Quito (AFP) – El presidente de Ecuador, el derechista Guillermo Lasso, se libró de ser destituido del cargo por parte del opositor Congreso el martes, cuando suspendió negociaciones con el máximo líder indígena para poner fin a protestas por el costo de la vida, que cumplieron 16 días.
Una moción para cesarlo de cargo, por causal constitucional de «grave crisis política y conmoción interna», reunió 80 de los 92 votos necesarios, según la Asamblea Nacional.
«Defendimos la democracia y ahora debemos recuperar la paz», expresó Lasso tras la votación.
El Congreso discutía desde el sábado el pedido de remoción planteado por el partido opositor Unión por la Esperanza (Unes), el principal con 47 escaños y afín al expresidente socialista Rafael Correa (2007-2017).
«Pese a los intentos golpistas, hoy prevaleció la institucionalidad del país. Queda en evidencia quiénes trabajan para las mafias políticas. Mientras tanto, nosotros seguimos trabajando por el Ecuador», agregó el mandatario, un exbanquero de 66 años.
En la mañana, el gobernante suspendió las negociaciones que el Ejecutivo entabló el lunes con el titular de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), Leonidas Iza, que impulsa las manifestaciones por tiempo indefinido.
Lasso tomó la decisión luego de que un soldado murió y otros 12 uniformados quedaron heridos en un ataque de manifestantes contra militares en la Amazonia.
En una alocución, el jefe de Estado señaló que Iza defiende solo «sus intereses políticos» y enfatizó que «no vamos a negociar con quienes mantienen a Ecuador como rehén».
La Conaie lo acusó a su vez de «autoritarismo, falta de voluntad e incapacidad» y dijo que deberá responder por «las consecuencias de su política belicista».
El secretario de la OEA, Luis Almagro, afirmó por Twitter que la «protesta debe ser pacífica y democrática (…) Desestabilización violenta de un gobierno democrático es siempre repudiable».
«Punto muerto» –
Un primer cara a cara entre la Conaie y una delegación del Ejecutivo, encabezada por el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, tuvo lugar durante más de seis horas el lunes en un intento por distender la crisis.
Pero el segundo día de conversaciones fracasó este martes cuando la representación oficial no se presentó en respuesta al ataque.
«Ustedes merecen más que un oportunista como líder (…) Es un acto criminal jugar con la vida de inocentes. El país ha sido testigo de todos los esfuerzos que hemos hecho para entablar un diálogo fructífero y sincero», dijo Lasso, quien asumió el poder hace un año.
El titular de la Conaie reconoció que la negociación está en un «punto muerto» pero se mostró abierto a continuar dialogando.
«¿Por qué retroceder si es que ya se ha avanzado bastante?», expresó.
Pidió a la Conferencia Episcopal Ecuatoriana que interceda en la crisis en representación del papa Francisco, quien el domingo llamó al «diálogo» y a «la paz social».
Jiménez replicó por Twitter: «No hay condiciones de diálogo cuando se sigue promoviendo la violencia».
Tras la suspensión de las negociaciones en la Basílica del Voto Nacional de Quito, centenares de indígenas volvieron a la carga en Quito. En grupos se movilizaron por las calles y a su paso los comercios cerraron.
«Irracionalidad» –
En la noche, manifestantes protagonizaron choques con la fuerza pública en el norte de la capital, siendo incendiadas dos estaciones policiales.
«No se entiende la irracionalidad y la falta de razonabilidad en la protesta. Ecuador necesita Paz», manifestó por Twitter el ministro del Interior, Patricio Carrillo.
El elevado costo de vida alimentado por el incremento de precios de combustibles empujó desde el 13 de junio a salir de sus comunidades a miles de manifestantes, la mayoría en Quito. Exigen medidas que amortigüen el golpe económico en la producción agrícola.
Con marchas festivas, cortes de ruta y violentos enfrentamientos con la fuerza pública, los indígenas presionan al impopular Lasso, que arrastra un 17% de aceptación pero tiene el apoyo militar.
El gobernante ha dictado compensaciones, que los nativos consideran insuficientes.
Redujo precios de combustibles, aunque no en la proporción que pide la Conaie; concedió una moratoria de deudas hasta por 3.000 dólares para campesinos y levantó el estado de excepción, bajo el cual los militares salieron de los cuarteles en seis de las 24 provincias del país y se impuso un toque de queda en Quito.
El movimiento indígena de Ecuador participó en revueltas que derrocaron a tres gobernantes entre 1997 y 2005.
La dolarizada economía ecuatoriana, que empezaba a recuperarse de los efectos de la pandemia, pierde unos 50 millones de dólares diarios por las crisis, según cifras oficiales.
Las protestas dejan en total seis muertos (incluidos cinco manifestantes), más de 600 heridos (entre agentes y civiles) y unos 150 detenidos, según diversas fuentes.
Desgastada por la crisis y desabastecimiento de algunos productos, Quito también es escenario de contraprotestas lideradas por la case media alta.