Desierto de Atacama (Chile).- A solo 4,2 años luz de la Tierra, Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sistema Solar, se revela como un entorno mucho más violento de lo que se pensaba hasta ahora. 

Un reciente estudio realizado con el radiotelescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) ha revelado que esta enana roja experimenta una actividad estelar extrema en longitudes de onda milimétricas, un hallazgo que pone en tela de juicio la habitabilidad de los planetas que la orbitan, incluso aquellos que se encuentran dentro de su zona habitable.

Próxima Centauri es conocida por ser una estrella pequeña pero magnéticamente intensa, lo que genera frecuentes llamaradas estelares. Hasta la fecha, estas llamaradas habían sido estudiadas principalmente en longitudes de onda ópticas, es decir, en la luz visible. 

Sin embargo, las observaciones recientes con ALMA permitieron acceder a una nueva capa de información: la energía liberada en el rango milimétrico y las partículas que estas explosiones emiten. Este tipo de radiación es fundamental para entender mejor cómo las llamaradas afectan los entornos planetarios cercanos.

Lo que preocupa a la comunidad científica no es solo la frecuencia con la que ocurren estas llamaradas, sino su intensidad. A diferencia de nuestro Sol, cuyas tormentas solares apenas afectan la atmósfera terrestre gracias al campo magnético protector de la Tierra, las llamaradas de Próxima Centauri podrían ser lo suficientemente poderosas como para erosionar por completo la atmósfera de un planeta rocoso, despojándolo de elementos esenciales como el ozono o el agua. 

Esto pondría en duda la viabilidad de la vida tal como la conocemos en mundos cercanos como Próxima b, un exoplaneta situado en la zona habitable de esta estrella.

El equipo detrás de esta investigación, liderado por Kiana Burton (Universidad de Colorado) y Meredith MacGregor (Universidad Johns Hopkins), analizó 50 horas de observaciones realizadas tanto con el conjunto principal de ALMA como con el Atacama Compact Array (ACA), también conocido como el conjunto Morita. En total, se registraron 463 eventos de llamaradas, lo que permitió establecer una estadística sólida sobre su frecuencia, intensidad y duración.

Una de las conclusiones más sorprendentes del estudio fue que las llamaradas más energéticas no solo son menos frecuentes, como indica la ley de potencias típica en estos fenómenos, sino que también muestran una asimetría notable: la fase de crecimiento es rápida, pero la de declive se extiende por mucho más tiempo. Esta característica podría tener implicancias significativas para los planetas expuestos a este tipo de eventos durante períodos prolongados.

Gracias a la sensibilidad sin precedentes de ALMA, los astrónomos pudieron detectar emisiones de radio y ondas milimétricas que revelan detalles inéditos sobre la distribución de las partículas aceleradas durante cada llamarada. 

Esta caracterización permite entender mejor el comportamiento magnético de la estrella, así como las posibles consecuencias para los planetas cercanos. En palabras de Meredith MacGregor, «si solo observamos en longitudes ópticas, pasamos por alto información crucial. ALMA es el único interferómetro milimétrico con la sensibilidad necesaria para efectuar estas mediciones».

La estructura interna completamente convectiva de Próxima Centauri la diferencia del Sol y es clave para entender su hiperactividad. Los campos magnéticos se retuercen constantemente hasta romperse, liberando grandes cantidades de energía y partículas en un proceso violento que se traduce en llamaradas altamente destructivas. Este tipo de eventos no solo generan radiación, sino también partículas estelares energéticas capaces de penetrar atmósferas y alterar sus componentes químicos.

Con este estudio pionero en longitudes de onda milimétricas, los científicos abren una nueva ventana a la comprensión de cómo las estrellas activas afectan la evolución de sus sistemas planetarios. 

Aunque la existencia de un planeta en la zona habitable alrededor de Próxima Centauri había despertado esperanzas de vida más allá de la Tierra, estos nuevos hallazgos obligan a replantear esas expectativas desde una perspectiva más realista y cautelosa.

Mientras tanto, la comunidad astronómica continuará observando a esta vecina estelar con especial atención. Próxima Centauri, con toda su cercanía, podría ser también un ejemplo vívido de los desafíos que enfrenta la vida en sistemas estelares distintos al nuestro.