Paraiso (Panamá) (AFP) – Una hormiga camina sobre la mano enfundada en un guante de látex del investigador panameño Dumas Gálvez, que observa detenidamente los rápidos movimientos del insecto. Con sumo cuidado, la toma con unas pinzas y la deposita en un pequeño envase.
Gálvez, doctorado en Ecología y Evolución en la Universidad de Lausana, en Suiza, realiza esta simple operación en el baño de su casa, adonde ha tenido que llevar las hormigas al no poder acudir al laboratorio del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés) donde trabaja.
Para contener la pandemia del nuevo coronavirus, el gobierno panameño decretó una cuarentena mediante la cual hombres y mujeres solo pueden salir dos horas diarias pero en días diferentes.
La medida ha hecho que Gálvez, de 38 años, no pueda visitar a diario los laboratorios del STRI en el área canalera de Gamboa, donde mantenía a los insectos a temperatura y humedad ambiente para su estudio.
«Me sugirieron traérmelas a la casa, mejor tenerlas aquí y tratar de hacer algo que dejarlas perder», dice Gálvez a la AFP.
«Por suerte la casa tiene dos baños, uno desocupado. Tuve que hacer dos o tres viajes (para traerlas) porque eran demasiadas hormigas», agrega.
Según cuenta, trasladó a los insectos en su propio automóvil porque los vehículos del STRI ya no se podían utilizar por las medidas de cuarentena.
Al principio las ubicó afuera de su casa en Paraíso, a pocos kilómetros de su trabajo, donde las condiciones climáticas eran más apropiadas. Sin embargo, los gatos terminaron tumbando algunas cajas donde las mantenía.
Su esposa francosuiza, Emilie König, dice sentirse bien con la presencia de las hormigas en la casa, en la que también vive un hijo de la pareja, de 9 meses.
«Para mí no es nada raro, crecí en el campo y me parece muy importante poder apoyar a Dumas en su proyecto dentro de lo posible. Me siento muy bien con estas hormigas aquí. Me parece chévere que estén aquí en casa», relata König.
– «No es lo ideal» –
Gálvez recolecta hormigas con piqueta, pala y avena, un producto muy apreciado por estos insectos, que la recogen del suelo y la llevan a su colonia, revelando así la ubicación del nido.
En el STRI tenía colonias provenientes del Camino del Oleoducto, un sendero construido por soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, a las afueras de Ciudad de Panamá.
Pero Gálvez reconoce que el baño de su casa no es el lugar más apropiado. Pese a tener unas 70 colonias, no cuenta con la misma cantidad ni variedad para comparar como en el laboratorio, donde gozaban además de una dieta y cuidados especiales.
«El baño no es ideal porque está muy caliente, eso definitivamente ha causado bastante mortandad de las hormigas por más que le pongo abanico. La temperatura está bastante alta, pero fue lo único que se me ocurrió, el baño», afirma Gálvez.
Lamenta sobre todo no tener acceso al laboratorio para hacer las comparaciones del sistema inmune.
– Proyectos científicos perdidos –
La investigación de Gálvez busca comparar el sistema inmunológico de hormigas recolectadas en áreas urbanas con los recogidas en zonas boscosas. Para ello, las infecta con un hongo y mide su supervivencia.
El estudio permitirá entender cómo las diferentes condiciones climáticas y la actividad humana afectan la evolución de su sistema inmune, lo que podría abrir una nueva línea de investigación en Panamá relacionada a las amenazas naturales de los insectos.
Pese a las dificultades, su estudio no es el que más problemas enfrenta por la cuarentena, según cuenta. Algunos proyectos científicos se han visto truncados, al romperse los tiempos y estrategias necesarias para llevarlos a cabo.
«He tenido bastante suerte de trabajar con hormigas y que me las pude traer a la casa, pero hay gente que, por ejemplo, tiene ranas y no hay forma de llevarse esos animales», indica.
«Hay gente que realmente sí perdió sus proyectos, tanto a nivel intelectual como financiero», dice. «Del mío, más o menos se rescata algo».