Dakar (Senegal).- Cuando se les preguntó en qué consiste la violencia de género, las mujeres que participan en los Clubes Dimitra del Níger coincidieron en que experimentan la violencia de muchas formas.
Las agresiones físicas y sexuales son manifestaciones obvias, pero las mujeres también consideraban que las normas sociales imperantes —como no poder volver a casarse después de enviudar, no estar involucradas en las decisiones económicas del hogar y no poder participar en ciertas actividades comunitarias—, las hacían sentir miembros inferiores o marginadas en sus comunidades.
Además, un grave problema para las mujeres de muchas comunidades es que se las obliga a casarse o incluso a hacerlo a una edad temprana.
En el Níger, el 76 % de las niñas se casan antes de los 18 años. En la República Democrática del Congo, se trata de casi un tercio de las niñas. Lo mismo ocurre en las zonas rurales del Senegal, donde el 31 % de las niñas se casan antes de los 18 años y el 9 % antes de los 15.
Más allá de ser una violación de los derechos humanos, el matrimonio infantil merma los esfuerzos de desarrollo y frena el progreso y la productividad de las sociedades.
Esta práctica impide que las niñas obtengan una educación, limitando sus opciones en el futuro. Provoca un aumento de los problemas de salud, ya que las jóvenes se enfrentan a más complicaciones durante el embarazo y el parto.
El matrimonio precoz fomenta también su dependencia de los hombres, ya que las jóvenes a menudo no han ido a la escuela ni han tenido la oportunidad de adquirir los conocimientos necesarios para ganarse la vida por sí mismas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha puesto en marcha varios proyectos en las zonas rurales del Senegal para sensibilizar a todos los miembros de la comunidad sobre los perjuicios de esta práctica, tanto para las niñas como para la comunidad en general.
La FAO trabaja con las comunidades para crear grupos de debate y acción llamados Clubes Dimitra. Formados por la FAO, los asociados en la ejecución en el país informan a las comunidades sobre el concepto de los Clubes Dimitra y les ayudan a crear grupos autónomos.
A veces formados solo por mujeres o solo por hombres, otras solamente por jóvenes o a veces mixtos, estos clubes se reúnen periódicamente para identificar los problemas más acuciantes de una comunidad.
Cada club elige a un coordinador para facilitar los debates, y los miembros —y otras personas de la comunidad— tratan juntos de encontrar soluciones para superar los problemas que se plantean.
En la aldea de Kouthia Farindalla Mandingue, en la región de Tambacounda, al este del Senegal, el matrimonio precoz y la violencia de género fueron algunos de los problemas más acuciantes señalados por las mujeres y abordados en estos clubes.
Tradicionalmente, en esta aldea se concertaba el matrimonio de las niñas a los 14 o 15 años.
Mawdo Diarra, líder del Club Dimitra, explica: “gracias a los clubes, pudimos identificar el matrimonio precoz como un problema de la comunidad.
Luego planteamos la cuestión al jefe de la aldea y lo debatimos en las reuniones de los distintos clubes: mujeres, hombres, adultos y jóvenes. Pudimos llegar a un consenso, de modo que, a partir de ahora, las jóvenes no se casan antes de los 18 o 19 años.
Actualmente, gracias al abandono del matrimonio precoz, las mujeres también tienen menos problemas durante el embarazo”.
Esta decisión tomada hace dos años sigue vigente, y el pueblo ha prosperado gracias a ella. Las soluciones encontradas en los Clubes Dimitra tienden a perdurar, ya que son endógenas y se basan en las realidades y capacidades de las propias comunidades rurales, sin intervención externa.
Ayudar a que las mujeres alcen su voz
En los clubes, las mujeres adquieren confianza en sí mismas para hablar en público y expresar sus opiniones y necesidades. Gracias a estos cambios, muchas mujeres que participaron en los Clubes Dimitra intervienen ahora activamente como líderes en los procesos de toma de decisiones de sus comunidades.
Assietou Diallo, líder del Club Dimitra y de su comunidad, afirma: “antes de la llegada de los Clubes Dimitra, la voz de las mujeres no contaba; no podían aportar sus ideas… ahora todo esto ha cambiado. Las mujeres y los jóvenes pueden aportar sus ideas, y se los tiene en cuenta, ya que se los reconoce como miembros útiles de la comunidad”.
“Estoy muy agradecida a los Clubes Dimitra” afirma por su parte Fatou Ngom. “Tómenme como ejemplo: antes no asistía a las reuniones organizadas por la comunidad. Las mujeres no se enteraban de las obras y actividades que tenían lugar en la aldea. No teníamos derecho a hablar. Pero gracias a los Clubes Dimitra, me atreví a participar en las reuniones de la comunidad y a dar mi opinión”.
Estos cambios de comportamiento y unas mejores relaciones de poder entre hombres y mujeres tanto en el hogar como en la comunidad tienden a reducir la violencia de género y las prácticas discriminatorias.
Ambos, maridos y esposas, declaran que han disminuido los incidentes de violencia y discriminación.
En el Senegal, los clubes se han integrado en varios proyectos de la FAO, incluidos los financiados por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Consolidación de la Paz, que se centran en reforzar la resiliencia climática y el papel de las mujeres en la paz.
En la actualidad hay más de 800 Clubes Dimitra activos en 219 aldeas del Senegal, en los que participan más de 24.000 personas.
En todo el mundo existen más de 8.500 Clubes Dimitra de la FAO, que agrupan a más de 255.000 mujeres y hombres del medio rural.
En miles de comunidades rurales de Asia, América Latina y el Caribe, Cercano Oriente y África subsahariana, estos clubes funcionan en el marco de proyectos que facilitan el empoderamiento de la población.
Se calcula que 8 millones de personas de zonas rurales se benefician de las iniciativas llevadas a cabo por los clubes.
Contenido relacionado
- Alarmante retroceso en competencias básicas en adultos según último informe de la OCDEUn informe reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ha encendido las alarmas sobre el notable retroceso en las competencias fundamentales de lectura y matemática entre los adultos, destacando un preocupante estancamiento en la última década.