Ciudad de México (México).- Por primera vez, el Museo de Arte de Raleigh, Carolina del Norte, se convirtió en el hogar temporal de una impresionante pieza de arte mexica, marcando un hito significativo en la apreciación de las culturas prehispánicas en Estados Unidos.
La escultura del Atlante mexica, proveniente de los acervos del Museo Nacional de Antropología (MNA) en México, fue parte central de la exhibición «Culturas de Perú y México antes de la conquista española», la cual se llevó a cabo del 1 de octubre de 2022 al 28 de julio de 2024.
Durante casi dos años, la escultura fascinó a un total de 477.215 visitantes, demostrando el creciente interés y reconocimiento de las ricas tradiciones y artefactos históricos de América Latina en el extranjero.
La pieza, una estatua de piedra andesita de 120 centímetros de alto, forma parte del periodo Posclásico Tardío (1200-1521 d.C.) y es un testimonio monumental de la habilidad y estética de la civilización mexica.
El préstamo de esta pieza por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) no solo enriqueció el guion curatorial del Museo de Arte de Carolina del Norte, sino que también simbolizó un puente cultural entre México y Estados Unidos, especialmente significativo para la numerosa población latina residente en Carolina del Norte, estimada en casi medio millón de personas.
La nueva instalación en el museo brindó a las culturas de la América antigua un lugar privilegiado, comparable en espacio y consideración a las antiquísimas colecciones de arte africano y europeo.
«Antes de esta reinstalación, las piezas latinoamericanas se confinaban a un espacio reducido que dificultaba la exploración de las complejidades de estas culturas», comentó Ángel González López, curador de las colecciones de la América antigua del museo.
«Con la nueva disposición, el espacio dedicado ha crecido un 400 por ciento, ofreciendo tres galerías completas para su exhibición».
El proceso de reinstalación comenzó en 2020, como un reconocimiento a la creciente influencia y presencia latina en los Estados Unidos, y como parte de un esfuerzo más amplio para valorar y reflexionar sobre grupos históricamente marginados.
Este enfoque renovado incluye guiones curatoriales actualizados y recorridos disponibles en español, facilitando así una experiencia más inclusiva y educativa para todos los visitantes.
El atlante se exhibió orgullosamente en el centro de una de las tres nuevas galerías, no solo como un objeto de arte, sino como un punto de conexión cultural profundo que enlaza a los visitantes con las tradiciones de siete países latinoamericanos representados en la colección permanente.
Representa a un guerrero de pie, con detalles como un lanzadardos y un escudo, y adornos que simbolizan creencias profundas en el más allá, donde los guerreros y las personas sacrificadas se creían transformados en mariposas o aves con plumas brillantes.
La escultura, además, conserva pigmentos azul y rojo, sugiriendo que en su apogeo estaba ricamente decorada, lo que añade a su importancia tanto artística como histórica. Fue originalmente encontrada en la calle República de Argentina, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, y se cree que adornaba el templo de Mixcóatl, dios de la cacería.
La respuesta del público fue abrumadoramente positiva, reflejando una conexión palpable con la representación de un guerrero mesoamericano y, por extensión, con la propia historia latinoamericana que continúa resonando hasta hoy.
Con su regreso al Museo Nacional de Antropología en México, el Atlante no solo lleva consigo las historias de su pasado, sino también las de los miles que lo admiraron en un continente diferente, demostrando el poder del arte y la cultura para unir a las personas más allá de las fronteras geográficas y temporales.