Santiago (AFP) – Nuevos enfrentamientos estallaron este sábado en varios puntos de Santiago pese a que rige un estado de emergencia tras la explosión de furia callejera el viernes que provocó grandes daños al Metro de Santiago.
La situación de descontrol social, que disparó el aumento de la tarifa del metro esta semana, obligó al gobierno a sacar a los militares a las calles por primera vez desde que Chile recuperó la democracia en 1990.
Lo que este sábado comenzó con un cacerolazo popular, con miles de familias haciendo sonar ollas y sartenes, derivó en enfrentamientos entre encapuchados y las fuerzas especiales de la policía en la céntrica Plaza Italia, el frontis de la casa de Gobierno, la plaza de armas de Maipú y algunos sectores de la comuna de Puente Alto, constató la AFP, que también vio cómo incendiaban cinco autobuses en pleno centro.
En la Plaza Italia, escenario de algunos de los peores protestas del viernes, se desplegaron decenas de militares, incrementando la molestia de los manifestantes, alguno de los cuales los increparon directamente o les enrostraron fotografías de desaparecidos durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), que se saldó con más de 3.200 muertos y desaparecidos.
En varios lugares, como las comunas de Ñuñoa y Providencia, los vecinos salieron pacíficamente a las calles para hacer sonar sus ollas, al igual que en otras regiones y ciudades como Valparaíso y Viña del Mar.
– «Basta de abusos» –
Bajo gritos de «basta de abusos» y con la consigna en redes sociales «ChileDespertó», el país enfrenta las peores revueltas sociales en varias décadas disparadas por el alza de 800 a 830 pesos (unos 1,17 dólares) en las tarifas del metro.
Pero pronto derivaron en reclamos contra un modelo económico donde el acceso a la salud y la educación es prácticamente privado, contra la desigualdad social, las bajas pensiones y el alza de los servicios básicos, entre otras demandas, con una fuerza que ha descolocado al gobierno de Sebastián Piñera.
El mandatario demoró horas antes emitir un mensaje de calma y decretar el Estado de Emergencia pasada la medianoche del viernes, cuando el caos se extendía por todo Santiago, con enfrentamientos en varios puntos, saqueos, ataques a las estaciones del Metro e incendios.
El saldo: 308 detenidos, 156 policías heridos y 11 denuncias de civiles heridos.
Una fotografía de Piñera comiendo pizza con su familia en un restaurante de Santiago en el mismo momento que Santiago ardía, azuzó aún más la furia en un país con un largo historial de protestas violentas pero que en los últimos años se mantenía en relativa calma.
Este sábado Piñera anunció la puesta en marcha de un plan que «va a permitir mitigar el impacto que el alza en el precio del pasaje del Metro ha tenido y va a tener en los sectores más vulnerables y en la clase media necesitada», sin entregar más detalles.
– «Chile era una olla a presión» –
«Es triste pero esta destrucción fue la manera que tuvo la gente para que la escuchen. Chile era una olla a presión y estalló así de la peor manera, porque nos dejaron sin Metro», comentó a la AFP María, una empleada estatal que esperaba tomar un autobús tras la furia del viernes.
Convocados inicialmente por redes sociales bajo la consigna #EvasionMasivaTodoElDia en rechazo al alza del pasaje del Metro, principalmente estudiantes se congregaron para derribar las rejas de acceso y saltar los torniquetes del ferrocarril metropolitano.
Cuarenta y una estaciones de Metro fueron destruidas, algunas de ellas quedaron completamente quemadas.
Con casi 140 km, el metro es el de mayor extensión de Sudamérica y motivo de orgullo para los chilenos. Es el eje central del transporte público, con tres millones de pasajeros -de los siete millones de habitantes de la capital- diarios.
La masiva protesta tomó por sorpresa al gobierno de Piñera, que sólo días antes había afirmado que Chile era una especie de «oasis» en la región.
Con el ingreso per cápita más alto de América Latina, un crecimiento estimado para este año de 2,5% del PIB y una inflación del 2%, el malestar en la sociedad chilena creció a la par de sucesivas alzas en los costos de la salud y la electricidad, las bajas pensiones y una crónica -y elevada- desigualdad social.
La «perplejidad y el aturdimiento, la sorpresa del gobierno frente a esta explosión social nos tiene que hacer reflexionar por la calidad de los organismos de inteligencia; la sensación es que el gobierno tuvo una reacción demasiado lenta», dijo a la AFP el analista de la Universidad de Santiago Marcelo Mella.