Sao Paulo (AFP) – Líderes comunitarios de las 10 mayores favelas de Brasil lanzarán un banco para ayudar a los habitantes de estos barrios desfavorecidos, que están sufriendo con el desempleo y la reducción de las donaciones en medio de la pandemia de coronavirus.
El «Banco del G10«, que debe empezar a funcionar a fines de febrero, facilitará el acceso al microcrédito a los emprendedores y permitirá a muchos residentes de las favelas obtener una tarjeta bancaria.
La iniciativa surgió de la coordinación entre dos favelas de Río de Janeiro, dos de Sao Paulo y seis de otras regiones de Brasil, que formaron un «G10 de las Favelas» para impulsar diversos proyectos, desde la distribución de canastas familiares a la prestación de socorros médicos, pasando por la asistencia jurídica.
Ahora su acción se extiende al área financiera.
Según una encuesta de la consultora Locomotiva, unos 45 millones de brasileños (aproximadamente uno de cada tres adultos) carecían de cuenta bancaria en 2019; esto se debe principalmente a la desconfianza mutua que existe entre los bancos y las personas de bajos ingresos o desempleadas.
Y obtener préstamos también es difícil para las familias o pequeños empresarios de las favelas, que en estos tiempos de crisis podrían utilizarlos para mantener a flote sus negocios.
Tal es el caso del restaurante «Bistrô Maos de Maria» (Manos de María), en el corazón de Paraisópolis (la segunda mayor favela de Sao Paulo, de más de 100.000 habitantes).
«Junto con el ‘G10 de las Favelas’ hemos distribuido casi 1,3 millones de viandas en la comunidad desde el inicio de la pandemia», pero desde diciembre las donaciones decayeron, dice Elizandra Cerqueira, fundadora de ese establecimiento.
«Abordaje más adaptado» –
Para mantener su actividad y seguir pagando los salarios de sus empleadas, Elizandra necesita un préstamo.
«Los bancos tradicionales tienen demasiadas exigencias, muy restrictivas para la población de la comunidad. El Banco del G10 tendrá en cambio un abordaje mejor adaptado a los habitantes de las periferias», asegura Elizandra.
Además de dar préstamos a bajo interés a los emprendedores de las favelas, el banco pretende entregar a los habitantes una tarjeta para comprar productos básicos en las tiendas de la zona, por un monto equivalente al de una canasta familiar.
El Banco del G10 contará con un capital inicial de 1,8 millones de reales (unos 330.000 dólares), aportados por «inversores anónimos» y recibirá asesoría de economistas y especialistas en finanzas.
Un tercio de sus ganancias se destinará a financiar programas sociales, como los que fueron creados durante la pandemia.
La iniciativa está inspirada en experiencias locales, como la del pionero Banco Palmas, de Fortaleza, y en las teorías y la acción en Bangladés de Muhamad Yunus, Premio Nobel de la Paz y pionero del microcrédito a través del banco Grameen.
«Creemos mucho en lo que se ha realizado en Bangladés, pero actuando desde una perspectiva aún mayor, pues tenemos a nuestro favor una comunidad organizada y un momento tecnológico que puede impulsar esta iniciativa», dijo a la AFP el coordinador del «G10 de las Favelas», Gilson Rodrigues.
40 años, 12 hijos, abuela –
Tras el fin de los pagos de emergencia realizados por el gobierno a casi un tercio de los brasileños desde abril hasta diciembre, gran parte de la población cuenta con la solidaridad como único recurso.
Una cola zigzaguea cada mañana en una entrada de Paraisópolis; son personas en espera de comida.
Celia da Costa Gomes, madre de 12 hijos y ya abuela a sus 40 años, carga cinco o seis bandejas de aluminio que apenas le alcanzarán para alimentar a todos.
«Para la ropa, hay donación; para la comida también, pero falta carne, leche. Y si se rompe una sandalia, hay que comprar otras; si crece el cabello, hay que cortarlo. Todo se vuelve difícil. Tendría que volver la ayuda de emergencia, porque trabajo no hay, desapareció del mapa», afirma.
Naldo Matos, de 42 años, ni siquiera pudo obtener esos subsidios. Vivía de trabajos ocasionales, pero con la pandemia los rebusques se acabaron y cada día acude a esta ‘viandita solidaria’.
«Estoy pasando por muchas, muchas necesidades. No tengo ni un real para comprar pan», explica.
«Sentimos que este es el momento en que la gente más precisa ayuda. Es urgente», dice Gilson Rodrigues, quien espera que el proyecto se convierta en «el banco de desarrollo de las favelas».