Venecia (AFP) – El cine argentino, invitado especial del festival de Venecia, divirtió este jueves con la comedia mordaz de Gastón Duprat, «Mi obra maestra» sobre el mundo del arte, la amistad, la muerte y la vida.
Después de haber conquistado el público hace dos años con «El ciudadano ilustre», Duprat presenta fuera de concurso la historia de una particular y conflictiva larga amistad entre el dueño de una galería de arte de Buenos Aires, interpretado por Guillermo Francella, y un pintor en declive, que vive en la pobreza y con pocas relaciones sociales, rol encarnado por Luis Brandoni.
Amigos desde hace años, en desacuerdo sobre las tendencias del arte contemporáneo, hasta el punto en que Brandoni llega a balear una obra como acto de modernidad, ambos terminan por idear una brillante estafa.
«Tratamos con esparpajo y humor temas serios», confesó Duprat, quien más que apuntar con el dedo contra el comercio del arte y los galeristas, habla de «la amistad entre hombres y de cómo puede perdurar en el tiempo», explicó durante una charla con la prensa.
«Conocemos el mundo del arte y nos interesaba tratar el concepto de autoría», dice.
Duprat, que dirige en solitario sin su compañero habitual Mariano Cohn, amigo y colega, aborda con el tono de la comedia a la italiana temas complejos, alimentados con diálogos eficaces, chistes, que el dúo de actores maneja con verdadera maestría.
La película, que fue estrenada en Argentina poco antes de llegar a la Mostra, ha sido un éxito en su país y aspira a obtener los mismos éxitos alcanzados hace dos años en el Lido veneciano con la historia de la crisis de identidad del primer nóbel de la literatura argentino.
Con seis películas en las distintas secciones, entre ellas la cinta de Pablo Trapero «La quietud» y «Acusada» de Gonzalo Tobal, en la competición oficial, el cine argentino se confirma entre los invitados más creativos e innovadores.