México (AFP) – El prodigio de las tecnologías robótica y médica se resume en la candorosa sonrisa y el pulgar arriba de David, un niño mexicano de ocho años con parálisis cerebral al que un sofisticado exoesqueleto le ofrece la capacidad de jugar.
Con el dispositivo anexado a sus piernas y parte del tórax, David desafía diagnósticos y al destino mismo cuando camina por la sala de terapia, lanzando pelotas a todo el que se anime a jugar con él, o se para resuelto frente a un espejo donde dibuja caritas risueñas con rotuladores de colores.
La parálisis no solo lo había postrado por años en una silla de ruedas, sino que le causó una sordera que lo obliga a comunicarse con lenguaje de señas. Aun así, su sonrisa triunfal, los brazos en alto y el sonido expansivo de su voz expresan rotunda felicidad.
«Veo que a sus pies les da más fuerza y veo mejoría en el caminar (…). Está ahí dando sus primeros pasos, eso es una alegría para él, está muy contento», dice Guadalupe Cardoso, su madre, sobre los progresos de David usando el exoesqueleto.
Esta es su tercera sesión de terapia de «rehabilitación neuro-robótica» con el dispositivo que le permite pararse y caminar sin necesidad de un andador o del brazo de sus padres.
«Primero le daba como miedo y estaban las manos muy tensas y ahorita veo que agarró el plumón y empezó a dibujar o [jugar con] la pelota», describe Cardoso, de 41 años, con inocultable alegría.
Mientras la mamá acompaña muy de cerca los ejercicios de David, su padre Sergio Zavala registra cada nuevo logro con la cámara de su teléfono.
El agotador trayecto de casi dos horas desde su casa en la popular alcaldía Tláhuac, en el sur de Ciudad de México, hasta su terapia en el céntrico barrio Doctores queda totalmente justificado, asegura Cardoso.
Mejoría en «tiempo récord» –
El exoesqueleto pediátrico Atlas 2030, que le valió a su creadora la española Elena García Armada el premio Inventor Europeo de 2022, se emplea en México desde hace apenas dos semanas gracias a la gestión de la Asociación Pro Personas con Parálisis Cerebral (APAC), organización privada fundada en 1970.
Es el tercer país después de España y Francia en ofrecer tratamiento con este desarrollo, valuado en unos 250.000 dólares, con el que en una primera etapa esperan atender a unos 200 niños afectados por la enfermedad.
«La segunda semana de noviembre ya tendremos el segundo exoesqueleto aquí en la ciudad de México, gracias a que justamente estamos viendo los resultados con los niños, y que queremos seguir trabajando y potencializando», anticipa a la AFP Guadalupe Maldonado, directora de la APAC.
La gran ventaja del robot es que ayuda «en un tiempo récord a conseguir objetivos en rehabilitación» que tardarían meses en lograrse con terapias convencionales, como el fortalecimiento muscular, la mejora de los sistemas digestivo y pulmonar, pero sobre todo un notable subidón anímico, destaca Maldonado.
Sumada a la moderna herramienta tecnológica está la encomiable labor de los terapeutas que, con suma paciencia y dedicación, colocan el exoesqueleto en los niños con parálisis cerebral y supervisan cada ejercicio, celebrando con aplausos y sonrisas sus progresos.
«Nos da mucha emoción que podamos tener el exoesqueleto y que podamos incluso emplearlo (…) para poder lograr todo esto. Nos motiva mucho como terapeutas que vamos a poder alcanzar muchas cosas en un futuro», señala Arturo Palafox, un joven especialista de 28 años.