París (AFP) – En octubre de 1962, tras quince años de Guerra Fría, el descubrimiento del despliegue de misiles soviético en Cuba pone al mundo al borde del conflicto nuclear.
Durante trece días, una aterradora partida de póquer enfrenta al joven presidente estadounidense John Kennedy y el dirigente soviético Nikita Jrushchov.
Gobernada desde 1959 por Fidel Castro, Cuba constituye un puesto de avanzada del lado soviético cerca de Estados Unidos.
Misiles cerca de EEUU –
El 14 de octubre de 1962, fotos en blanco y negro de alta definición tomadas por un avión espía U-2 revelan la presencia de rampas de lanzamiento en plena selva tropical, a menos de 150 km de las costas estadounidenses.
Según analistas de la CIA, tienen la capacidad de lanzar misiles de mediano alcance SS-4. Las grandes ciudades del noreste de Estados Unidos podrían ser atacadas.
«Estas bases no pueden tener otro objetivo que el de brindar la capacidad de un ataque nuclear contra el hemisferio occidental», declara Kennedy el 22 de octubre en un discurso a la Nación. Las imágenes aportan pruebas de que Jrushchov mentía cuando había prometido que la URSS no desplegaría misiles en Cuba.
El dirigente soviético pensaba que el presidente estadounidense cedería ante un hecho consumado.
Un año y medio antes, en abril de 1961, anticastristas apoyados por Estados Unidos fracasaron en un intento de desembarco en la Bahía de los Cochinos.
El 30 de octubre de 1961, Moscú probó la «Bomba del Zar», una bomba de hidrógeno, sobre el archipiélago de Nueva Zembla en el Ártico ruso. En agosto, se levantó un muro para dividir Berlín.
Alerta máxima –
Ante las fotos de las rampas soviéticas en Cuba, los consejeros estadounidenses plantean ataques aéreos preventivos pero, finalmente, es la opción del bloqueo marítimo que prevalece. El 22 de octubre, Kennedy anuncia que pone en «cuarentena» a Cuba.
Cerca de un centenar de unidades navales estadounidenses son desplegadas alrededor de la isla, así como decenas de escuadrones aéreos de combate, con la orden de interceptar los 18 cargueros soviéticos que se acercan.
El 24 de febrero de 1962, la confrontación alcanza su paroxismo: las fuerzas estratégicas son colocadas en estado de alerta máxima, nivel precedente al inicio de la guerra nuclear.
Cientos de bombarderos atómicos patrullan el cielo y se preparan misiles intercontinentales.
Finalmente, los barcos soviéticos dan media vuelta y las dos potencias negocian un acuerdo: retirada de los misiles soviéticos a cambio de retirada de los misiles estadounidenses en Turquía y la garantía de Washington de que no invadirá Cuba.
Pero el 27 de octubre, el «sábado negro», tiene lugar un nuevo golpe de escena: un U-2 es derribado sobre Cuba y su piloto muere. Ante el temor de que la crisis degenere, Kennedy envía a su hermano Robert, ministro de Justicia y hombre clave del gobierno estadounidense, a negociar con el embajador soviético Anatoli Dobrynin.
Al día siguiente, Jrushchov acepta desmantelar las rampas de lanzamiento y retirar los misiles. Se ha evitado lo peor.
Concesiones –
Esta salida a la crisis da lugar a un anuncio de un gran éxito por parte de Washington, pero la resolución del conflicto está en realidad equilibrada por concesiones mutuas, que se conocerán luego.
En junio de 1963 se instala un «teléfono rojo» que permite a la Casa Blanca y el Kremlin comunicarse directamente. Hasta ese momento lo hacían a través de sus embajadores.
Es recién en diciembre de 2014, más de medio siglo después de la instauración por parte de Kennedy de un embargo económico y financiero contra Cuba, aún en vigencia, que el presidente estadounidense Barack Obama decide una política de apertura histórica con la isla.
Sin embargo, su sucesor Donald Trump da marcha atrás y endurece la sanciones. En mayo de 2022, la administración de Joe Biden anuncia el levantamiento de algunas de ellas.