grupo LGBT quiso llamar la atención con un «besatón» frente a una iglesia. «¡Amor es amor!», gritaban los manifestantes.
«Dicen que es irrespetuoso que nos besemos frente a una iglesia. Yo les hago una pregunta: ¿por qué no es irrespetuoso cuando lo hacen los heterosexuales? ¿Es que soy una aberración? Nosotros existimos», dijo a la AFP Samirah Armengol, de 39 años, tras besar a su novia Basch Beitia, de 25.