Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) (AFP) – La saga del italiano prófugo Cesare Battisti terminó este domingo en Santa Cruz de la Sierra, cuando el exactivista de extrema izquierda abordó bajo custodia italiana un avión con destino a Roma, donde le espera una condena perpetua por homicidios y acciones violentas de los «años de plomo» de la guerra fría.
Como la del Che Guevara –aunque sin final fatal–, la aventura del revolucionario Battisti, de 64 años, tuvo epílogo en Bolivia, al ser detenido el sábado a las 18H50 por agentes bolivianos de Interpol en coordinación con colegas italianos, en una calle de esta ciudad del este del país andino, limítrofe con Brasil.
Un día más tarde y tras el rechazo a una solicitud de asilo a la Bolivia de Evo Morales, Battisti era remitido a autoridades italianas llegadas en avión especial desde Roma.
Estaba prófugo desde diciembre, cuando huyó de Brasil, donde en un pasado había hallado refugio bajo el gobierno del izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva.
El Falcon 900 blanco con policías y miembros de los servicios secretos que el gobierno italiano envió este mismo domingo para buscarlo había aterrizado poco después de las 15H00 locales (19H00 GMT) y se lo llevó menos de dos horas más tarde, apenas el tiempo necesario para volver a llenar los tanques de combustible.
El jefe del gobierno italiano Giuseppe Conte había adelantado poco antes detalles de la operación de traslado, luego de mantener una conversación telefónica con el presidente brasileño Jair Bolsonaro.
– Dolor de cabeza para Morales –
La operación secreta que llevó a su ubicación y rastreo desde fin de año, antes de su captura este fin de semana, también fue digna de una película de espionaje.
Fuentes bolivianas cercanas a la investigación indicaron a la AFP que el italiano, que lucía barba candado y tenía «aliento alcohólico» cuando fue detenido, estaba en posesión de documentación brasileña, celular y tarjeta de crédito a su nombre. Permaneció detenido hasta su salida de Bolivia en locales de Interpol en Santa Cruz.
Durante todo el domingo, el caso Battisti fue objeto de un intenso juego de ping pong político, judicial y diplomático entre Roma, Brasilia y La Paz a la hora de definir su suerte.
El ministro de Gabinete de Seguridad Institucional brasileño Augusto Heleno había asegurado horas atrás que, antes de ser enviado a Italia, Battisti haría una escala en Brasil, algo que finalmente nunca sucedió.
Allí, el gobierno ultraderechista de Bolsonaro había prometido devolverlo como un «regalo» a Italia –donde también gobiernan conservadores–, poniendo fin a una era de afinidad entre gobiernos de izquierda y activistas responsables de hechos de violencia durante los «años de plomo» de la guerra fría.
– «Se acabó el picnic» –
El diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del jefe de Estado brasileño, tuiteó exultante el domingo que «Brasil ya no es tierra de bandidos». «El ‘regalito’ está llegando», prometió.
«Mi primer pensamiento es para las víctimas de este asesino (…) protegido por las izquierdas de la mitad del planeta. Se acabó el picnic», tuiteó por su parte el ministro del Interior italiano Matteo Salvini. «Se hará finalmente justicia para las víctimas del terrorismo», reaccionó de forma más sobria el exjefe de gobierno italiano Paolo Gentiloni.
El caso de este exactivista vuelto a la clandestinidad tras vivir protegido por gobiernos de izquierda –primero en Francia y luego en Brasil– planteó una inesperada e incómoda disyuntiva a la Bolivia del también izquierdista Evo Morales de cara al reclamo italiano: darle refugio o expulsarlo.
La defensoría del pueblo reveló el domingo que Battisti había solicitado refugio en una carta enviada tres días antes de Navidad al Consejo Nacional del Refugiado (Conare), pidiendo que se le concediera el asilo que le garantizara su «seguridad, libertad y vida».
El defensor del Pueblo de Bolivia, David Tezanos, dijo a la AFP que «no se le tomó una entrevista ni se le hizo conocer una resolución denegatoria, aspectos fundamentales del debido proceso (…) lo que vulnera los principios de ‘no devolución’ y ‘no expulsión'».
Bolivia, donde Morales buscará la reelección en octubre, optó por resolver el dilema entregándolo directamente a los italianos, sin conceder al poderoso vecino de ultraderecha la oportunidad de exhibirlo como trofeo de guerra.
El ministro de Justicia italiano Alfonso Bonafede explicó que como Brasil no prevé cadena perpetua en su derecho penal, Italia había accedido a reducir la condena a 30 años de cárcel con la esperanza de recuperar al fugitivo.
Un compromiso jurídico que ya no corre al regresarlo directamente a Roma, aunque la diferencia entre cadena perpetua y 30 años no tenga relevancia para un hombre de 64.
En su pedido de refugio a Bolivia, el italiano deploró «la nefasta coincidencia» de gobiernos «de ultraderecha» en Italia y Brasil.
– Saga de novela –
Battisti estaba prófugo desde que un juez de la Corte Suprema de Brasil emitiera el 13 de diciembre una orden de captura en su contra. Un día después, el entonces presidente Michel Temer firmó la orden de extradición reclamada desde hacía años por Italia.
Exmiembro del grupo Proletarios Armados por el Comunismo (PAC) durante los «años de plomo» en Italia, Battisti fue juzgado en ausencia en 1993 y condenado a perpetuidad por cuatro homicidios y complicidad en otros asesinatos a finales de los años 1970.
Vivió 15 años exiliado en Francia protegido por el gobierno socialista de Francois Mitterrand, donde se convirtió en exitoso autor de novelas policiales.
Tras una estadía en México regresó a Francia, pero en 2004 se vio obligado a partir de ese país: los vientos políticos habían cambiado. Se refugió clandestinamente en Brasil, antes de ser detenido en Rio de Janeiro en 2007.
En 2010, Lula da Silva negó su extradición a Italia tras un largo proceso judicial con una estadía en la cárcel. En el último día de su mandato, le otorgó el estatuto de refugiado político.
Battisti se casó con una brasileña, con quien tuvo un hijo en 2013.