San Salvador (AFP) – Las mesas de votación cerraron sin contratiempos este domingo en El Salvador, donde el exalcalde capitalino Nayib Bukele es favorito a ganar la presidencia ante el desgaste de los partidos tradicionales, en medio de la persistente violencia de las pandillas y el alto costo de vida.
Tras una votación de diez horas, la jornada cerró a las 17H00 locales (23H00 GMT), como estaba previsto. Según el presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Julio Olivo, los resultados deben conocerse por la noche de este domingo, aunque si ningún candidato obtiene la mitad más uno de los votos, habrá un balotaje el 10 de marzo.
Los partidos en contienda comenzaron poco antes del cierre de los centros a efectuar sus valoraciones de la jornada.
Bukele, en una breve declaración a la prensa en un hotel capitalino, señaló, sin revelar cifras, que sus primeros análisis de la votación le indican que su candidatura está «con buenos números» y que esperar ganar sin necesidad de una segunda vuelta.
El candidato de la coalición de derecha liderada por la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), Carlos Calleja, llamó a los salvadoreños «a la calma» y dijo sentirse «optimista».
Por su parte, el candidato del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda), Hugo Martínez, dijo estar «satisfecho» de cómo se desarrolló el proceso.
Martínez adelantó que la votación andará por los promedios históricos, que rondan 60% de participación.
Mostrando camisetas celestes, rojas o tricolor de los partidos contendientes, centenares de simpatizantes se mantenían a la expectativa en los centros de votación en diferentes puntos de la capital.
El ministro de Justicia y Seguridad, Mauricio Ramírez, indicó a la prensa que solo se registraron seis personas detenidas por intento de fraude electoral y otros delitos.
Poco más de 5,2 millones de electores fueron llamados a votar en unos 1.600 centros.
«Venimos a votar confiados que haya un cambio», declaró a la AFP Aracely Bonilla, quien se presentó a sufragar en Mejicanos, periferia norte de San Salvador.
El jefe de la misión de observación electoral de la Unión Europea, Carlos Iturgaiz, comentó que, «salvo mínimos retrasos por cuestiones organizativas», el proceso se desarrolló en un ambiente de tranquilidad.
Se trató de la sexta elección presidencial desde el fin de la guerra civil de 12 años en 1992, mediante la firma de acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla.
Las encuestas señalan como favorito a Bukele, de 37 años, postulado por el conservador partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana), seguido por Calleja, un empresario de supermercados de 42 años, de una coalición de cuatro partidos de derecha liderada por Arena.
En el eventual caso de que Bukele lograra imponerse, deberá pactar una alianza para poder gobernar con la derecha que domina el actual Congreso, en funciones hasta 2021.
El excanciller Martínez aparecía como tercero en las encuestas, y el empresario Josué Alvarado, del minoritario partido Vamos, con escasas posibilidades.
– Inseguridad, la prioridad –
Quien resulte ganador deberá atender el ya viejo problema de las violentas pandillas, que extorsionan a la población y fueron responsables de la mayoría de los 3.340 homicidios cometidos en 2018 en El Salvador, un país con una tasa de 51 muertes por cada 100.000 habitantes.
«El nuevo presidente debe ofrecer soluciones atrevidas en el tema de la seguridad», declaró a la AFP el analista y profesor de la Escuela Superior de Economía y Negocios (ESEN) Carlos Carcach.
En el pasado, gobiernos de derecha apostaron por la represión o negociaron en secreto con las pandillas.
La izquierda, en tanto, con el expresidente Mauricio Funes (2009-2014), alentó una tregua entre las dos principales pandillas que redujo temporalmente los homicidios.
Cada año miles de salvadoreños emigran por la violencia y la falta de empleo.
– Estancamiento económico –
El futuro mandatario deberá enfrentar también el lento crecimiento de una economía dolarizada que en los últimos cinco años no ha logrado llegar al 3% de crecimiento anual.
«La debilidad de la economía salvadoreña está asociada a las reformas que se implementaron después de la guerra (1980-1992); reformas cuyo centro fue la liberalización», destacó en un editorial la jesuita Universidad Centroamericana (UCA).
Según la UCA, «el único éxito del modelo de corte neoliberal fue la concentración de la riqueza en pocas manos» y el país vive las consecuencias con «la violencia, el desplazamiento, la migración forzada y las maras (que) son subproducto del modelo implementado».
«El Salvador necesita más fuentes de trabajo, y más seguridad en cada esquina», exigió este domingo Daniel Morales, un estudiante universitario de 24 años, antes de emitir su voto.