Antigua (Guatemala) (AFP) – La XXVI Cumbre Iberoamericana que se desarrolla en Guatemala está marcada por cambios políticos bruscos en Brasil y México, dos potencias de la región, así como por masivas migraciones por la pobreza en Centroamérica y la crisis en Venezuela.
El ultraderechista Jair Bolsonaro podría aislar de los espacios de debate internacional a Brasil, la principal potencia latinoamericana, aunque cuenta con el apoyo del presidente estadounidense Donald Trump.
Salvo el pleno respaldo de Trump, Bolsonaro hasta ahora ha sido ambivalente en materia internacional. Con él, el futuro del histórico liderazgo brasileño en Latinoamérica es una incógnita.
Por su lado, México vivirá a partir del 1 de diciembre próximo una transformación radical en la conducción del país, tras el triunfo abrumador en las urnas del izquierdista Andrés Manuel López Obrador, poniendo fin a décadas de partidos de derecha.
La victoria de AMLO, como se conoce a López Obrador en México, provocó inquietud en la región por el rumbo que pueda tener su gobierno en la política exterior, pero hasta el momento ha sido cauto.
Su triunfo es un respiro para la izquierda tras las victorias de sus adversarios políticos en países que antes gobernaba, como Argentina, Brasil y Chile. Y podría serlo también para la cada vez más aislada Venezuela de Nicolás Maduro.
Colombia también enfrenta una metamorfosis en el multilateralismo con el presidente derechista Iván Duque, que asumió el poder hace tres meses con la bandera de modificar el acuerdo de paz suscrito por su antecesor, el liberal Juan Manuel Santos, con la ya disuelta guerrilla comunista FARC.
Santos siempre buscó el apoyo internacional para el proceso de paz que puso fin a medio siglo de conflicto armado y enarboló los principios de integración regional.
El Nobel de la Paz de 2016 promovió y asistió a los encuentros multilaterales, pero Duque se ha concentrado en Colombia, en estrechar los lazos de antaño con Estados Unidos y liderar la presión diplomática contra Caracas, iniciada por Santos.
Ante los recientes «ataques» al multilateralismo, España instó en el cónclave guatemalteco a las naciones iberoamericanas a defender las instancias internacionales como escenarios para evitar la polarización política y de diálogo.
«Creo que es importante que desde aquí valoremos y apoyemos el multilateralismo del que esta conferencia es un claro ejemplo y que ayuda a la comunidad iberoamericana a posicionarse internacionalmente», dijo el ministro de Relaciones Exteriores español, Josep Borrell.
Sin apuntar a un país o a un gobernante en especial, el funcionario español comparó la coyuntura global con el preludio de la Segunda Guerra Mundial: «Parece como si el mundo se estuviera deslizando a los años 30 y aunque no haya grandes intenciones expansionistas, sí hay aires de venganza, tensiones proteccionistas y ataques a Naciones Unidas».
La Cumbre, a la que asistirán 16 presidentes y cuatro vicepresidentes, también se realiza en medio de una agitación regional por las caravanas de migrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos.
En la actualidad se vive además una ola migratoria de venezolanos a países vecinos, considerada por la ONU como la mayor de la historia reciente del hemisferio occidental.
Sin embargo, los cancilleres durante su intervención este jueves evitaron mencionar el tema y se centraron en impulsar programas para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.