Masatepe (Nicaragua) (AFP) – El estridente ruido de las cadenas alborotó este viernes de Semana Santa al pueblo de Masatepe. Son los judíos de la antigua Jerusalén, interpretados por jóvenes nicaragüenses, que salen en busca de Judas Iscariote, el discípulo que traicionó a Jesús, para vengar su muerte.
Disfrazados con vestimentas de la época, gorros multicolores y máscaras, cientos de jóvenes católicos desfilaron por la ciudad arrastrando las pesadas cadenas con las que atan y halan por el suelo al Judas.
Son los llamados «encadenados», que salen «en busca de Judas porque traicionó a Jesucristo. Lo arrastran por todas las calles para (luego) colgarlo en un árbol en el cementerio de Masatepe», explica a la AFP Jefferson Montoya, un joven sacristán de la parroquia San Juan Bautista de esta ciudad del suroeste de Nicaragua.
En su camino, los feligreses simulan atrapar a Judas, que es representado por varios lugareños que se prestan para desempeñar el papel, ya sea por diversión, para pagar una promesa o amor a la tradición.
«Hago esto desde los 11 años», cuenta Rodolfo Jarquin, de 23 años, quien llegó arropado bajo el fuerte sol de verano con dos pantalones, cuatro camisas, dos gruesas chaquetas, gorro y un buen zapato, para evitar lesiones al momento de ser remolcado como Judas por la calle.
«¡Jalen, Jalen!», gritan los jóvenes que corren eufóricos tirando de las cadenas a Judas, sobre cuyo cuerpo luego se lanzan al menos dos hombres para aumentar, según ellos, el escarmiento.
«Los judíos de Masatepe» –
Judas, según la historia bíblica, entregó a Jesús a los soldados romanos bajo el mando de Poncio Pilato, quien ordenó su muerte en la cruz.
Según el párroco de la ciudad, Juan Caldera, a Jesús «no lo querían porque predicaba» en favor de los pobres y enfermos, que en esa época eran despreciados por la sociedad.
«Los judíos de Masatepe» es una tradición que surgió hace más de un siglo en el pequeño municipio rural de Masatepe, que está ubicado en las mesetas del departamento de Masaya, al sur de Managua.
«Es una tradición que revive la vida, pasión y muerte de Jesucristo», expresa Enrique Baltodano, estudiante de ingeniería, durante la procesión.
«Me gusta porque (los feligreses) dramatizan lo que creen que sucedió» en esa época, comenta Ana Morales, de 27 años.
La iglesia, sin embargo, no apoya la violencia con que se desarrolla esta tradición, ya que «no está de acuerdo con la venganza», dijo el sacerdote Caldera.
Durante la procesión, algunos promesantes, como Francisco López, de 20 años, llevaron a sus hijos vestidos de Jesús para atraerles buena salud en medio de la pandemia de covid-19.
En Nicaragua, de 6,5 millones de habitantes, la pandemia ha dejado 178 muertos, según el gobierno, y más de 3.000 de acuerdo a cifras independientes.
La mayoría de feligreses asistieron sin temor a contagiarse. Aunque algunos usaron mascarillas, no respetaron el distanciamiento social recomendado por la Organización Mundial de la Salud.