El Zonte (El Salvador) (AFP) – Mike, un surfista californiano enamorado de la playa El Zonte en El Salvador, cuenta que canalizó una donación anónima de alguien que, como él, ama este balneario. El aporte fue en bitcóins y transformó a esta comunidad.
Desde 2019 es la pionera en el uso de este criptoactivo en El Salvador, el primer país en el mundo que, desde este martes, tiene al bitcóin como moneda legal, además del dólar.
Con 3.000 habitantes, El Zonte está a unos 56 km al suroeste de la capital, bañada por el océano Pacífico, a los pies de montañas rocosas en el departamento de La Libertad.
Mike Peterson, de 47 años, dirige allí Bitcoin Beach, una billetera electrónica instalada en los celulares para negociar con este criptoactivo en El Zonte.
«Muchas personas de esta comunidad no tienen acceso a cuentas bancarias (…) Ahora pueden hacer pagos en línea, enviar o recibir dinero con miembros de su familia incluso a cientos de millas de distancia y pueden hacer todo esto con tarifas muy bajas o casi inexistentes», explica a la AFP.
El Salvador tiene 6,6 millones de habitantes y una diáspora de 3 millones, la mayoría de ellos en Estados Unidos. Sus remesas representan el 22% del PIB del país.
-Un valor agregado-
«Cada vez que hay algo nuevo, una nueva tecnología, da miedo. Lamentablemente, el tema se politizó un poco, pero lo que la gente tiene que saber es que si no quieren usar el bitcóin, no tienen que hacerlo. Es solo un valor agregado que tienen», precisa.
En este paraíso de surfistas, todo funciona con bitcóins. Desde pagar servicios básicos como agua o energía, comprar un refresco o alquilar un hospedaje. Ha sido el laboratorio que inspiró el proyecto presidencial que le da curso legal a la criptomoneda.
«Estamos viendo por primera vez a gente que gana bienestar, que ahorra, y que puede comprar un nuevo techo para su casa, comprar una vaca, enviar a sus hijos al colegio, y esas oportunidades no las tenían antes», comenta Mike.
-Desconfiar primero, ganar después-
Rosa, de unos 50 años, fue una de las primeras entusiastas que aceptó el bitcóin en su comercio, cuando comenzó a funcionar en El Zonte.
«Al principio, temor no tuve. Desconfianza tuve, desconfianza, porque, ¿quién me iba a cambiar? Si yo cobraba con eso [bitcóin], ¿quién me iba a cambiar a efectivo? Pero pregunté y luego me explicaron quien me lo iba a cambiar, entonces empecé a cobrar con bitcóins», cuenta.
«Yo he ganado, yo he ganado con bitcóins. Me pagan en efectivo, yo lo echo en mi bolsa, pero si me pagan con bitcóin, en mi cartera, en el teléfono, ahí lo voy acumulando, ya no voy al banco a guardarlo sino que ahí lo tengo», comenta.
-Plata en mano-
Pero no todos se bañan en la ola bitcóin. En el Tunco, una playa aledaña, la posición es contraria.
«No me gusta eso, ni por un momento lo acepto. A mí me gusta que alguien me diga: ¿cuánto ha vendido? Y saque el rollo de billetes y digo: ‘mira, acá está el rollo de billetes, y veo mi pisto [dinero]», admite Maribel, una vendedora de artesanías.
El uso del bitcóin «es una estafa que viene, es un robo. No, a mí eso no me gusta», enfatiza.
Para operar con bitcóins en el país, el gobierno lanzó la billetera electrónica Chivo, que viene con el equivalente a 30 dólares en bitcóins para cada usuario salvadoreño.
A la larga todos los comercios deberán tener la tecnología para aceptarlo, aunque luego la aplicación convierta la operación a dólares para quien no desee conservar los bitcóins.
-Fluctuaciones-
Cuando nació en 2009, el bitcóin valía centavos de dólar y hoy supera los 52.000 dólares.
En los últimos 12 meses ha llegado a los 62.000 o caído hasta 35.000 dólares, al ritmo de comentarios de empresarios como Elon Musk o anuncios de regulaciones chinas.
«Si nosotros nos atenemos a eso (las fluctuaciones), puede que la gente nos pague así, con bitcóins, pero cuando vayamos a sacar el dinero (tal vez) no tengamos nada. Entonces, en vez de aumentar, nuestro negocio va a bajar. Por eso no estamos de acuerdo», considera Krisia, una comerciante de 40 años, en El Tunco.
Peterson, en El Zonte, reconoce que se trata de un activo volátil y sensible a los sentimientos del mercado.
«Afortunadamente, la gente de aquí, ha estado en bitcóin durante bastante tiempo y, por lo tanto, ya han visto estos altibajos y saben que simplemente te quedas con él… y en ese tiempo extra tiende a subir de valor», considera.