México (AFP) – Eugenio Caballero, artífice de una notable recreación de la Ciudad de México de los años 1970 en la aclamada «Roma», de Alfonso Cuarón, urdió una suerte de geografía y arquitectura sentimental del cineasta, y la suya propia, al reproducir un barrio que sintetiza a la gigantesca urbe.
Las colonias Roma y Condesa, cerca del centro de la capital, «son mi casa, es donde yo crecí», dice a la AFP Caballero, director de arte de decenas de filmes y nominado al Óscar por el diseño de producción de «Roma», una de las 10 categorías en las que compite la cinta.
Sus abuelos vivían en la calle de Quintana Roo, a pocas cuadras del viejo hogar de los Cuarón en la calle Tepeji y cuya exacta fisonomía de hace medio siglo reconstruyó hasta el más mínimo detalle para la película.
«Mis recuerdos de infancia son con los primos caminando en el barrio», dice Caballero, quien vivía en Condesa, un barrio históricamente hermanado con Roma en una unidad urbana dinámica, favorita de turistas y extranjeros que se afincan en la ciudad.
La memoria fue columna vertebral del proceso creativo que supuso no solo recrear físicamente una época, sino fijarse en sonidos, perfumes, objetos o esquinas del barrio con significado para el autor, explica.
«Estaba metiéndome en las memorias de alguien (…) Probablemente es el director con el que más he hablado en un proceso de preproducción en ninguna de mis 30 películas», dice el ganador del Óscar en 2007 por «El laberinto del fauno».
Caballero se declara tan «obsesivo» como Cuarón en su trabajo, una seña de la generación de oscarizados cineastas mexicanos que iniciaron su carrera hace tres décadas y que incluye también a Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu.
«Había que ser muy obstinado, muy testarudo, muy necio, para seguir haciendo cine» pese a las limitaciones, afirma.
– Ingenio y magia –
El ingenio fue otro ingrediente importante en «Roma», donde pese a contar con un presupuesto holgado en comparación con el promedio de las producciones latinoamericanas, siempre se buscó ahorrar recursos e incluso reciclar elementos.
Así, la reproducción íntegra de un transitado cruce de calles de unos 250 metros de longitud y seis metros de alto para una de las escenas -cuando parte de la familia acude a un cine hoy desaparecido sobre la céntrica avenida de los Insurgentes- fue reutilizada.
«Cambiamos fachadas para que pareciera otra avenida y en otro lugar», relata Caballero.
La reproducción del cine Las Américas y las avenidas aledañas fue una de las más impresionantes para los espectadores nativos de Ciudad de México mayores de 40 años, que elogiaron en medios y redes sociales la réplica fiel de edificios, veredas y hasta el viejo tranvía que pasaba por ahí.
«La recreación de época tiene que ser así, cualquier cosa que no esté o que no coincida con la época rompe la magia», sentencia Caballero.
A juicio de expertos como Rodrigo Hidalgo, investigador histórico del proyecto La Ciudad de México en el Tiempo, la recreación es «extraordinaria» y revela un cuidadoso estudio visual y de documentación histórica.
«Te introduce en la atmósfera de 1970, 1971 y la verdad creo que es el mérito principal de la película», dice a la AFP.
– Su barrio, su lugar –
La reconstrucción del espacio urbano trasciende lo material y toca las emociones de quienes lo habitaron, como el propio Caballero.
El creativo sigue sintiendo a Roma y Condesa como su «lugar». Aunque su trabajo lo mantiene largas temporadas fuera de México, mantiene fresco el descubrimiento de sus calles, que recorría siendo adolescente.
«Me marcaron como ser humano y como creador», dice.
«En muchas de las calles de la colonia Roma y algunas de la Condesa, había ruinas, era una ciudad en ruinas», recuerda Caballero, que vivió con 13 años el potente terremoto que destruyó en septiembre de 1985 buena parte del centro de la capital y dejó más de 10.000 muertos.
Hoy celebra el remozado espíritu de esta zona de la ciudad, que desde su nacimiento a inicios del siglo XX ha reflejado los vaivenes y la complejidad de la sociedad mexicana.
«Qué bien que las sociedades cambien, que los barrios cambien y que llegue una nueva generación y que tome los valores también que tienen ciertos barrios», dice Caballero.
Para el investigador Hidalgo, el éxito de la película constituye una oportunidad magnífica para destacar el papel de Roma como «testigo del pulso de la ciudad», con su diversidad e importancia histórica. «Es como una pequeña muestra esquemática de lo que es la Ciudad de México», concluye.