Sao Paulo (AFP) – Antes reconocida como una heroína por adoptar a más de 50 niños vulnerables, Flordelis dos Santos terminó convirtiéndose en villana en una trama que la llevó este viernes a la cárcel tras perder su escaño en el Congreso de Brasil, acusada de orquestar el asesinato de su marido.
Nacida en Jacarezinho, una de las favelas más peligrosas de Rio de Janeiro, Flordelis, de 60 años, albergó desde sus veintitantos a 51 chicos sin hogar y víctimas de violencia o abusos. Entre ellos, rescató a una niña de la basura y dio esperanzas a otros 37 en un solo día.
La historia inspiró en 2009 una película biográfica que amplificó su labor humanitaria. Flordelis, que también tuvo cuatro hijos biológicos, se había hecho conocida al huir de la justicia por albergar ilegalmente a menores, hasta que una abogada y una ONG la ayudaron a regularizar las adopciones.
Un aura rodeaba a esta potente cantante de góspel, una mestiza de ojos color miel, piel tiesa y pelucas de largos cabellos castaños que le dan una apariencia de menor edad. Pero la atracción que lograba en los altares de su propia iglesia evangélica, Ministério Flordelis, desapareció cuando su esposo fue asesinado.
El 15 de junio de 2019, el pastor Anderson do Carmo recibió 30 balazos en el garaje de su casa en Niterói, cerca de Rio, cuando regresaba de un paseo con Flordelis. Al llegar, ella subió la escalera y no volvió a verlo con vida, relató.
«Oren por mí» –
La entonces parlamentaria, que cantó con voz firme en el funeral, declaró que su marido fue víctima de un intento de robo. Pero los investigadores revelaron una trama novelesca, y concluyeron que Flordelis planeó el crimen de Anderson, de 42 años.
«Estoy yendo presa por algo que no hice, por algo que no practiqué (…). Oren por mí», suplicó en una transmisión por Instagram antes de ser detenida en su casa.
La diputada, elegida en 2018 por el Partido Social Democrático (PSD, conservador), gozó de su inmunidad parlamentaria hasta el miércoles, cuando sus colegas decidieron expulsarla tras concluir que «no hay duda» de su participación en el crimen.
Sin embargo desde octubre de 2020 ocultaba una tobillera electrónica bajo las faldas que viste habitualmente.
Siete hijos y una nieta están presos por el crimen. Dos de sus hijos biológicos confesaron: Flávio dijo haber disparado; Simone proveyó dinero para comprar el arma que mató al hombre que abusaba de ella.
Antes de los disparos que le dieron muerte, el pastor fue blanco de varios intentos de asesinato gestados en el hogar que compartía con Flordelis y más de una veintena de hijos. Sobrevivió a al menos seis ataques con veneno y eludió a un sicario, según la pesquisa.
Anderson, 16 años menor que Flordelis, fue uno de los niños adoptados y a la vez su yerno cuando tuvo una relación con una de sus hermanastras.
«Empezó teniendo una gran admiración por mí, que después se convirtió en amor», dijo la pastora en una entrevista sobre el padre de uno de sus hijos.
Devenido líder evangélico, Anderson presidió el proyecto religioso en torno a Flordelis, que llegó a tener seis templos y miles de seguidores. Además, fue el principal articulador de su breve carrera política.
Él controlaba las finanzas de la iglesia y la familia, lo que enfrentó a la pareja en una disputa de poder y dinero, detallaron los investigadores.
«Cabeza en alto» –
Aunque posaban juntos para no afectar sus intereses, la muerte del pastor acabó con la imagen de esta mujer altruista y cálida, considerada después fría y manipuladora, capaz de someter a fieles a ‘procesos de purificación’ que incluían sexo con ella, según versiones que Flordelis rechaza.
Flordelis fue una de las mujeres más votadas en 2018 para convertirse en diputada federal, una ambición que, contó, había surgido de un sueño en el que veía su rostro en una papeleta.
Pero ahora «es la segunda mujer en la historia de la Cámara en ser destituida», después de Raquel Candido e Silva, cesada en 1994 por corrupción, señala Edson Sardinha, jefe de redacción de Congresso em Foco.
La religiosa, parte de la bancada evangélica, fue una diputada anodina, del llamado ‘bajo clero’, explica Sardinha. Tras su expulsión, se retiró del hemiciclo «con la cabeza en alto», y advirtió: «Se van a arrepentir».