Buenos Aires (AFP) – Con pancartas que decían «el agua no debe ser un privilegio», centenares de ecologistas manifestaron este lunes en Buenos Aires para pedir que no se privatice el acceso al líquido vital y protestar contra la minería y la quema de bosques, en el Día Mundial del Agua.
Los activistas se reunieron frente al Congreso, donde realizaron una «sentada» exhibiendo sus carteles, para luego marchar por el centro de la capital hasta Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada (sede de gobierno).
La marcha fue convocada por un amplio abanico de organizaciones sociales, medioambientales y políticas.
«La situación con el agua en Argentina es muy delicada porque el agua está siendo entregada hace varios años a las corporaciones. Nosotros les decimos las corporaciones del saqueo porque vienen por ejemplo a dinamitar nuestras montañas para hacer megaminería», declaró a la AFP Mariela Silverstein, una de las manifestantes, de la ONG Conciencia Solidaria.
Integrantes de pueblos originarios tocaban sus instrumentos tradicionales mientras avanzaba la marcha hasta la Plaza de Mayo, donde los manifestantes se sentaron a la espera del inicio de un festival de música.
«No al extractivismo», rezaban varios carteles. La protesta incluyó reclamos contra la minería a gran escala y denuncias contra los incendios que devastaron miles de hectáreas en los últimos meses, entre otras demandas medioambientalistas.
«Tienen que entender que el agua es un recurso fundamental para la vida y que no importa el precio que le traten de poner, vale más que cualquier cosa», afirmó Juan Arislur, un activista de 27 años, de la Red Ecosocialista.
Nora Cortiñas, de la organización humanitaria Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, advirtió: «Argentina es un país que tiene agua y no podemos permitir que la utilicen para estropear la pachamama (la madre tierra), la megaminería y para llevarse las riquezas que tenemos. El agua no se vende, se defiende».
El problema de la falta de agua involucra a temas medioambientales pero tiene también un aspecto social que se refleja en los asentamientos informales de la capital argentina.
En la ciudad de Buenos Aires, donde viven 2,8 millones de personas, «uno de cada siete habitantes no accede formalmente al agua potable», señaló María Eva Koutsovitis, ingeniera hidráulica y coordinadora de la Cátedra de Ingeniería Comunitaria en la Universidad de Buenos Aires.
Según Koutsovitis, unos 400.000 capitalinos no acceden al agua potable, «reduciendo la esperanza de vida y duplicando la mortalidad infantil».