Ginebra (Suiza).- La humanidad celebró por primera vez el Día Mundial de los Glaciares el 21 de marzo de 2025, en un contexto alarmante: la rápida desaparición del hielo glaciar no solo está modificando paisajes, sino que está generando impactos en cadena sobre el equilibrio del planeta, los ecosistemas, las economías y las comunidades humanas.
Esta nueva fecha, impulsada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, busca generar conciencia sobre el papel vital de los glaciares en el ciclo hidrológico y climático del planeta, mientras datos recientes confirman que estamos frente a una emergencia silenciosa, pero de proporciones colosales.
En los últimos años, el retroceso glaciar se ha intensificado de forma sin precedentes. De hecho, entre 2022 y 2024 se registró la mayor pérdida de masa glaciar documentada desde que existen registros sistemáticos.
En total, se estima que los glaciares del mundo han perdido más de 9 billones de toneladas de hielo desde 1975, una cifra que equivale, según los expertos, a un bloque de hielo del tamaño de Alemania con 25 metros de espesor.
Esta situación crítica ha sido confirmada por el informe del Estado del Clima Global 2024, publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y por los análisis del Servicio Mundial de Monitoreo de Glaciares (WGMS), que detallan cómo siete de los diez años con mayor pérdida glaciar se han producido desde 2016. El año hidrológico 2024 fue el cuarto más negativo jamás registrado, con una pérdida de 450 mil millones de toneladas.
Lejos de ser un problema limitado a las regiones montañosas, el derretimiento de los glaciares está afectando a todo el planeta. Estas masas de hielo, que cubren unos 700.000 km² en todo el mundo y almacenan cerca del 70 % del agua dulce, actúan como reservorios naturales fundamentales para el suministro de agua en muchas partes del mundo.
Su desaparición pone en riesgo a cientos de millones de personas que dependen del deshielo estacional para acceder al agua potable durante los periodos más secos y calurosos del año.
En términos globales, entre 2000 y 2023 los glaciares perdieron cerca del 5 % de su volumen restante, lo que equivale a una pérdida media anual de 273.000 millones de toneladas. Esta pérdida contribuyó directamente a un aumento de 18 milímetros en el nivel del mar, lo que expone a entre 200.000 y 300.000 personas adicionales cada año a riesgo de inundaciones costeras, según explicó el profesor Michael Zemp, director del WGMS.
Algunas regiones, como Escandinavia, Svalbard y el norte de Asia, han experimentado pérdidas récord de masa glaciar, mientras que otras, como el Ártico canadiense o la periferia de Groenlandia, muestran impactos más moderados. Sin embargo, la tendencia es clara: al ritmo actual, muchos glaciares de América del Norte, Europa, Asia Central, los trópicos y Oceanía podrían desaparecer antes de que termine este siglo.
Este fenómeno no solo amenaza la biodiversidad y la seguridad hídrica, sino que también agrava otros riesgos naturales, como inundaciones repentinas o deslizamientos de tierra, especialmente en regiones donde el glaciar actúa como un regulador natural de los caudales de agua. En términos climáticos, la pérdida del albedo glaciar —la capacidad de reflejar la luz solar— también contribuye al calentamiento regional, creando un círculo vicioso difícil de romper.
Con el respaldo de más de 200 organizaciones y 35 países, la UNESCO y la OMM lideran las actividades de este primer Día Mundial de los Glaciares. En el marco de la conmemoración, se presentó también una nueva iniciativa simbólica: el «Glaciar del Año», cuyo propósito es destacar tanto la belleza de estas formaciones como la importancia del monitoreo científico continuo.
El primer glaciar seleccionado fue el South Cascade, ubicado en el estado de Washington, Estados Unidos. Este glaciar ha sido monitoreado desde 1952, lo que lo convierte en uno de los casos mejor documentados en el hemisferio occidental.
Para muchos científicos, esta visibilidad es crucial. El derretimiento glaciar ya no es un fenómeno lejano ni una mera advertencia ecológica. Se trata de una amenaza real, tangible, y en aceleración, cuyas consecuencias pueden perdurar por siglos.
«La preservación de los glaciares no es solo una necesidad ambiental, económica y social. Es una cuestión de supervivencia», afirmó Celeste Saulo, secretaria general de la OMM.
El reto que ahora enfrenta la comunidad internacional es doble: por un lado, mitigar las causas del cambio climático mediante una drástica reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, y por otro, adaptar las infraestructuras y los sistemas de gestión del agua a un futuro en el que el «hielo eterno» ya no será eterno.
El Día Mundial de los Glaciares llega como un llamado urgente a actuar antes de que estos gigantes helados se conviertan solo en memoria.