México (AFP) – Freddy Muñoz no perdió la sonrisa pese a que no pudo hablarle a su hija en Honduras desde un servicio de llamadas gratuitas que ofrece la Cruz Roja para la caravana migrante en México.
Este hondureño de 61 años ha utilizado servicios similares desde que salió caminando de San Pedro Sula el 13 de octubre para llegar a Estados Unidos.
«Estoy adaptado a ello, no me gustan los teléfonos porque no sé cómo marcarlos», dice a la AFP.
Muñoz ha intentado varias veces ir a Estados Unidos. Busca servicios similares al de la Cruz Roja cada cierto tiempo para hablar con su única hija, ya adulta, quien le pide que deje ya esas «aventuras».
«Ella dice: ‘Ay papi, tú que te encanta esas jugadas (salir del país), ya deja eso'», cuenta tras salir de la carpa blanca que instaló la organización para ofrecer el servicio.
Decenas de los 4.500 migrantes que están en Ciudad de México se forman en fila para utilizar el servicio de la Cruz Roja, que provee celulares para llamadas breves con el objetivo de que informen a sus familias dónde y cómo están.
Muchos de ellos dejaron a sus familias atrás para buscar un futuro mejor ante la violencia y la falta de oportunidades en Honduras.
Algunas de esas llamadas terminan en llanto por la separación, otras en alegría por escuchar una voz conocida.
Otros prefieren la inmediatez de cargar un pequeño teléfono celular.
«Antes de partir les decimos: ‘Vamos a partir, esperen la llamada, que vamos bien'», dice Norvin Alvarado, un migrante hondureño de 22 años.
En otros puntos del albergue de Ciudad de México, la gente se reúne a cargar los vitales teléfonos en una toma de corriente.
«Es más preocupante porque uno no tendría cómo comunicarse con su familia y es bien difícil para que le regalen una llamada para allá», dice Belkis Salinas, una hondureña, mientras espera que se cargue su celular.
Otros salen del albergue a los barrios cercanos a buscar un café internet aunque dicen que el precio de 14 pesos por hora (0,71 dólares) resulta excesivo.
«Ya solo busco un internet y ya de volada me meto y les digo a mis familiares dónde voy y cómo estoy de salud», dice Germán Navarro, un guatemalteco de 19 años.
Los miembros de la caravana migrante llegaron desde el domingo pasado a Ciudad de México donde esperan definir sus próximos pasos para llegar a Estados Unidos.
Otras dos caravanas migrantes avanzan por México siguiendo el trayecto marcado por el primer grupo.