La Habana (AFP) – Soldados, batas blancas de médicos y maestros han sido embajadores de la revolución cubana, una vez diluida la imagen romántica con la que los barbudos de Fidel Castro asumieron el poder en la isla en 1959.
Pasaron de las armas a la concertación y a la ayuda humanitaria en América Latina, África y Asia. Referente ideológico para el socialismo, Cuba resiste el bloqueo de Estados Unidos, que cuestiona su unipartidismo y libertades políticas.
– La imagen romántica –
El catalán Carlos García Pleyán vivió en Francia las protestas de mayo de 1968. Cuando encontró un ejemplar de «La Historia me absolverá» de Fidel Castro, comenzó su idilio con Cuba.
«Quedé deslumbrado (…) En el verano del año 69 ya estaba en La Habana explorando posibilidades de trabajo. Al año siguiente, ya graduado, me había instalado en Cuba definitivamente», dice el hoy sociólogo y urbanista a la AFP.
«La Cuba de los 60 fue un ejemplo de audacia revolucionaria y de innovación social que contrastaba con la conservadora realidad europea y que seducía a cualquiera que defendiera la justicia social», añade.
Sedujo por ejemplo al matrimonio de filósofos franceses Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Sartre escribió un libro antológico, «Huracán sobre el azúcar».
– Las armas –
El politólogo Luis Suárez, exdirector del Centro de Estudios de América, considera que esa proyección viene de dos principios del héroe nacional José Martí: tratar de impedir con la independencia de Cuba el dominio de Estados Unidos en América Latina y reconocerse como parte de una revolución regional, una «segunda independencia».
De ahí «el apoyo que, con excepción de México, Cuba les ofreció tanto a los que lucharon con las armas en sus correspondientes países, como a los diversos gobiernos que (…) habían emprendido cambios favorables a sus intereses nacionales y populares, y favorecido la unidad latinoamericana y caribeña».
– Argelia, la puerta de África –
En 1961 llegaron las armas desde Cuba para el Frente de Liberación Nacional de Argelia. Cuba reconoció primero al gobierno provisional y en octubre de 1962, al gobierno de Ahmed Ben Bella.
En 1963 llegan los primeros médicos cubanos a Argelia y el primer contingente militar para apoyar a los argelinos en un conflicto territorial con Marruecos.
«Fuimos a África a cooperar con los luchadores africanos a bregar por el derecho humano más sagrado: la libertad», dijo a la AFP Oscar Oramas, entonces joven diplomático que cumplió en varios países africanos encomiendas de Ernesto Che Guevara y Fidel Castro.
Cuba apoyó los movimientos por la independencia en África.
Para los enemigos de Fidel, era la «exportación de la revolución»; para sus partidarios, «un deber de internacionalismo».
En 1965, Guevara encabezó una tropa de cubanos en el Congo belga y dos años después una guerrilla internacional en Bolivia. Ambos movimientos fracasaron.
– Médicos y maestros –
Entre los años 1960 y 1980, Cuba propiciaba la revolución para conseguir el cambio. Luego entendió que era mejor buscar concertación política, social y económica para lograrlo.
Médicos, maestros, constructores y técnicos cubanos aumentaron su presencia en África, Asia, América Latina y el Caribe. Y a la par marcharon miles de soldados a Angola y Etiopía o asesores militares a Nicaragua y Venezuela.
Más de 300.000 cubanos, militares y civiles, pasaron por Angola.
Programas como «Yo si puedo» (de alfabetización), «Operación milagro» (oftalmológico) y otros funcionan en América Latina, incluso en países con gobiernos conservadores.
Aunque Fidel Castro enfatizó el carácter humanitario de esos programas, sus participantes se convirtieron en embajadores de la revolución.
Médicos cubanos han actuado en 67 países, algunos en forma gratuita y en otros le han aportado ingresos anuales al país por 11.000 millones de dólares.
– La sovietización –
La entrada de Cuba en el bloque soviético «hizo que para la intelectualidad europea comenzaran a diluirse la fascinación y el romanticismo», dice García Pleyán.
Pero en Latinoamérica, «para los sectores de izquierda, populares, la revolución cubana sigue siendo una fuente de inspiración para los cambios internos», considera Suárez.
Para el teólogo brasileño Frei Betto la revolución cubana es «admirable», pero no «imitable».
En sectores regionales de poder es vista como una necesidad de «relaciones de respeto y en lo posible de mutua conveniencia» para evitar que Cuba sea «un factor incidente en la política interna» de sus países, asegura Suárez.
– Nuevos tiempos –
Recientemente la Unión Europea optó por normalizar sus relaciones con Cuba, desmarcándose de la nueva política hostil del estadounidense Donald Trump.
«América Latina zona de paz» es su bandera, mientras en el continente renace una oleada de gobiernos derechistas tras la muerte de dos grandes líderes regionales: Fidel Castro (1926-2016) y Hugo Chávez (1954-2013).
Cuba cerró filas con Venezuela, Bolivia y Nicaragua, que resisten fuertes presiones de Washington, y llamó a construir un frente amplio que reúna a fuerzas de izquierda y progresistas, movimientos sociales, para enfrentar los desafíos.
Un escenario hostil donde Cuba se mueve con la experiencia de seis décadas.