Santa Lucía (Estado de México).- En una reveladora investigación arqueológica en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), ubicado en Santa Lucía, Estado de México, se ha descubierto una pequeña mazorca de teocintle que podría cambiar la comprensión que tenemos sobre las prácticas agrícolas de las civilizaciones prehispánicas y la biodiversidad de la era del Pleistoceno.
Este descubrimiento, que inicialmente pudo parecer modesto, representa uno de los hallazgos más intrigantes y potencialmente significativos en el campo de la arqueología mexicana.
El teocintle, antecesor del maíz moderno, fue hallado por Juan Carlos Equihua Manrique en octubre de 2019, en un contexto estratigráfico que desafía la comprensión temporal habitual, asociado usualmente al periodo Epiclásico (600-900 d.C.).
No obstante, la peculiaridad de este ejemplar radica en su posible antigüedad y la forma en que este podría vincularse con capas estratigráficas mucho más antiguas, posiblemente del Pleistoceno o Holoceno.
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y con la colaboración de la Secretaría de la Defensa Nacional, ha documentado en esta zona hallazgos extraordinarios, incluyendo una vasta colección ósea de megafauna del Pleistoceno Tardío, que consta de más de 60,000 restos y que se considera la más importante de América Latina.
Este contexto no solo subraya la riqueza y complejidad del registro arqueológico del sitio sino también la continua revelación de secretos que la tierra aún guarda sobre las primeras sociedades que habitaron la región.
La cuenca del lago Xaltocan, ahora seca, fue alguna vez un ecosistema próspero que soportó a numerosas especies y civilizaciones a lo largo de miles de años, como lo demuestra la progresiva desecación documentada a través de diversas técnicas de datación, incluyendo carbono 14 y espectrometría de masas.
El especialista en genética de suelos, Antonio Flores Díaz, junto con el equipo del Laboratorio de Espectrometría de Masas con Aceleradores de la Universidad Nacional Autónoma de México, han confirmado que los depósitos del Pleistoceno Tardío en el sitio comenzaron a formarse hace aproximadamente 30,000 años.
Este largo período de formación y ocupación humana subraya la importancia del AIFA como un sitio clave para entender no solo la historia natural de la región sino también la evolución cultural y tecnológica de sus antiguos habitantes.
El investigador Lauro González Quintero, fundador del Laboratorio de Paleobotánica del INAH, enfatiza la singularidad de la mazorca de teocintle descubierta, destacando que no se conoce otro espécimen fosilizado de esa forma, lo que podría indicar una antigüedad incluso mayor que otros residuos fósiles de maíz conocidos hasta la fecha.
La mazorca presenta características únicas, como siete espiguillas en su base, aunque la mayoría de su eje muestra solo seis, además de tener partes mutiladas, lo que añade complejidad a su estudio.
Este descubrimiento no solo es significativo por su rareza sino también por lo que puede revelar sobre los procesos de domesticación del maíz, una planta que ha sido central en la dieta y cultura de las civilizaciones mesoamericanas.
Además, el teocintle hallado está vinculado genéticamente a las subespecies más antiguas conocidas, las cuales se consideran los ancestros directos del maíz moderno.
Con el respaldo de análisis más profundos y fechamientos adicionales, el equipo del INAH espera desvelar más detalles sobre este intrigante hallazgo.
Como subraya el arqueólogo Rubén Manzanilla, este esfuerzo multidisciplinario no solo enriquecerá la comprensión del sitio del AIFA sino que también contribuirá significativamente al estudio global de las primeras prácticas agrícolas y la biodiversidad del Pleistoceno tardío en América Latina.