Managua (AFP) – Unos 40 médicos, enfermeras y técnicos de un hospital público de Nicaragua fueron despedidos este viernes por atender a manifestantes heridos y apoyar las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega, informaron fuentes médicas y un grupo humanitario.
«El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) condena el despido arbitrario en perjuicio de aproximadamente 40 médicos de diferentes especialidades y técnicos del hospital Oscar Danilo Rosales (Heodra)» de la noroccidental ciudad de León, dijo el grupo.
Esta decisión viola el «derecho al trabajo y el único responsable de este atropello es el presidente Daniel Ortega, quien pretende tener a funcionarios públicos sometidos a su sistema corrupto», criticó el Cenidh en un comunicado.
Uno de los despedidos es el jefe del departamento de cirugía y endoscopía del hospital, Javier Pastora, quien lleva 33 años trabajando para el sistema de salud. Pastora dijo a la AFP que los despidos se dieron porque «dicen que hemos sido personas que hemos estado en solidaridad y apoyo a la lucha del pueblo».
«Estaba en una cirugía cuando llegaron a decirme de recursos humanos que me fuera a dirección porque estaba despedido», dijo otro de los afectados, el cirujano oncólogo Aarón Delgado.
Es un despido «arbitrario, no hay una justificación», protestó el pediatra Édgar Zúñiga, también cesado de sus funciones. Subrayó que les han despedido sólo «por pensar diferente, (por decir) que en Nicaragua necesitamos democracia, libertad, que cese la represión y los muertos y se dialogue».
Los galenos y pobladores de León protestaron frente al hospital para exigir el reintegro de los trabajadores.
El Cenidh expresó su apoyo a los médicos, quienes, dijo, «actuaron anteponiendo sus convicciones para salvar vidas y apoyar las justas demandas del pueblo nicaragüense».
Llamó, además, a las sociedades médicas internacionales, y organizaciones como la Organización Mundial de la Salud (OMS) a pronunciarse sobre la decisión de las autoridades nicaragüenses.
León, un tradicional bastión sandinista, fue golpeado varias veces por violentas incursiones de fuerzas antimotines y paramilitares durante las protestas antigubernamentales que comenzaron el pasado 18 de abril.
Según grupos humanitarios, la represión en el marco de la crisis reinante deja ya más de 300 muertos y más de 2.000 heridos, muchos de los cuales fueron atendidos por médicos voluntarios fuera de los centros hospitalarios ya que el gobierno ordenó supuestamente cerrar las puertas a los opositores que precisaban asistencia.