Washington (AFP) – El Fondo Monetario Internacional (FMI) mejoró las perspectivas para América Latina y el Caribe para este año a un crecimiento de 3,5%, pero augura vientos en contra el año que viene, bajo el embate de una inflación y unas tasas de interés altas.
Cuando todavía lidian con los efectos de la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, a los países latinoamericanos se le avecina un endurecimiento de las condiciones financieras globales, que ya ha comenzado.
El impulso del crecimiento es positivo, gracias al buen desempeño de los sectores de servicios y el empleo, así como altos precios de los productos básicos, la fuerte demanda externa, las remesas y la recuperación del turismo, explican este jueves en un blog Santiago Acosta Ormaechea, Gustavo Adler, Ilan Goldfajn y Anna Ivanova, del Departamento del FMI para las Américas.
El Fondo prevé que América Latina y el Caribe crezcan este año un 3,5% (en comparación con el 3% pronosticado en julio), pero es pesimista para 2023.
«Con los vientos cambiantes que se avecinan, el crecimiento del próximo año está a punto de desacelerarse más rápidamente de lo que proyectamos en julio», a 1,7% (-0,3 puntos porcentuales), señalan.
Brasil crecerá 2,8% en 2022, México 2,1%, Chile 2%, Colombia 7,6%, y Perú 2,7%. Para Centroamérica, Panamá y República Dominicana, la previsión es de 4,7%, y para los países caribeños dependientes del turismo de 5,2%.
Es probable que los exportadores de materias primas, como los países de Sudamérica, México y algunas economías del Caribe, «vean reducidas a la mitad sus tasas de crecimiento el próximo año» porque la caída de los precios de estos bienes «amplifica el impacto del aumento de las tasas de interés», advierte el FMI.
Las economías de Centroamérica, Panamá y la República Dominicana también perderán fuelle «a medida que se debiliten el comercio con Estados Unidos y las remesas», pese a que se beneficiarán de los precios más bajos de las materias primas de las que son compradores.
Los países caribeños «continuarán recuperándose, aunque más lentamente de lo previsto en julio» porque las perspectivas del turismo, del que dependen, decaen.
Una inflación persistente-
«A la salida de la pandemia los países han podido recuperarse bien» y «para la región ha sido un año de crecimiento más elevado de lo que esperábamos», declaró a la AFP Ilan Goldfajn, economista jefe del FMI para América Latina.
«La recuperación ha continuado. Yo diría que es una buena noticia. El problema es saber si este buen momento se mantiene en el futuro y (…) pensamos que no continúa», debido a la subida de las tasas de interés para combatir la inflación, y a la caída del crecimiento en Estados Unidos y China, añadió.
El principal problema según Goldfajn es la inflación obstinada.
Los precios en la región seguirán por las nubes con una inflación promedio de 14,6% en 2022 y de 9,5% el año que viene, prevé la institución financiera.
La rápida respuesta de los bancos centrales de la región, que aumentaron las tasas de interés antes que economías avanzadas y otros mercados emergentes, «ayudará a reducir la inflación, pero esto llevará tiempo», señala el blog.
En Brasil, Chile, Colombia, México y Perú, los precios han afectado a artículos de la canasta de consumo más allá de los alimentos y la energía, y la inflación tocó máximos en dos décadas, al 10%, lo que ha llevado al FMI a elevar las previsiones en este apartado.
Los aumentos de precios para esos cinco países alcanzarán alrededor del 7,8% para fines de año y se mantendrán en torno al 4,9% para finales de 2023.
Seguir el rumbo –
La incertidumbre acerca de las tasas de interés globales y de la capacidad de controlar la inflación de forma progresiva sin afectar el crecimiento (el llamado «aterrizaje suave»), conlleva posibles picos de volatilidad y de aversión al riesgo de los inversores.
En otras palabras, la transición hacia tasas de interés globales más altas «puede ser accidentada», constata la institución.
La desaceleración también puede reducir las exportaciones, las remesas y el turismo en la región.
«La política monetaria debería mantener el rumbo y no relajarse prematuramente», porque tener que restaurar la estabilidad de precios más adelante si la inflación se afianza sería muy costoso, advierte el Fondo.