París (AFP) – Este martes dio comienzo en París el juicio contra una quincena de libaneses, recolectores de dinero y banqueros encubiertos, acusados de blanquear dinero de carteles colombianos.
El principal detenido, Mohamad Noureddine, un hombre de negocios libanés de 44 años, experto en bienes inmobiliarios y comercio de joyas, permaneció sentado en primera fila, con una ligera sonrisa en los labios, mientras se procedió a la lectura del sumario.
En él se hace referencia a «máquinas de contar semillas» para «contar el dinero» y a la ocultación de dinero detrás de los limpiaparabrisas de los coches, «poco práctico cuando llueve», según comentó la magistrada francesa Isabelle Prévost-Desprez.
Este caso llegó a la justicia francesa a través de la agencia estadounidense antinarcóticos, la DEA, que investigaba desde 2012 este red extendida por América Latina, Oriente Medio y Europa.
En dicha investigación, la DEA identificó que el epicentro de la operación en Europa estaba en Francia, donde residen varios de los acusados.
El dinero procedente de la venta de la cocaína era recolectado en Europa y devuelto a los traficantes colombianos a través del «halawa» (mandato en árabe), un antiguo sistema de transferencia de fondos basado en banqueros encubiertos que funcionan al margen del circuito oficial.
En 2015 se abrió una investigación en París que culminó con una serie de redadas casi simultáneas en Francia, Italia, Bélgica y Alemania en enero de 2016.
Esta «Conexión Libanesa»o red «Cedar» (por el cedro, árbol que es el emblema nacional de Líbano), habría blanqueado decenas de millones de euros al año en beneficio de ‘El Chapulín’, un famoso traficante colombiano.
Esta red ha sido descrita como «particularmente estructurada y organizada»: en primer lugar, se recogía el dinero procedente del tráfico de drogas en toda Europa; posteriormente, se procedía a la compra de joyas, relojes o coches de lujo; después se revendían dichos objetos en Líbano o en África; y, por último, se enviaba ese dinero blanqueado a los colombianos a través de oficinas de cambio.
Las escuchas telefónicas permitieron obtener información sobre la localización y descifrar los mensajes en clave: cuando se hablaba de un «Mercedes 250», en realidad se informaba que se habían recaudado 250.000 euros; si se mencionaba un «camión», se hacía referencia a un millón de euros; cuando algo se había dejado en el «horno», había que buscarlo en Holanda; y si era en el «molino», quería decir Bélgica.
El principal detenido, Mohamad Noureddine, reconoció haber organizado las recogidas pero negó conocer el origen de ese dinero.
También desmintió que una parte de los fondos recogidos haya ido destinado a Hezbolá, pista barajada por la DEA pero que los investigadores franceses no tuvieron en cuenta.
Está previsto que el juicio dure hasta el 28 de noviembre.