Santiago (AFP) – Chile se volcó este viernes a conmemorar los 30 años del plebiscito de 1988 que decidió el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, con varias ceremonias en las que se valoró el inédito proceso electoral que derrotó pacíficamente a la dictadura.
El 5 de octubre de 1988 los chilenos debían decidir entre la opción «NO», que significaba el llamado a elecciones generales un año después, o el «SÍ», que implicaba la extensión de la dictadura de Pinochet por otros ocho años.
La oposición al régimen -constituida por 17 agrupaciones de izquierda que dieron vida a la ‘Concertación de Partidos por la Democracia’- llamó a votar por el No, mientras que la continuidad de Pinochet era apoyada por partidos conservadores.
En el bando opositor – en el que se encuentran de nuevo treinta años después -, los expartidos de la Concertación decidieron restarse de la celebración oficial que organizó este viernes el gobierno del conservador Sebastián Piñera.
«No nos parece que un gobierno cuyo sustento son los partidos que estuvieron con el Sí haga un acto de conmemoración», dijo el presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde.
Piñera, uno de los pocos políticos de derecha que estuvo abiertamente a favor del No, fue el único orador de un sobrio acto en el Palacio de Gobierno, del que también se restaron los partidos oficialistas.
En un discurso conciliador, el mandatario calificó a la antigua Concertación como una agrupación «visionaria», junto con valorar la decisión de Pinochet de «honrar su compromiso y reconocer el veredicto de la mayoría de los chilenos».
Un pequeño grupo de partidarios del fallecido dictador se reunió también este viernes a los pies de un monumento que recuerda al asesinado senador Jaime Guzmán, mientras que los expartidos de la Concertación celebraron la fecha en un acto en la sede de la Democracia Cristiana, en el centro de Santiago.
«Fue un proceso largo, no una cosa instantánea que sucedió de un día para otro, sino un largo caminar de millones de personas», recordó en esta instancia Genaro Arriagada, exsecretario ejecutivo del Comando del No.
Por la tarde, está prevista una conmemoración ciudadana en el centro de Santiago.
– Un largo día –
La Constitución que en 1980 dictó Pinochet, que llegó al poder en el golpe militar de 1973, estableció un cronograma que sometía a plebiscito la continuidad de su régimen hasta 1997. En caso de perder, debía llamar a elecciones un año después.
El primer objetivo de la naciente oposición fue derrotar el miedo y lograr que después de años sin elecciones y represión, los chilenos se inscribieran en los registros electorales destruidos por la dictadura.
Una parte crucial fue la campaña publicitaria previa a la elección. En horario estelar, la oposición tuvo por primera vez la posibilidad de expresarse en televisión.
Bajo el eslogan «Chile, la alegría ya viene», mucho humor y la presencia de figuras vetadas por el régimen, logró transmitir a los chilenos el mensaje de que era posible derrotar a la dictadura.
Torturados y familiares de los miles de desaparecidos aparecieron también por primera vez en televisión, pero sin ánimo de revancha. «Sin odio, sin violencia. No +. Vote NO», planteó la campaña.
La franja del Sí partió enfatizando los logros económicos del gobierno de Pinochet pero luego pasó al ataque y a la descalificación directa de los opositores, sin la factura técnica de sus contrincantes.
En medio de una gran expectación llegó finalmente el día de la elección, una jornada extensa por la resistencia de Pinochet a reconocer un resultado adverso.
A pocas horas de abrirse las urnas gran parte del país estaba sin electricidad. Sin embargo, la gente desbordó desde temprano los locales de votación.
Los primeros cómputos daban como ganador la opción Sí, pero con una cantidad muy pequeña de votos. En los medios opositores, en cambio, se informaba de un extendido triunfo del No.
Pinochet demoraba la entrega oficial de los resultados. Ya de madrugada, cuando la tensión era máxima, el jefe de la aviación Fernando Matthei reconoció el triunfo del No, que se impuso por un 56%, frente a un 44% de los partidarios de la dictadura.
Estalló entonces la alegría. La gente reprimida por años salió a celebrar a las calles, con champaña y transformando en pasado el grito que por años se escuchó en las poblaciones: «Y ya cayó…y ya cayó…»