Washington (AFP) – El Pentágono extendió hasta finales de septiembre el despliegue de soldados estadounidenses en la frontera con México, para ayudar a las autoridades fronterizas frente al flujo migratorio irregular, esperando un hipotético muro.
El secretario interino de Defensa, Pat Shanahan, aprobó el pedido de ayuda del Departamento de Seguridad Interior (DHS) hasta el 30 de septiembre de 2019, dijo un portavoz en un comunicado.
Más de 4.500 soldados están estacionados a lo largo de la frontera de más de 3.000 kilómetros con México.
El despliegue militar debía terminar a mediados de diciembre, pero el DHS había pedido inicialmente al Pentágono extenderla hasta el 31 de enero, debido a una «amenaza continuada» en la frontera. El DHS hizo una nueva solicitud en diciembre, que fue ahora aprobada, no solo con la extensión del despliegue sino también con un cambio en la naturaleza de la misión de los militares.
El Pentágono dijo que estaba «iniciando la transición de su apoyo, en la frontera suroeste, del reforzamiento de los puntos de entrada a vigilancia y detección móviles», así como instalando alambre de púas en la línea fronteriza.
«El Departamento de Defensa continuará brindando apoyo aéreo», agregó la declaración.
El Pentágono ya tiene alrededor de 2.350 soldados activos estacionadas a lo largo de la frontera, desplegados bajo una controvertida orden que el presidente Donald Trump emitió el año pasado, antes de las elecciones de mitad de mandato, cuando miles de migrantes centroamericanos huyendo de la violencia y pobreza de sus países marchaban hacia la frontera para pedir asilo.
– Alambre de púas –
Unos 2.200 miembros de la Guardia Nacional además ya apoyaban las operaciones fronterizas antes de que Trump enviara a los soldados.
Los detractores tacharon la orden del mandatario como una jugada política para apelar a sus seguidores antes de los comicios, en la que sus aliados republicanos perdieron el control de la Cámara de Representantes.
Trump había evocado una «emergencia nacional» y una «invasión», y había sugerido que los soldados podrían disparar a los migrantes si éstos tiraban piedras al lado estadounidense.
El papel de las tropas había sido principalmente el de erigir kilómetros de cercas de alambre de púas a lo largo de los puntos de cruce populares.
Las intervenciones frente a los intentos de entrar a la fuerza a territorio estadounidense han quedado en manos de los agentes fronterizos, que han empleado gas lacrimógeno dos veces desde noviembre para repelerlos.
Aún así, la decisión ha colocado al ejército, supuestamente apolítico, en un incómodo primer plano.
La lucha contra la inmigración clandestina está en el centro del «shutdown», que paraliza desde hace más de tres semanas una parte del gobierno federal estadounidense, con crecientes costos asociados.
Ningún acuerdo se la logrado entre Trump, que reclama 5.700 millones de dólares para la construcción de un muro fronterizo con México, y los opositores demócratas del Congreso, totalmente opuestos a este proyecto que denuncian como «inmoral», costoso e ineficaz.
Trump parece haber renunciado, por ahora, a declarar una emergencia nacional que liberaría del Departamento de Defensa fondos para la barrera fronteriza, luego de asomar esa idea durante varios días.
La noche de este lunes, cientos de hondureños de la ciudad de San Pedro Sula en una nueva caravana rumbo a Estados Unidos.
Trump, resuelto a parar el flujo migratorio irregular, estima que será la caravana «mas grande» vista hasta ahora.