Montevideo (AFP) – América Latina comienza a suavizar las medidas ante el coronavirus en busca de la «nueva normalidad», pero la amenaza de que lo peor está por llegar le acecha y los expertos advierten que bajar la guardia puede ser «desastroso».
Dos meses después de registrar en Sao Paulo el primer caso, la cifra supera los 10.000 muertos y los 200.000 contagiados en esta región con 1.010 millones de habitantes, lejos aún de los crudos números de Estados Unidos, Italia o España.
Brasil encabeza los decesos (5.017), y le siguen México (1.569), Perú (943), Ecuador (883), República Dominicana (293) y Colombia (278), según un recuento de la AFP del miércoles a las 21H30 GMT a partir de fuentes oficiales.
La respuesta rápida de los gobiernos, con cierres de fronteras, cuarentenas obligatorias e incluso toques de queda, les permitió ganar tiempo para ampliar la capacidad de atención reconvirtiendo centros de convenciones en salas hospitalarias, adquiriendo equipos y sumando hospitales privados a la campaña.
Pero ahora tratan de hallar un equilibrio entre estas medidas de contención y la reactivación económica, y tras el shock inicial, las poblaciones comienzan a salir del letargo.
Uruguay reabrió sus escuelas rurales y Costa Rica sus cines y gimnasios. Argentina, donde el confinamiento ha sido estricto, anunció su flexibilización en ciudades con menos de 500.000 habitantes y permite salidas de una hora diaria.
Incluso Ecuador, cuyas imágenes de los cadáveres en las calles de Guayaquil impactaron al mundo, optó por disminuir el nivel de alerta, cuando registra más de 24.000 casos de coronavirus, incluidos 883 muertos, lo que lo hace proporcionalmente el país latinoamericano más golpeado. El lunes pasará de la fase del «aislamiento» a la del «distanciamiento» por zonas y de acuerdo al nivel de riesgo.
Pero «relajar las medidas de inmediato podría ser desastroso», dijo a la AFP el director del departamento de enfermedades transmisibles y análisis de salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Marcos Espinal.
Los países «no deben bajar la guardia hasta que no veamos signos de que el brote no solamente haya llegado a su pico, sino que tengamos varios días con una disminución constante de los casos», agregó.
El organismo compara el escenario actual de la región al de Europa hace seis semanas y espera que el número de casos aumente.
El campo, más vulnerable
México «está domando la pandemia», anunció días atrás el presidente Andrés Manuel López Obrador, inicialmente reacio a tomar medidas básicas como suspender grandes eventos.
Según datos de la secretaría mexicana de salud, la infraestructura hospitalaria para atender infecciones respiratorias graves no llega todavía al 30% de ocupación. El mayor problema es la falta de personal médico, denunció Alejandro Svarch, encargado de la coordinación nacional médica del Instituto de Salud para el Bienestar.
«Deberíamos de tener 3,4 médicos por cada mil habitantes y hay regiones de nuestro país (…) donde tenemos desafortunadamente 0,6 médicos», dijo.
Ocurre en parajes como Francisco de León, una pequeña comunidad de Ocosingo en Chiapas (sur). Allí Samuel, un agricultor de etnia zoque de 54 años, se ahorcó un día después de enterarse que estaba infectado.
El resto de la familia también está contagiada, relató a la AFP el líder comunal de Joel Morales, que habla de la angustia que reina en el poblado donde viven 1.400 personas y hay solo una doctora y dos enfermeras. A eso se suma la falta de mascarillas, gel antibacterial y guantes, dijo.
El ámbito rural es también el más vulnerable en Brasil, donde la gestión de la pandemia desató un duro choque entre el presidente derechista Jair Bolsonaro, renuente a decretar medidas de aislamiento contra el COVID-19, y los gobernadores de los estados.
Manaos, la capital del estado Amazonas que concentra la mayor población indígena, se acerca al colapso: más del 95% de sus unidades de cuidado intensivo (UCI) están ocupadas y es la región con la tasa de mortalidad más alta por COVID-19. Según reportes de prensa, las funerarias tienen reservas de ataúdes para dos semanas más.
Rio tiene más del 70% de sus UCI ocupadas, según datos oficiales, y su gran vulnerabilidad radica en la dificultad de su sistema de salud para atender las favelas (con 1,5 millones de habitantes), cuya densidad hace difícil respetar el distanciamiento social.
Perú, al igual que Bolivia y otros países, sufre ya el azote del dengue, y alcanzará el pico de contagios de COVID-19 en una semana, estimó el médico Elmer Huerta, especialista en salud pública.
Y también puede perder pronto su capacidad de recibir pacientes en terapia intensiva: 598 de sus 773 camas UCI están ya ocupadas con pacientes que requieren ventilación mecánica, de acuerdo con el ministerio de salud. Aunque al inicio de la crisis sanitaria contaba apenas con 100 camas UCI.
Más pruebas diagnósticas
Una encuesta reciente de la firma Fine Research a 2.253 doctores que están en primera línea de atención de la COVID-19 en Latinoamérica arrojó que el 76% cree que sus países están poco o nada preparados ante la pandemia, cuando buena parte del subcontinente debe pasar además la prueba del invierno austral.
Los médicos consultados dijeron que les preocupa en especial la falta de pruebas diagnósticas y de equipamientos de protección del personal sanitario, así como de camas de terapia intensiva, respiradores y, eventualmente, profesionales, si la pandemia mantiene el ritmo actual.
El experto de la OPS sostuvo que incrementar la realización de pruebas para aislar a los portadores asintomáticos es clave para corregir el subregistro de casos y controlar la curva.
«Chile ha liderado el avance en asegurar que las pruebas estén disponibles para todos sus ciudadanos. Y eso es muy importante porque nos va a permitir ver los casos, buscar los contactos, y que la población tenga acceso y saber», subrayó Espinel.
Ese país ha realizado unos 180.000 test entre su población de 18 millones. Hasta ahora ha registrado unos 16.000 casos de COVID-19 y 227 muertos.
Cuba apostó por ese camino, dicen sus autoridades: identificar y aislar a los pacientes asintomáticos y a todos sus contactos e incluso buscar posibles enfermos casa por casa. Con una población de 11 millones, acumula 45.344 muestras realizadas y al jueves registra más de 1.500 infectados y 61 fallecidos.
Desde mediados de marzo, miles de estudiantes de medicina recorren todo la isla a la caza de posibles casos, una «garantía de éxito», declaró a la AFP Luis Armando Wong, director de Salud en la provincia de Mayabeque, vecina de La Habana.
Aunque de cara a la ansiada «nueva normalidad» muchos países han establecido la obligatoriedad de la mascarilla –en algunos como Venezuela desde el inicio de la crisis–, la OPS instó a no caer en la «falsa impresión» de que «solamente» ese artilugio «va a resolver el problema».
«Lo que no queremos es que lo que está pasando en Ecuador pase también en otros países. Yo creo que debe ser un ejemplo lo que estamos mirando de la necesidad de inversión en esas capacidades básicas sea continua, no reactiva cuando llegue el brote», sostuvo el experto.