Los Ángeles, 31 ene (EFE).- En la última década, las grandes ciudades del país han visto crecer el negocio de los camiones de comida ambulante, éxito que animó a muchos hispanos a ampliar su negocio con restaurantes en los que ofrecen su menú a clientes menos apresurados pero ávidos de la misma calidad y originalidad.
«Un negocio ambulante siempre es difícil, uno tiene que estar al tanto, (ya sea) de una queja de la policía o para conseguir estacionamiento. Es más difícil que tener un negocio establecido» explica a Efe Zeferino García, dueño de dos restaurantes en Los Ángeles.
García, oriundo de Oaxaca, inició en los años noventa su propio negocio de comida ambulante en las calles de Los Ángeles. En ese entonces, el inmigrante deseaba crecer y llegar a tener un camión de comida (lonchera).
«La gente va a preferir comprarle a la ‘lonchera’ que comprarme a mi y dije un día voy a tener una», recordó.
Pero cuando logró su sueño, el inmigrante encontró que los camiones de comida comparten los mismos obstáculos de los vendedores ambulantes. Los permisos para estacionarse, las quejas de los dueños de locales y las multas impuestas hacen parte de los problemas con los que las «loncheras» tienen que lidiar.
García decidió entonces apostarle a los restaurantes, un negocio tan pujante que la Asociación Nacional de Restaurantes proyectó que las ventas alcanzarían 782.700 millones de dólares en ventas en el 2016.
La industria de los restaurantes emplea casi a 15 millones de personas en el país, la mayoría inmigrantes, de los cuales se calcula que 1,3 no tienen permiso de trabajo.
La historia de García, que llegó en busca de oportunidades a Estados Unidos y ahora emplea a más de 80 personas, se replica por todo el país.
En Tucson (Arizona), Daniel Contreras, de 66 años y mejor conocido como el «El Güero canelo», comenzó su negocio en octubre de 1993 con un carro de comida especializado en perros calientes al estilo Sonora. Tres años después de arduo trabajo inauguró su primer restaurante.
El inmigrante mexicano ahora tiene cinco locales en Arizona, fábrica sus propias tortillas y pan, con lo que emplea a más de 150 personas.
García y Contreras comenzaron desde abajo en la industria de la comida. Como muchos inmigrantes, lavaron platos en restaurantes y fueron avanzando hasta poder reunir el dinero y poner su propio negocio ambulante en la década de los 90.
Pero en los últimos años el negocio de los camiones de comida se ha ido transformando, los platos, tanto sencillos como «gourmet» y a precios accesibles, le dieron un empuje a estas empresas rodantes.
Intuit Financial Network proyecta que este año los camiones de comida ambulante producirán 2.700 millones de dólares, lo que supondrá al menos triplicar las cifras de 2012.
El chef Carlos Salgado aprovechó el éxito de lo «food trucks» y, tras trabajar en el área de los videojuegos, regresó a sus raíces mexicanas y comenzó a vender comida en su camión.
Tras formar su clientela, Salgado abrió «Taco María», el restaurante ubicado en Costa Mesa California que le ha ayudado a convertirse en uno de los más conocidos chefs de la región.
Según Leslie Shedd, vocera de la Asociación Nacional de Restaurantes, actualmente no existen números de cuántos dueños de camiones de comida han pasado a abrir restaurantes, no obstante el fenómeno se ve a lo largo del país.
Y Matt Geller, director de National Food Truck Association, asegura que la tendencia actual no sitúa a los camiones de comida por debajo de los restaurantes, sino los convierte en una ramificación muy rentable del negocio.
«No pelean entre sí estos negocios, muchos de los dueños de restaurantes usan el camión como una valla de publicidad móvil. Entonces puedes ir a muchas partes con tu comida y hacer publicidad», explicó a Efe.
A pesar del buen desempeño en la rentabilidad de los camiones de comida, la alta competencia y las regulaciones de las ciudades limitan el crecimiento de la industria.
Para García, quién es dueño de los restaurantes «Expresión Oaxaqueña» y «El Chapulín», además de estos obstáculos las «loncheras» limitan a los dueños que quieren expandir sus negocios.
«Yo quería un día dejar mi negocio trabajando con otras personas y poder hacer otras cosas», insistió.
No obstante, los camiones de comida siguen siendo una opción para los que quieren comenzar como empresarios en la industria de la comida, especialmente para los inmigrantes hispanos.
«Iniciar con una ‘lonchera’ y más adelante un local, un restaurante» es una gran opción, asegura Dulce María Caro, mesera de Expresión Oaxaqueña.
Aunque las perspectivas de ambos negocios son de crecimiento, empresarios como García creen que el éxito depende de la calidad de la comida y de una receta con la que nadie pueda competir: «Siempre gana la originalidad».