México (AFP) – El acuerdo migratorio entre México y Estados Unidos que evitó la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas tiene, según expertos, un beneficiario: los traficantes de personas.
El pacto alcanzado la noche del viernes implica que México desplegará efectivos militares de la recién creada Guardia Nacional en la frontera con Guatemala, además de desmantelar grupos de tráfico y trata de personas.
Sin embargo, expertos pronostican que a medida que la presencia de la Guardia Nacional aumente la presión en la frontera sur, el negocio de los traficantes de personas se fortalecerá.
«Va haber más mecanismos de control, va a haber más rigidez en el paso y eso va a provocar que aumente el costo de traslado y esto fortalezca el negocio del crimen organizado que trafica personas», dijo a la AFP Javier Urbano, investigador en asuntos internacionales de la Universidad Iberoamericana.
«A mayor dificultad, mayor costo y mayor demanda del tráfico de personas», agrega.
Las autoridades mexicanas alcanzaron el acuerdo ante la amenaza de Estados Unidos de aplicar aranceles de 5% a todas las exportaciones de México a partir del próximo lunes.
«No veo ningún acuerdo, lo que veo es el pago de una extorsión, no hay aranceles y México acepta una serie de cosas que tienen muchas complicaciones para el país», apuntó Leticia Calderón, experta en migración del Instituto Mora, un centro de investigación en Ciudad de México.
Activistas y políticos de oposición mexicanos señalan además que el pacto implica la militarización de la frontera sur.
– Presión mexicana –
Pese al despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur, la presión de las autoridades mexicanas sobre los migrantes no es nueva.
Desde meses atrás se observaban continuas redadas y detenciones en el sur de México que contradecían el discurso de puertas abiertas a la migración que manejaba el presidente Andrés Manuel López Obrador desde que asumió el poder en diciembre pasado.
Las detenciones de extranjeros en territorio mexicano pasaron de 8.248 personas en enero de este año a 23.679 en mayo pasado. La gran mayoría de esas detenciones son de centroamericanos, según las cifras más recientes del gobierno mexicano.
Las deportaciones también muestran una espiral ascendente. Pasaron de 5.884 en enero pasado a 16.507 en mayo, la gran mayoría de salvadoreños, guatemaltecos y hondureños.
Para el activista Luis Villagrán, quien suele acompañar a los migrantes, esa dura política del gobierno mexicano ya había impulsado el negocio de los traficantes.
«Esta política migratoria de la cerrazón, del burocratismo, lo que está provocando [es] un elevado número de centroamericanos que están yéndose con traficantes de humanos», dijo.
Si bien muchos migrantes buscan cruzar a México por la frontera con Guatemala, Villagrán afirma que por el límite con el sureño estado de Quintana Roo, que limita con Belice, se está formando un corredor para el paso de migrantes.
«Hacen el trámite y les cobran 900 dólares por pasarlos y allá no hay ese despliegue de tropas. Allá no lo hay», dijo.
Para Javier Urbano, las detenciones de migrantes y el acuerdo alcanzado el viernes muestran la sincronía entre la política migratoria de Estados Unidos y la de México.
«Tenemos una dependencia casi enfermiza de la economía de Estados Unidos y vivimos en sincronía con la agenda de seguridad de ese país», afirmó.
– La migración no va a parar –
Pese a las medidas de presión de los gobiernos de Estados Unidos y de México, Villagrán es categórico: «La migración no va a parar».
Desde octubre del año pasado, se ha incrementado el número de centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos a través de México huyendo de la violencia y la pobreza en sus países, principalmente de Honduras, Guatemala y El Salvador.
A ellos se han sumado migrantes cubanos y de otros países tan lejanos como Eritrea o la República Democrática del Congo.
Para atender la emergencia, el gobierno de López Obrador ha apostado por un plan de desarrollo en Centroamérica que ayude a disminuir el flujo de migrantes.
Sin embargo, y pese a las renovadas presiones de México y Washington, algunos de ellos continúan pensando en llegar a Estados Unidos.
«El miedo es que tal vez cierren la frontera. Pero usted sabe que el emigrante siempre va a pasar. Ya puede cerrar la frontera, ya puede hacer 1.000 muros y 1.000 muros siempre se le van a meter. Por tierra, por aire, siempre se le van a meter», dice Josué Arenal, migrante hondureño de 57 años.
«Ya puede hacer lo que haga Donald Trump, no va a detener a los migrantes nunca», agrega sentado en un albergue en la ciudad de Tapachula, en el sureño estado de Chiapas.