México (AFP) – Ciudad de México prohibió el uso de bolsas de plástico en el arranque de 2020 y aunque muchas personas y negocios han reducido notoriamente su uso, hay que dar la lucha contra una auténtica adicción a los empaques con este nocivo material.
Varios clientes del céntrico Mercado Medellín, en el cosmopolita barrio Roma de la capital, cargan sus bolsas de tela para llevar sus alimentos, al igual que varios consumidores en los supermercados.
«Prefiero llevar mi carrito o mi bolsa, otra bolsa de manta o de tela y, lo que más puedo, evitar que me dan las bolsas de plástico», dice a la AFP Rosa María Huidobro, de 65 años.
«En realidad la gente sí lo está aceptando. Lo estamos viendo, totalmente», coincide Alfonso López, de 67 años, dirigente de los comerciantes del mercado Medellín.
López confiesa estar admirado de cómo muchos de sus clientes rechazan las bolsas plásticas, incluso aquellas biodegradables, pues ya traen las suyas de materiales reutilizables.
Las restricción, que por ahora se limita a las bolsas, se incrementará en 2021 con la inclusión de otros plásticos de un solo uso como pajillas, vasos y cubiertos, cápsulas de café, globos y tampones.
Pero el panorama es menos halagador en el Mercado Juárez, en el barrio del mismo nombre, donde muchos puestos de frutas y verduras desafían la prohibición y entregan bolsas plásticas a sus compradores.
Una de las pocas excepciones es Eva Reyes, quien dejó de entregarlas, lo que provocó el enojo de algunos clientes.
«Quisiéramos darles bolsas pero ya no se puede. Creo que la gente nunca se va a acostumbrar, pero hay que hacerlo y ojalá sirva para mejorar el medio ambiente», explicó la comerciante.
– Punto de quiebre –
Antes de la prohibición, era común que tiendas, mercados o restaurantes usaran bolsas para empaquetar cada producto por pequeño que fuera, incluso aquellos que ya venían embolsados de fábrica.
La ley busca reducir este consumo frenético de un material altamente contaminante que a menudo acaba en el océano.
Ciudad de México se ubica así en el grupo de ciudades y países que intentan acabar total o parcialmente con las bolsas desechables como Colombia, Puerto Rico, Chile, Uruguay, Argentina, Perú y Panamá.
Las autoridades esperan que la medida disminuya parte de las 13.000 toneladas de residuos sólidos que generan diariamente los nueve millones de habitantes de la capital, una de las metrópolis que más basura produce en el mundo.
«La historia de este tipo de plásticos es muy emblemática en cuanto a los daños que le ha ocasionado al planeta y a los seres vivos de varios ecosistemas, principalmente el marino», dice Andrée Lilian Guigue, directora general de Regulación Ambiental de la capital.
Según Guigue, el 15% de esas 13.000 toneladas de basura corresponden a plásticos de un solo uso, porcentaje que incluye a las botellas, que no se han visto afectadas de momento por la prohibición.
El investigador Omar Arellano, de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), consideró que la prohibición de las bolsas plásticas es un punto de quiebre que muestra que se pueden hacer las cosas «de otra manera».
– Buenas intenciones, poco impacto –
Sin embargo, el optimismo del gobierno local se enfrenta a una ruta aún llena de baches.
Las autoridades no tienen inspectores que fiscalicen el cumplimiento de la ley, que contempla multas de hasta 9.000 dólares para los comercios infractores, y por ahora dependen de los reportes ciudadanos.
Además, la normativa no ha establecido aún las reglas técnicas para la producción y certificación de plástico compostable, el único que permite la nueva legislación. Sumado a ello, está la lucha contra los viejos hábitos de los consumidores.
La ley, además, provocó el rechazo frontal de los productores de bolsas, que exigieron su derogación.
Aldimir Torres, presidente de la Asociación Nacional de Industrias del Plástico (Anipac), advirtió del impacto económico que la medida puede causar a este sector, con negocios anuales por unos 30.000 millones de dólares.
«Se pueden ver afectados 50.000 empleos, hay empresas que trabajan al 10 o 15% de su capacidad», explicó.
Torres consideró que la ley es «poco técnica y poco profesional» porque excluyó del debate a los representantes de la industria. Alegó además que las bolsas representan apenas el 2% del total de la producción de plástico en el país, por lo que la incidencia de la medida sería mínima.