Rautahat (Nepal).- Corría el año 2022, y el marido de Bipana Bishwakarma, Bishal, había perdido recientemente su puesto de trabajo en una fábrica de aluminio de Malasia durante la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).
Mientras él buscaba empleo, primero en la aldea tras su regreso y después de nuevo en Malasia, Bipana empezó a plantearse cómo podía contribuir también ella económicamente al sustento de la familia en su distrito de Rautahat, que se encuentra a 180 kilómetros al sudeste de la capital, Katmandú.
Fue el ganado porcino lo que dio un inesperado impulso a la seguridad económica de la familia y el crecimiento personal y profesional de Bipana.
Cuando Bipana se enteró de que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) organizaba cursos de capacitación en cría de cerdos en una localidad cercana, algo captó su imaginación, pese a que nunca había trabajado con cerdos.
En el país está aumentando la demanda de carne porcina, a pesar de que tradicionalmente algunas comunidades nepalíes han eludido su consumo, y por tanto el sector ofrece un gran potencial.
Esos cursos de capacitación formaban parte del apoyo de la FAO a las mujeres y los jóvenes de las comunidades rurales de las que muchos hombres habían emigrado en busca de empleo. La falta de oportunidades en las zonas rurales empuja a muchos a emigrar. En la actualidad, casi 3,7 millones de nepalíes trabajan en el extranjero.
El objetivo del proyecto de la FAO es ayudar a las mujeres y los jóvenes de estas zonas rurales a establecer sus propios agronegocios capacitándolos en técnicas agrícolas y competencias empresariales y facilitando su acceso a los mercados y la financiación.
Bipana no dudó en aprovechar la oportunidad de forjarse un nuevo medio de subsistencia. “Quería hacer algo para aumentar los ingresos de mi familia y ser económicamente independiente”, dice Bipana.
Bipana fue una de las 327 mujeres y jóvenes de Rautahat que participaron en esta actividad de capacitación. Sin conocimientos previos en este ámbito, aprendió a distinguir entre las diversas especies porcinas, a construir pocilgas, a alimentar a los cerdos y a tratar posibles enfermedades. También aprendió a administrar un negocio y adquirió competencias en materia de creación de redes y comercialización social.
Tras el curso de capacitación, el proyecto proporcionó a Bipana tres lechones y otras formas de apoyo para emprender el negocio, incluidos el pienso que necesitaría en la primera etapa, los medicamentos y las vacunas. También la animaron a adquirir otros 10 lechones con sus propios recursos para poner la empresa en marcha.
Purndev Chaudhary, que es de la misma zona, también decidió inscribirse en el curso de cría de cerdos de la FAO. Había trabajado en la industria de la confección de Malasia durante dos etapas, y entre una y otra había intentado sin éxito establecer una empresa agrícola. Al final, decidió volver a casa debido a los bajos salarios, los largos horarios laborales y la dificultad para comunicarse en una lengua extranjera.
Al igual que Bipana, Purndev recibió unos cuantos lechones y otros insumos. Gracias al curso, adquirió conocimientos y competencias sobre la explotación porcina y sobre cómo convertir esta actividad en un negocio rentable y próspero. Desde entonces ha invertido parte de sus beneficios en la construcción de más pocilgas e incluso ha empezado a criar patos para diversificar sus medios de subsistencia.
Purndev ahora también está proporcionando capacitación en explotación porcina a los jóvenes de su aldea y tiene previsto crear un sistema para convertir el estiércol porcino en biogás para cocinar. Con dos niños pequeños sentados en su regazo y un recién nacido en brazos de su mujer, Purndev dice: “Estoy muy agradecido a la FAO por darme esta oportunidad. Ahora tengo todo lo que necesito. He podido crear una familia. Puedo dar de comer a mis hijos, y tengo un negocio que me gusta en mi propio distrito”.
Bipana, por su parte, está asistiendo a un curso de técnico veterinario. Con un brillo en la mirada, dice que quiere prestar servicios veterinarios no solo a los cerdos de su propia explotación, sino también a los de toda la aldea. Añade que quiere “contribuir a dar forma a la sociedad compartiendo mis conocimientos con los demás”.
Junto con la determinación y el arduo trabajo de personas como Bipana y Purndev, la FAO está ayudando a las comunidades locales de Rautahat y otras zonas de Nepal a crear más oportunidades y generar medios de subsistencia en su lugar de origen, a fin de que la migración sea una elección y no una necesidad.