Ciudad de Guatemala (AFP) – Antes de encender las rotativas, Byron verifica que los rodillos estén limpios y los tinteros llenos. Por última vez, escucha el traqueteo de las máquinas con la impresión del diario La Hora, que deja de existir en papel, después de 101 años de vida.
«Al futuro no se le puede decir que no», dice Byron Cruz, de 47 años, jefe de Producción del diario. Un suspiro le corta las palabras. Pero no hay tiempo para las penas, las bobinas de papel siguen girando, como su vida ahora.
«Hasta donde yo tengo entendido es el único vespertino que quedaba» en Centroamérica, explica el director general de La Hora, Óscar Marroquín.
Es casi mediodía del viernes 12 de noviembre. En la imprenta ubicada en el centro histórico de Ciudad de Guatemala, la tinta se seca sobre el papel aún tibio de los casi 10.000 ejemplares del tiraje.
En sus mejores épocas llegaron a más de 25.000.
«El medio digital ha crecido exponencialmente. Yo diría que, de nuestros lectores actuales, tal vez si mucho el 10% seguía con el diario impreso. El 90% de nuestro público está en lo digital», dice Marroquín.
«Creemos que al concentrar todos los recursos en la parte digital y ya no distraernos con la parte impresa tenemos más potencial para crecer», agrega. La vida sigue, pero en sus plataformas de internet.
Por última vez, un grupo de operadores apila los diarios para el transporte. Debe llegar a los quioscos y suscriptores antes de las 2 de la tarde. «Gracias por todo», dice la portada.
Cambio de folio-
Desde 2012, el diario tomó la decisión de no invertir más en equipos de impresión sino en el desarrollo de la plataforma digital. Pero no solo las nuevas tecnologías y formas de consumo golpearon la edición en papel.
La Hora, dice Marroquín, se había especializado en la publicación de avisos legales. Pero luego, el Congreso, en represalia a las críticas del diario, «decidió pasar una ley para que los avisos fueran electrónicos», dejándolos sin esos ingresos, asegura.
«Haber sido parte de los 101 años de La Hora fue excelente, muy bueno. Y el dejar de imprimir es… es un paso hacia adelante», asegura Byron, aunque sus pasos no necesariamente vayan en la misma dirección.
A la edición impresa hay que «decirle adiós con nostalgia por todos los de tipografía, gente que trabaja en la impresión, nos da mucha pena y los estamos apoyando a todos», considera Marroquín.
La redacción sigue funcionando, pero para la plataforma digital y redes sociales.
-«Paren las rotativas»-
Centenario, el diario vivió épocas históricas del país. La guerra civil (1960-1996), desastres naturales. Marroquín recuerda que pocas veces debieron parar las rotativas. La más dramática, cuenta, fue durante el gobierno del presidente Jorge Serrano (1991-1993).
Se decretó un estado de sitio y se mandó interventores a los medios. «Como no lo quise recibir [al interventor], en plena producción estábamos cuando entró la policía a parar las máquinas», recuerda.
Byron Cruz rememora episodios como el ataque a las Torres Gemelas en 2001, que ocurrió al inicio del día. Al ser un diario vespertino, no podían salir sin esa información en su edición.
Pero este viernes, todo está consumado. El diario se imprimió con tristeza pero sin inconvenientes. Uno de los envíos llega hasta los repartidores cerca de la Plaza de la Constitución.
Leonel González, de 70 años, lleva una década de comprarlo diariamente, a 2 quetzales (25 centavos de dólar) y lo espera puntualmente. Ya sabe que no lo tendrá de nuevo entre sus manos.
«Sinceramente, lo lamento, era un medio al que yo estoy acostumbrado, en la edición impresa (…) Es una lástima, trataré de seguir las huellas a través de la internet», sostiene.
En la imprenta, en tanto, Byron ya cerró la producción. En un mundo con vida virtual, redes sociales, y multiversos, dejar el papel «es un paso más hacia adelante, aunque en el transcurso de la tecnología nos tengamos que quedar muchos».