Ciudad de México (México).- En el corazón de la Ciudad de México, la Zona Arqueológica de Tlatelolco conmemora este 2024 ochenta años desde que comenzaron las primeras exploraciones en su suelo cargado de historia.
Este aniversario se celebra con una serie de excavaciones que continúan revelando secretos de civilizaciones pasadas, siendo el más reciente el descubrimiento de una caja de ofrenda que data de hace más de siete siglos.
El Proyecto Tlatelolco, gestionado por la Secretaría de Cultura federal a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha sido fundamental en la conservación de esta área, especialmente tras el daño sufrido por una tormenta con granizo en abril de 2022.
Gracias a los recursos obtenidos del seguro institucional, no solo se ha podido restaurar la estructura dañada, sino que también se ha avanzado significativamente en la exploración del Gran Basamento, una estructura esencial en la vida ritual de los tlatelolcas.
Salvador Guilliem Arroyo, director del proyecto, explica la importancia del Gran Basamento comparándolo con la Casa de las Águilas en Tenochtitlan, sugiriendo que este lugar pudo haber sido un centro de culto para la élite militar, dedicado a Tezcatlipoca negro, una deidad prominente en la mitología mesoamericana.
Los arqueólogos Francisco Javier Laue Padilla y Paola Silva Álvarez, trabajando en el sitio, describen emocionados cómo, siguiendo una grieta en el suelo, descubrieron una cista sellada con losas de andesita, debajo de las cuales encontraron una caja de ofrenda llena de navajillas y cuchillos de obsidiana, junto con bloques de copal, evidencia clara de rituales de autosacrificio llevados a cabo por sacerdotes y líderes tlatelolcas.
Esta caja de ofrenda no solo arroja luz sobre las prácticas religiosas de la época, sino que también podría contener más materiales aún no descubiertos, lo que sugiere que este lugar aún tiene muchos secretos por revelar.
Conforme avanza el registro de los hallazgos, que incluye dibujos y levantamientos fotogramétricos, se espera obtener una imagen más completa de las actividades rituales que se llevaban a cabo en este importante centro ceremonial.
Además, otros miembros del equipo de la Zona Arqueológica de Tlatelolco están explorando diferentes áreas del Gran Basamento.
Por ejemplo, Jessica González Raya, estudiante de arqueología, está investigando la Ofrenda 28, que incluye comales cerámicos usados en rituales de quema, mientras que Miguel Ángel Marín Hernández y Germán Olivares Terrez excavan entierros de una fosa común descubierta recientemente, proporcionando así un sombrío recordatorio de la epidemia de cólera de 1833 que devastó esta región.
Este sitio arqueológico, una ventana al pasado, no solo nos ofrece un vistazo a la vida cotidiana y religiosa de los tlatelolcas, sino que también nos recuerda la fragilidad y la fuerza de las civilizaciones humanas.
Con cada capa de tierra removida, Tlatelolco sigue contando su historia, demostrando ser un testimonio vital de nuestro rico patrimonio cultural.