La Paz (AFP) – De regreso en Bolivia tras un año de exilio, el expresidente Evo Morales está tratando de recuperar un papel protagónico en la política nacional, lo que es visto por algunos como un afán de cogobernar con su delfín Luis Arce.
Ocho días después de volver desde Argentina, Morales retomó la jefatura del Movimiento Al Socialismo (MAS), que está nuevamente en el poder un año después de la caída del primer gobernante indígena del país andino.
Llamado el «jefazo» por sus simpatizantes, Morales ejerció un fuerte liderazgo en el MAS durante sus 14 años de gobierno (2006-2019). Por ello algunos creen que el retomar la conducción del partido es una señal de que busca «cogobernar» con Arce.
Morales «se muestra como si él estuviera cogobernando con el gobierno, porque empieza a emitir juicios sobre política pública (…) como si él fuera parte, no quiere renunciar a su rol de autoridad», dice a la AFP la socióloga María Teresa Zegada.
El expresidente encarna «una presencia personal muy fuerte que en 14 años de gobierno ha jugado un rol fundamental» y el MAS «se caracteriza por un fuerte caudillismo alrededor de Morales», agrega.
«Ha vuelto al país muy rápido, porque necesitaba resolver tres cosas: las denuncias (judiciales) en su contra (…); tomar la conducción política de su partido; y definir las relaciones entre su partido y el gobierno», indica por su parte a la AFP el analista político Carlos Borth.
Morales ahora «está tratando de establecer un escenario de relacionamiento entre el caudillo, la organización política y el gobierno», añade.
Borth cree que las acciones del exmandatario están empezando a incomodar a Arce, porque «hay un juego de ajedrez entre el presidente y Evo Morales, cada uno tiene sus fichas, sus peones, sus alfiles, sus líderes regionales».
«¿Ceder espacios?» –
El exministro de Gobierno (Interior) Carlos Romero, estrecho colaborador del líder del MAS, afirma que si bien Arce es el gobernante «legítimo» de Bolivia, «la dirección política estratégica del proceso es de Evo Morales».
El expresidente de 61 años encabezó una reunión partidaria el pasado fin de semana para definir la estrategia del MAS en las elecciones de gobernadores y alcaldes de marzo de 2021.
Esta estrategia de campaña empieza a ser esbozada mientras algunas voces del MAS critican a Arce por haber excluido de su gabinete a hombres cercanos al «jefazo».
Es el caso del exministro Juan Ramón Quintana, quien estuvo refugiado un año en la residencia mexicana en La Paz bajo el gobierno interino derechista y afirma que Arce debe incorporar al gobierno a los cercanos a Morales.
El expresidente centrista Carlos Mesa, el principal rival de Arce en las pasadas elecciones, manifiesta que el nuevo mandatario enfrenta la encrucijada de ceder o no más espacios de poder al exmandatario.
«Morales y los suyos han vuelto para, una vez ganado el gobierno, retomar todo el poder», afirma Mesa, quien dirigió Bolivia de 2003 a 2005.
«Habrá que ver si Arce tiene alguna intención de gobernar de verdad o si se avendrá a ceder espacios al expresidente y sus fuerzas corporativas», agrega.
«Recordman» –
Líder de los aguerridos cocaleros del Chapare, en la región central de Cochabamba, Morales llegó a la presidencia en 2006 y sus 14 años de gobierno lo convirtieron en «recordman», como el mandatario boliviano con más tiempo en el poder.
Fue reelegido en 2010 y 2015, pero en febrero de 2016 perdió un referéndum en el que buscaba ser habilitado nuevamente como candidato para el periodo 2020-2025.
Un año y medio más tarde, un polémico fallo del Tribunal Constitucional de Bolivia le permitió ser nuevamente candidato, bajo el argumento de que se trataba de un «derecho humano».
Morales buscó su cuarto mandato al hilo en octubre de 2019, bajo críticas de sus adversarios de que buscaba perpetuarse en el poder de manera indefinida.
Oficialmente ganó, pero esas elecciones fueron denunciadas como fraudulentas por la oposición y comenzaron protestas sociales en todo el país, que dejaron unos 35 muertos.
Tres semanas después, los jefes militares y de la policía le quitaron todo respaldo, por lo que Morales dimitió y partió asilado a México. Luego se refugió en Argentina, desde donde retornó al país el 9 de noviembre, después de la aplastante victoria electoral de Arce.
Ahora el «jefazo» parece decidido a retomar el manejo de los hilos de la política boliviana, lo que puede interferir en la gestión de su delfín.